«El trato con las familias y los niños es más estrecho»

Feli Agustín
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Los alumnos del CRA Las Cuatro Villas, que comparten diferentes niveles en la misma aula, valoran la que permite "aprender lo del curso siguiente y recordar lo del pasado"

Alumnos de la escuela de Agoncillo con su tutor, en una imagen de archivo. - Foto: Ingrid

Carmen García Ibáñez, que en 17 años de docencia siempre ha estado en la escuela rural por voluntad propia, es la directora del CRA  Las Cuatro Villas, que agrupa a Agoncillo, Arrúbal, San Román y Ribafrecha. Valora el trato más estrecho con las familias y «el mayor conocimiento» de los niños y, a pesar de  que reconoce que impartir clase a varios niveles supone «una dificultad»,  que se agudizada en San Román, con nueve niños de siete cursos distintos, señala que, si te organizas», se saca adelante. Piensa que la administración debe tomar medidas en varios frentes para que familias con niños se instalen en los pueblos y valora la decisión de ampliar  dotaciones, como la puesta en marcha del comedor del colegio de Ribafrecha, «que abrió con siete niños y ahora sobrepasa los 15». Aconseja dar «estabilidad» a los interinos y destaca la necesidad de actualizar las tasas de kilometraje de los profesores itinerantes porque la ley no se ha revisado desde 1994. Con plaza en El Espartero de Logroño, resalta su pasión por «una escuela rural pequeña, donde conoces a los niños».

 

Aprender y recordar. Yumalai, Daniel, Manuel, Zara, Jorge y Denis, alumnos de quinto y sexto de Primaria de Agoncillo, comparten aula y responden al unísono que lejos de suponer un problema «es una buena manera de aprender». De hecho, los más pequeños piensan que «se aprenden cosas para el curso que viene» y los más mayores opinan «que se recuerda lo del curso anterior».
 Afirman con convencimiento que se sienten «contentos» y consideran que les otorga una ventaja en el ámbito social porque les permite relacionarse «con gente de otra edad». Estos niños, de 11 y 12 años, se relacionan también con los alumnos de otros cursos y no envidian a los estudiantes de Logroño. «Somos menos y nos explican mejor», cuentan , a la vez que inisiten que prefieren las clases reducidas porque permite profundizar en la relación con los otros alumnos y maestros. 
Su tutor, Félix, que es profesor de música, coincide en las bondades de la escuela rural y aporta varias reflexiones para que se sumen más profesionales a una tarea que el propio consejero reconoce de difícil desempeño. Así propone habilitar condiciones favorables para estabilizar al profesorado y evitar la excesiva rotación de interinos, como un tratamiento ventajoso -más puntos- a la hora de enfrentarse a oposiciones. Lamenta también que las instalaciones no gozan de las mismas condiciones que en la ciudad, pero destaca una relación «más cercana» con las familias y no encuentra mayor dificultad en impartir clase a más de un curso.  Verónica, tutora de tercero y cuarto, destaca, al respecto, «la falta de tiempo» al tener que repartirlo entre dos cursos, pero valora que se trata de una tarea «más enriquecedora», que proporciona un contacto más cercano con padres y niños. «Es mucho trabajo, pero es muy gratificante», señala Verónica, que invita a «vivirlo».