Orenes mantiene su plan hotelero pese a la situación económica

Cayetano G. Lavid
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La empresa ha sufrido los efectos de la inflación, aunque asegura que solo les ha retrasado en tiempo y el proyecto sigue adelante con su objetivo inalterado

Foto de archivo del Gran Casino en la calle Sagasta. - Foto: Óscar Solorzano

La complicada situación financiera provocada por la escalada de precios de las energías no renovables y la guerra de Rusia han causado retrasos en los plazos y sobrecostes con los que el Grupo Orenes no contaba de cara a la reedificación del que fue el Gran Casino en un hotel exclusivo. Pese a las adversidades, desde la empresa aseguran que el proyecto sigue en activo y se sigue trabajando en su diseño.

La crisis sanitaria y el confinamiento solo fueron el detonante de una situación financiera insostenible. El Gran Casino de Logroño, que cerró a finales de 2020, había supuesto desde su inauguración en 2005 pérdidas por valor de doce millones y medio de euros a la empresa propietaria. Pese a ello, la compañía murciana no solo tomó la decisión de no deshacerse del edificio, sino que prometió reabrirlo, convertido en un prestigioso hotel de cinco estrellas que supusiera tanto para ellos como para la propia ciudad un elemento diferenciador, algo que desde el grupo del ocio afirman que es inherente. «No podíamos irnos de Logroño después de terminar con este sabor de boca. Sentimos que podemos aportar mucho a la capital riojana y es además lo que sentimos, un amor incondicional por este lugar», confesaba el portavoz del grupo, David Conesa.

Actualmente, no hay ningún plano definitivo sobre cómo será el interior del resiseñado edificio, ni si finalmente podrá cumplir el objetivo de tener las cinco estrellas. Conesa afirma que «nos encantaría abrir a finales de este mismo año, pero, siendo realistas, es inviable». Confiesa que la situación actual de la pandemia ha supuesto un duro revés, «cambiando por completo las previsiones que teníamos respecto a plazos e inversiones». No obstante, desde el grupo aseguran que no han cambiado de perspectiva y que el proyecto sigue «con la misma ambición con la que fue anunciado hace ya dos años».

 

Compromiso

Lo más sencillo para un negocio que no resulta sostenible es retirarse con inmediatez del proyecto y dejar de generar pérdidas. No obstante, el Grupo Orenes ha hecho todo lo contrario con su edificio de la calle Sagasta.

Precisamente, estas pérdidas millonarias son las que aportan más valor a la propuesta. «Con esas pérdidas, lo lógico hubiese sido intentar recuperar lo perdido con la venta, pero hemos querido quedarnos porque Logroño tiene un encanto único. Es un sitio especial y sentimos la necesidad de volver a intentar triunfar en su población y aportar ese elemento diferenciador que esta ciudad se merece», sentenció Conesa, deseando poder anunciar más cosas pronto.