La caída de población en los pueblos reduce la cifra de armas

Feli Agustín
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Los riojanos tienen 26.000, unas 1.700 menos que hace seis años, una caída que, principalmente, hay que atribuir a la rebaja en la cifra de escopetas de caza

El guardia Jesús porta un rifle de caza mayor en la Intervención de Armas. - Foto: Óscar Solorzano

El descenso de la población en el medio rural, con consecuencias de tipo social, económico y demográfico, provoca efectos de otra índole, como el descenso del número de armas de fuego al disminuir  la cifra de cazadores. Así lo entiende el responsable de la Intervención de Armas de la Guardia Civil en Logroño, el teniente Fernando, que informa de que el número total de armas asciende a 26.033, de las que 22.700, un 90%, son escopetas (76%) y rifles de caza.

Esta cifra supone un descenso de cerca de 1.700 frente a las 27.740 de 2016, caída que hay que atribuir, principalmente aunque no únicamente, al retroceso del número de escopetas y rifles que sumaban hace seis años 23.550, esto es, alrededor de 800 más que en la actualidad.

Con estas cifras, hay de 12 armas por ciudadano frente a las 17,5 de la media nacional, donde se contabilizaban al cierre de 2021, según el  Anuario estadístico del Ministerio del Interior, 2,7 millones de armas y cerca de 1,5 millones de licencias, frente a las 14.636 existentes en La Rioja. La discrepancia entre licencias y armas obedece a que hay autorizaciones, como la de escopetas, que dan derecho a contar con más de una arma, [en este casco  una licencia permite disponer de 12], señala el teniente, que constata la paulatina disminución del número de armas.

Opina que este descenso obedece a la pérdida de la vida en el medio rural y la costumbre de la caza, que pasaba de padres a hijos, una cadena que se ha roto con el agrupamiento en los núcleos urbanos. «La tradición se va perdiendo, los jóvenes no acceden a la caza, los pueblos se van abandonando y al gente ya deja de salir con sus padres o abuelos al campo», reflexiona el teniente, que a ello suma el aumento de los requerimientos para contar con una licencia cinegética, que expide medio ambiente, y que requiere superar un determinado número de pruebas.

«La obtención de una licencia por primera vez exige un examen teórico sobre el manejo, seguridad  o infracciones, además de un ejercicio práctico», informa el responsable de la Intervención que agrega que, una vez superados estas pruebas, hay que cumplir las exigencias para contra con una arma.

Trabajo en tres áreas. La Intervención de Armas de Logroño, donde trabajan seis guardias civiles y una administrativa, Paqui, «que presta un servicio muy importante», asume una notable carga de trabajo. Cuenta con dos áreas de actuación muy definidas, atención al público e inspecciones, que efectúa en tres ámbitos, armas, pirotecnia y explosivos, y de manera muy minoritaria seguridad privada. 

Realizan inspecciones en todas los establecimientos que tienen armas, armeros o depósitos explosivos o utilizan algún tipo de pirotecnia y armas de avancarga [que se utilizan en escenificaciones festivas, como en las recreaciones de San Bernabé]. «Controlamos que la documentación esté en vigor, las licencias activas, que los armeros cumplan los requisitos en materia de seguridad o que los vigilantes de explosivos estén habilitados para ello», informa el responsable de una de las intervenciones de armas de LaRioja, que cuenta con dos más en Calahorra y Haro. Una de sus principales actuaciones se dirige al depósito de explosivos en Alesanco, de carácter privado, cuyo destino son las voladuras para la realización de obras y donde la Guardia Civil ejerce el control sobre la documentación o el personal. «Se vigila que ese explosivo sale y vaya donde tiene que ir», informa el guardia Jesús, a lo que el teniente añade que tiene la obligación de comunicar movimientos de recepción y salida y se controla «qué sale, cuánto sale, que tiene la documentación en regla y llega a su destino». «Está fiscalizado desde el principio al final», afirman.