«Iniesta de mi vida». Con esas palabras plasmó José Antonio Camacho el pensar de toda la afición española cuando Andrés Iniesta anotó el tanto que hizo a la Roja campeona del mundo por primera vez en su historia en Sudáfrica. El talentoso centrocampista culminó con su tanto un encuentro durísimo ante Países Bajos que se conducía sin remedio alguno a la tanda de penaltis. En su celebración descubrió un mensaje en su camiseta interior: «Dani Jarque, siempre con nosotros». Sin darse cuenta, había hecho eterno a su querido amigo, fallecido meses antes del torneo. Detalles de un genio que traspasaba lo futbolístico.
Antes del Mundial, el albaceteño era uno de los jugadores que más dudas planteaban al equipo médico de la selección. Sus continuos problemas físicos durante la temporada con el Barça habían mermado muchísimo su rendimiento, este también afectado por su negativo estado anímico con tanto contratiempo y, sobre todo, tras una pérdida importante como la de Jarque.
Aun así, Vicente del Bosque confió en él. La tónica habitual de la temporada se repitió en el primer partido del torneo, cuando se tuvo que retirar por unas molestias del fatídico encuentro contra Suiza.
Las muchas sesiones de fisioterapia se convirtieron en una especie de terapia para él, sobre todo cuando en su siguiente aparición, frente a Chile, cumplió la promesa que le había hecho a Víctor Valdés, dedicándole una diana tan importante como la que le daba al conjunto nacional el pase a la siguiente ronda.
Tanto en octavos como en cuartos, su influencia en los dos goles de David Villa fue clave: en el primero le dio la asistencia al asturiano, y en el segundo realizó una magistral jugada conduciendo el balón desde el centro del campo y esquivando rivales que acabó con el acceso a las semifinales.
En la final, tras haber sido objeto de numerosas patadas por parte del bloque neerlandés, ajustició el marcador con la diana más celebrada de la historia de España. Esa en la que Iniesta, antes de golpear el balón, escuchó el silencio en el minuto 116 del duelo.