Un mayo veraniego acerca las temperaturas al récord de 2001

Cayetano G. Lavid
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La Aemet prevé que se alcancen valores superiores a los 37, 3 grados este fin de semana, cifras muy cercanas a la máxima histórica de 37,6

Dos mujeres se resguardan del calor del mes de mayo bajo la sombra de un árbol y con un abanico. - Foto: Óscar Solorzano

El refranero español sugiere que hasta el 40 de mayo no conviene quitarse el sayo, consejo que queda en entredicho por la situación que vive actualmente La Rioja, con temperaturas cercanas a los 30 grados en la jornada de ayer y que se espera que rocen las máximas históricas a lo largo de la semana.

La estación de meteorología de Agoncillo, que aporta las cifras más significativas de la capital riojana, registró el pasado domingo la temperatura más alta de lo que va de año: 30,8 grados, lo que supera en un punto la máxima que estaba prevista para el quinto mes de 2022, que no debía llegar a alcanzar los treinta grados. 

El delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en La Rioja, José Antonio Pellitero, afirma que estas temperaturas, «llamativas y anómalas» oficializan el paso de la primavera al verano. Pellitero, afirma que se trata de «un registro que se complementa además con una tendencia que, desde principios del mes, ha estado vigente». Destaca que, además del valor registrado el domingo, otros 4 días de lo que va de mes superaron los 28 grados. El último de ellos fue precisamente ayer, con una máxima de 29,7 grados.

La Aemet no cree que la tendencia vaya a revertirse. Las temperaturas van a continuar en aumento y se prevé que alcancen los 37 grados de temperatura este próximo jueves, con un ligero descenso hasta los 35 el viernes y un repunte para el sábado, que alcanzaría los 37,3 grados del termómetro.

Estas previsiones supondrán, de cumplirse, registros históricos, ya que hace 21 años que no se registra una temperatura superior a 36 grados. Fue en mayo de 2001 cuando se llegó a alcanzar la cifra de 37,6 grados, el máximo absoluto para el quinto mes del año en La Rioja. Otros registros elevados son los 36 grados que se alcanzaron por primera vez en 1953, los 35,8 grados de 1994 o unos ligeramente inferiores 34,6 grados en el mismo periodo de 2017.

Por otro lado, José Antonio Pellitero indica que hay que atender a los datos de las precipitaciones. «La previsión es prácticamente inexistente. No debería llover en lo que queda de mes y, de hacerlo, serían lluvias breves y con poca cantidad, de no más de un litro al día».

El panorama previsto es, por tanto, la que más se acercaría al la temperatura más alta registrada en La Rioja en el año 2001. «Lo más probable es que veamos cumplir las predicciones. No deberían variar más de unas décimas», apunta.

Pese a las altas cifras que se manejan desde la Aemet, el experto aclara que no estamos ante una ola de calor, sino ante una cresta.

«Para hablar de una ola, debemos situarnos en los registros más altos de un clima, que se van a dar en los meses de verano. Solo por este motivo, no podríamos considerar que nos encontramos ante este fenómeno concreto, aunque sí que se pueden observar similitudes», explica Pellitero. 

En referencia a la cresta, que sí que define lo que está sucediendo con las temperaturas en el centro de la Península Ibérica, el delegado de la Aemet aclara que es algo equiparable a tener viento sur, donde «una masa de aire cálido que proviene de África llega a la península, dibujando una cresta ante los ojos del satélite en el mapa, de donde se obtiene su nombre», sentencia.

Los valores normales de temperatura en un mes de mayo están fijados en los 22 grados, por lo que José Antonio Pellitero confirma que, mayo será un mes muy cálido.

Tendencia recurrente. El meteorólogo también observa cómo solo hubo dos registros de temperaturas elevadas el siglo pasado, mientras que llevamos tres desde el año 2001.

«La frecuencia con la que sucede se está viendo reducida en el tiempo, lo que apunta al calentamiento global y podría ser cada vez más habitual», sentencia.

Tendencia recurrente

El meteorólogo también observa cómo solo hubo dos registros de temperaturas elevadas el siglo pasado, mientras que llevamos tres desde el año 2001.

«La frecuencia con la que sucede se está viendo reducida en el tiempo, lo que apunta al calentamiento global y podría ser cada vez más habitual», sentencia.

 

1953: 36,0 grados

La primera vez que un mes de mayo superó los 34 grados fue a mediados del siglo pasado. Es el primer registro del que tiene datos la Aemet, con 36 grados.

 

1994: 35,8 grados

Tan solo dos décimas de grado pero con 41 años de diferencia de por medio. El siguiente mayo anómalo por su alta temperatura se registró en 1994.

 

2001: 37,6 grados

El siguiente registro sucedió tan solo unos años después, pero con una subida de casi dos grados. El de 2001 fue el mayo más caluroso del que existen datos.

 

2017: 34,6 grados

La Aemet registró una última temperatura superior a los 34 grados hace tan solo cinco años cuando el mercurio llegó a marcar 34,6 grados en 2017.