Gareth Bale lleva yéndose del Real Madrid desde el 31 de agosto de 2013, el mismo día que llegó. De forma recíproca, el madridismo se hartado de él y él del madridismo. El jugador considera que ha dado mucho y el aficionado que no se puede vivir así de bien sobre dos goles en dos finales de Champions y una carrera contra Bartra en la final de Copa de 2014.
A sus 32 años, el próximo 30 de junio aparece como la fecha de la liberación para las dos partes, hasta el punto de que los periódicos merengues hablan abiertamente de «un día menos para que Bale deje de ser un problema»; concretamente el tipo de problemas que se auto-descarta del último clásico por unas molestias en la espalda, y apenas cuatro días después es capaz de lucirse con Gales, marcarle un doblete a Austria y situar a su país en la antesala de su primer Mundial en 64 años (se jugará el billete a Qatar con el ganador del Ucrania-Escocia… que se jugará en el mes de junio).
Ese día, el capitán galés lanzó el dardo directo a la prensa española: «No necesito mandar ningún mensaje, sinceramente. No pierdo mi tiempo en eso. Es repugnante y deberían estar avergonzados de sí mismos». Jonathan Barnett, su representante, ha marcado muchas veces el camino, llamando «asquerosa» a la afición merengue por la crítica a su protegido o descalificando a Zidane como «una vergüenza, no respeta a alguien que ha hecho tanto por el Madrid». Jugador y representante creen que se jugó sucio desde el principio: con su precio, con las lesiones, con las críticas a su hobby (el golf) mientras otros salían de fiesta…
Contrastes
«Cualquiera diría que el tipo es una leyenda, una superestrella… pero por alguna razón desconocida, todo el mundo se volvió contra él». Son palabras de Joe Hart, que compartió vestuario con Bale el pasado año y que no se explica la forma en que transcurre y va a terminar su carrera en el Real Madrid nueve temporadas más tarde.
Todos los números de Bale son altamente contradictorios, como tal vez nunca haya sucedido con un jugador de la entidad blanca. Como analizaba 'Sport' esta misma semana, los más de 306 millones que ha gastado el club en el jugador (fichaje más sueldo) se ponen frente a los 18 títulos que ha conseguido con él en el equipo, entre ellos cuatro Champions y cuatro Mundiales. Y, con todo, el galés es un negocio ruinoso kilo a kilo: cada partido que ha jugado de titular sale a 1,48 millones de euros, algo más barato que los 2,9 millones por gol marcado (106 en total).
Lo que queda
Con esos números en rojo, el contrato a punto de expirar, la crítica encendida, el público de uñas y Florentino agotado hace tiempo de ser su único valedor, Carlo Ancelotti es la única persona que puede exprimir lo poco que le quede de «futbolista aprovechable» dentro del delantero... e intentar hacer lo que Xavi (Barcelona)ha hecho con Ousmane Dembélé.
De hecho, comenzó la presente temporada siendo titular para el italiano y demostrando una buena predisposición, pero después de tres partidos y un gol en el Ciutat de Valencia, ante el primer contratiempo desapareció del equipo. Este curso, solo ha participado en cinco encuentros (270 minutos) y antes del 'desplante' del clásico, el preparador transalpino abrió ligeramente la mano para tratar aprovechar sus condiciones lo que resta de campaña (jugó unos minutos ante Villarreal y PSG). En los al menos 11 partidos que le quedan al Real Madrid, y dentro de un tramo crucial en la temporada (con LaLiga aún por sentenciar y la Liga de Campeones en su pleno apogeo ante el Chelsea en la ronda de cuartos de final), Ancelotti deshoja la margarita de Gareth Bale, descomunal futbolista en Gales, desaprovechado golfista en Madrid.