Unos dientes de dinosaurio avalan una teoría del Cretácico

Eduardo Palacios (Efe)
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El estudio de los restos encontrados en Igea contribuye a la demostración de que los dos continentes que formaban la tierra, hace unos 120 millones de años, y tenían un punto de conexión en la Península Ibérica

Las reproducciones de dinosaurios son uno de los atractivos en los centros paleontológicos. - Foto: Clara Larrea

El hallazgo de unos dientes de dinosaurio en el entorno de la localidad riojana de Igea y su estudio posterior ha servido para avalar en la comunidad científica la teoría de que los dos continentes que formaban la tierra en el Cretácico inferior, hace unos 120 millones de años, tenían un punto de conexión en la Península Ibérica.

Esta es una de las conclusiones del estudio de esos restos realizado por la Cátedra de Paleontología de la Universidad de La Rioja (UR), que ha sido publicado por la revista científica internacional Cretaceous Research.

Así lo ha explicado a EFE la directora de la cátedra, Angélica Torices, responsable del trabajo en colaboración con Erik Isasmendi, geólogo de la Universidad del País Vasco.

El equipo de trabajo encontró hace más de un año en un yacimiento de Igea doce dientes de un gran dinosaurio, tipo espinosaurio, un carnívoro de dos patas "como los que hizo popular la película 'Parque Jurásico'", explica.

Los dientes, que estaban prácticamente en superficie, han sido analizados en laboratorio durante meses, para determinar su morfología y todas sus características.

El análisis ha planteado una duda sobre los dientes en sí, porque los investigadores han detectado dos morfotipos diferentes, pero no han podido determinar "si son de dos dinosaurios o de uno, porque no se ha encontrado una mandíbula".

Pero la principal hipótesis de trabajo tiene que ver con la especie en sí a la que pertenecen la de un tipo de dinosaurio que se han encontrado en el norte de África, especialmente, pero en casos mucho más aislados en Europa.

"Lo que hemos hecho en este trabajo es analizar cómo encaja este hallazgo en Península, Europa y África", detalla Torices.

Así, han comprobado que "hay similitudes con algunos restos de espinosaurio encontrados en la zona de Teruel y diferencias con los del norte de África o Inglaterra".

La teoría de este equipo de investigación es que la zona de la sierra de Igea -que junto a la de Arnedillo es la que acumula los mayores yacimientos de icnitas (huellas de dinosaurio fosilizadas) del mundo- podría haber albergado a una especie de estos dinosaurios llegada de África y que evolucionó con los años en su camino hacia el norte.

"Eso supondría que la Península pudo ser un punto de conexión entre los dos continentes que había en la tierra entonces", explica Torices, en alusión a las dos zonas de tierra que tenía el planeta tras la división del continente único y que se denominaban Laurasia y Gondwana.

Aunque inicialmente se pensó en una separación prácticamente total de esos dos continentes, el tránsito de dinosaurios por la Península "lleva a pensar en algún tipo de conexión" en el Cretácico inferior, hace unos 120 millones de años.

"Estos restos se han comparado con otros de esa época hallados en Niger y hemos visto similitudes", asegura la investigadora de la Universidad de La Rioja.

En zonas de todo el continente africano "ha sido más habitual encontrar restos de espinosaurios", pero en Europa "se han visto de forma más aislada, en Portugal y España, principalmente, aunque también en Inglaterra", detalla.

El trabajo de la Cátedra de Paleontología de la UR también plantea la hipótesis de la capacidad de adaptación que tenían estos animales.

Porque en África sus principales restos se han encontrado en zonas que estaban en la costa en esa época, mientras que se sabe que La Rioja estaba dominada por los pantanos de agua dulce, con una mínima influencia costera.

De este modo, quedaría demostrado que con el paso de los años estos dinosaurios no solo "viajaron" al norte sino que fueron capaces de adaptarse a climas y ecosistemas diferentes a su hábitat primitivo.

El trabajo publicado por la Cátedra de Paleontología "ha tenido una gran repercusión" en la comunidad científica, ha asegurado Torices, que ha recibido ya diferentes consultas de investigadores internacionales en este campo.