«Sientes rabia; detrás del uniforme hay personas"

R. Muro
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Los guardia civiles Miguel Ángel Sáez y Miguel Fuentes participaron en la detención de Francisco Javier Almeida hace ahora exactamente un año

Miguel Fuentes, en primer término, y Miguel Ángel Sáez, al fondo, participaron en la detención de Almeida - Foto: Óscar Solorzano

Lardero sale a la calle esta tarde para rendir un emotivo y cariñoso homenaje a Álex cuando se cumple un año de su ausencia. El acto, promovido por la asociación de vecinos de Entre Ríos, contará con la presencia del tío del pequeño, Gonzalo Martín, quien estos días ha colocado carteles por los colegios de Logroño con el objetivo de que «asista mucha gente», según sus propios deseos. 

Hacia las 20.15 horas del 28 de octubre de 2021, los teléfonos del servicio 122, de la Policía Local de Lardero y de la Guardia Civil comenzaron a sonar. Diferentes ciudadanos, tal y como relatan los guardia civiles Miguel Ángel Sáez, portavoz de la Guardia Civil, y el teniente de Policía Judicial, Miguel Fuentes, llamaron alertando de lo que podía estar sucediendo. Ambos acudieron al número 5 de la calle Linares del barrio de Entre Ríos donde ya había un gran revuelo. Un agente de la Policía Local de Lardero había arrebatado a Álex de brazos del acusado e intentaba desesperadamente reanimarlo junto a un miembro de la Benemérita.

Tres pisos más arriba, un hombre de 54 años era detenido de forma inmediata. En la calle, el ánimo de los vecinos se caldeaba conocedores ya de la tragedia que se vivía en el interior del número 5. En el interior de su vivienda reinaba la suciedad, litronas de cerveza y el canto de unos pájaros, que aunque ajenos a todo, eran la excusa que usaba el monstruo de Entre Ríos para engañar a los pequeños.

«Cuando llegamos -relata el teniente Fuentes- tuvimos que gestionar dos escenas». Una en el interior del edificio cuya gravedad y sensibilidad «no son habituales en una tierra tranquila como La Rioja». Otra en el exterior, donde lógicamente, «había un tumulto de gente» visiblemente, y a cada minuto que pasaba, más alterada. «Tenemos que cumplir la ley a rajatabla y había que contener a la gente y, desde luego, no podíamos permitir que accedieran al edificio».

Una situación complicada de gestionar donde chocan la ley y la persona. «La mayoría de los agentes que estábamos allí tenemos hijos, y alguno de la misma edad que Álex», señala Sáez mientras ambos insisten en que la ley obliga a proteger a las personas, hayan hecho lo que hayan hecho.

Almeida sabía que no corría peligro y que las Fuerzas de Seguridad no le dejarían a su suerte.

Evacuación. Evidentemente, el ya detenido no fue evacuado por el acceso del garaje, donde esperaban la gente a cada minuto más alterada. «No podíamos salir del edificio por ahí con el detenido. Hubiéramos tenido problemas», asegura el teniente Fuentes. «El estado de ánimo estaba muy alterado», matiza. En cuanto los agentes pudieron y tuvieron todo controlado, optaron por evacuarlo. «Salió camuflado por otro acceso del edificio» y trasladado a la Comandancia donde se continuó con el procedimiento que marca la ley. A pesar de la gravedad de los hechos, «tiene derecho a la defensa», argumentan ambos agentes.

En una ciscunstancia así «realmente sientes rabia e impotencia. Detrás del uniforme hay personas, y aunque seamos profesionales, seguimos siendo personas», detalla Sáez. Aunque Almeida fue sorprendido con el pequeño Álex en brazos, y por tanto, las dudas sobre su autoría se disipen, «hay mucha investigación por desarrollar. Hay que realizar una investigación objetiva y analizar los efectos encontrados». La Guardia Civil realizó una reconstrucción de los hechos al día siguiente de su detención y consiguieron que los vecinos no se enteraran.