De defensas de saldo a muros infranqueables

El Día
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Pablo Monroy, Víctor Ruiz y Monreal llegaron tras descender el año pasado pero sus números con la SDL son difícilmente mejorables

Monroy, Monreal y Paredes, entre otros, recriminan a Sergi López una acción mientras yace en el suelo Víctor Ruiz. - Foto: Óscar Solorzano

La Sociedad Deportiva Logroñés perdió el pasado verano, de golpe, prácticamente todo el gol que tenía el equipo. No fue la única reconstrucción, forzada, que tuvo que acometer la dirección deportiva blanquirroja. La marcha de Cubero,  Pelayo, Xiker o Lluís Llácer, pero sobre todo el adiós del capitán y símbolo Miguel Ledo, también desencadenó muchos quebrantos entre los aficionados blanquirrojos.

Pero Miguel Chocarro actuó con diligencia y lo hizo jugando fuerte en el mercado estival. Sus apuestas fueron cuanto menos arriesgadas pues tres de los cinco defensas fichados este pasado verano llegaron a Logroño tras descender con sus anteriores equipos. Eran, por así decirlo, defensas de saldo. Fue un movimiento tan arriesgado como provechoso.

Con Jero o Juan Carlos Azón (Zaragoza, 2000) bajo palos, no hay pareja de centrales más segura que la que conforman Julen Monreal (Pamplona, 1994) y Víctor Ruiz (Málaga, 1995).

Si al sub'23 Azón se le pescó en Segunda RFEF (encajó 28 goles en 25 partidos con el Tarazona), el navarro y el andaluz dijeron adiós a la Primera RFEFcon el Costa Brava y el Talavera respectívamente.

Monreal, 1,93 metros de envergadura, formó en 33 partidos (2.736 minutos) con los de Llagostera. Anotó un gol que fue insuficiente para que los gerundenses se aferraran a la categoría.

Víctor Ruiz, por su parte, no pudo evitar el descalabro del Talavera, rival de la SDLel pasado curso. El ex internacional con las categorías inferiores anotó dos goles y dio una asistencia en los 28 encuentros (1.678 minutos)en los que compareció. Fueron insuficientes para salvar a los cerámicos. 

Hoy forman una pareja de lo más complementaria. No se le conoce, en las últimas semanas, errores groseros y eso que Julen Monreal, por ejemplo, debutó con mal pie en Murcia (sale en la foto del 3-2 de los pimentoneros). A su contundencia por arriba suma una exquisita salida de balón y, sobre todo, la posibilidad de jugar por la derecha con Víctor Ruiz o por la izquierda con César Caneda.

El malagueño, por su parte, va de menos a más. Su peso en la estrategia ha decrecido al tiempo que ha aumentado su fiabilidad en la retaguardia.

El tercer rescate futbolístico acometido por la dirección deportiva fue el de Pablo Monroy (Castellón, 1999) que llegó tras firmar una temporada gris en El Prado (907 minutos en 24 partidos en el Talavera)aunque su aportación en el lateral derecho es incuestionable.

Monroy tampoco tuvo un debut sencillo en Las Gaunas (el 0-1 del Alcoyano llegó por su lado) pero esta acción ha quedado en el olvido. Defiende con solvencia y, encima, se propulsa en ataque con determinación.

Su buen momento de forma ha hecho que Gexan Elosegi (Hernani, 1999) tenga menos participación. El lateral vasco abandonó en verano el Real Unión donde dispuso de 1.445 minutos en 28 citas. La riojana es la primera experencia lejos de casa del guipuzcoano.

Por la izquierda, también hubo retoques. El quinto defensa en arribar a Logroño fue Manny Rodríguez (Santiago, 1998), que junto con ThiernoArévalo llegó sobre la bocina en agosto.

El internacional dominicano, un cañón por la banda siniestra, venía de jugar 'play off' con el Rayo Majadahonda pero quería más peso (en 25 partidos dispuso de 745 minutos y repartió dos asistencias). Y, desde luego, que lo está teniendo. Pocos laterales hay más explosivos en toda la Primera RFEF. 

Siguen. Estas cinco incorporaciones se sumaron a los zagueros que no cambiaron de acera en verano. César Caneda sigue incombustible. Es el tercer central del equipo y un lujo para un club como la SDL. Jaime Paredes, por su parte, ha explotado sus virtudes defensivas. No tiene la efervescencia de Manny pero pocos le superan en la cobertura. Y Jero, por su parse, vuelve a disfrutar tras encadenar 447 minutos (casi cinco partidos) sin encajar.