Más de 500 ucranianos afrontan una Navidad lejos de casa

Ana Torrecillas
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APOYO Las diversas asociaciones se vuelcan en acompañar a los refugiados

Mariia y sus dos hijos posan junto al abeto de Navidad de la Plaza del Mercado - Foto: Óscar Solorzano

«Escuchamos un ruido tremendo y cuando nos asomamos a la venta vimos el cielo completamente iluminado a pesar de ser de noche. Eran las bombas cayendo sobre Kiev, fue espantoso». Mariia Turkyna relata con voz apagada cómo vivieron ella y su familia los primeros días de la invasión rusa en la capital ucraniana. Hoy, vive con sus dos hijos en Logroño pero no puede evitar emocionarse cuando recuerda lo que dejó en su país. Como Mariia son más de 500 ciudadanos ucranianos los que huyeron de la guerra y llegaron a La Rioja en calidad de refugiados. La sociedad riojana, sus instituciones y sus asociaciones se volcaron  para acoger a todas estas personas que huían de un escenario bélico que parecía pertenecer a otra época de la historia, pero que sucedía a escasos kilómetros de la frontera con la Unión Europea.
De hecho, La Rioja fue la primera comunidad en  poner en marcha e una ayuda directa para los refugiados ucranianos, de 400 euros por persona adulta y 100 para los menores con una duración máxima de seis meses.  Desde que comenzara la guerra, centenares de familias llegaron a la comunidad, bien a través de los corredores organizados por instituciones y asociaciones o bien, por su propia iniciativa. Fueron muchos lo que se aventuraron a cruzar media Europa en coches y autobuses para poder llegar a un lugar seguro con sus pertenencias en un par de maletas y las llaves de sus hogares ucranianos en los bolsillos. A su llegada, les esperaban organizaciones como Cruz Roja La Rioja encargada, junto con Delegación del Gobierno, de darles acogida, apoyo psicológico y ayuda para la tramitación de su condición de refugiado.
Isabel Manzanos, responsable del Área de Extranjería, Inmigración y Refugiados de la fundación, explica que el Programa de Atención puesto en marcha proporciona acompañamiento, apoyo psicológico y de servicios sociales para la tramitación burocrática, además del servicio de aprendizaje de idioma. Cruz Roja ha atendido a más de 300 ucranianos, especialmente durante los primeros meses de primavera de este año.

Ubicarles en un alojamiento en el que, al principio, conviven con más familias, ayudarles en el proceso de escolarización de los niños son algunas de las cuestiones en las que trabajan los profesionales de la fundación. «Tratamos de esta al lado de ellos, introducirlos no solo en el idioma sino también en nuestras costumbres, en nuestra cultura», señala Manzanos, «dar un vuelta por la ciudad, que conozcan Logroño o algunos de nuestros pueblos, también es importante para que se sientan integrados», afirma este responsable.

En ese sentido, Paula Castreasana, trabajadora social de Cruz Roja, asevera que «a pesar de que nos parecemos físicamente a ellos, la cultura de Ucrania es muy diferente. Sus tradiciones también lo son y es necesario un proceso de adaptación». «La intervención social se realiza desde múltiples aspectos: educativo, sanitario, psicológico», afirma Castresana.

Aprender a comunicarse. El idioma es la principal barrera a la que se enfrentan los ciudadanos de Ucrania. Muchos ni siquiera hablan inglés así que se hace muy complicada la comunicación. Y sin posibilidad de comunicarse, los refugiados tienden a aislarse lo que dificulta su calidad de vida en la comunidad de acogida. 

Soledad Suárez, responsable de aprendizaje de idioma de Cruz Roja, da clases a más de 90 alumnos de diferentes nacionalidades, también a  los refugiados ucranianos. «No solo les enseñamos el idioma, también les intentamos mostrar cómo son  nuestras costumbres», señala Suárez, «los ucranianos son personas muy ortodoxas, les gusta mucho aprender  la teoría, la gramática del castellano, sus reglas ortográficas... etc. Estoy segura que muchos son capaces de leer un texto en castellano pero luego les cuesta mucho soltarse a hablar».
La formación de los más pequeños es diferente porque los niños y niñas combinan la educación reglada en los colegios de la región con las clases online desde Ucrania, a pesar de las dificultades que muchas escuelas y profesores padecen en la diferentes ciudades ucranianas, como los cortes de luz o los toques de queda.