Los costes de producción atrapan al campo

Vidal Maté
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El sector agrario lideró los incrementos de los precios en la cadena alimentaria, pero eso no evitó que la renta del sector bajara un 5,5%

Los costes de producción atrapan al campo - Foto: Rueda Villaverde

Los incrementos de los precios de los alimentos han constituido en los últimos tiempos una de las quejas diarias de los consumidores y también una de las preocupaciones y motivo de división entre los propios miembros de la Administración la hora de articular medidas para su control. Un ala socialista dispuesta a adoptar medidas correctoras dentro de una economía de mercado; mientras, desde Podemos, la oposición al Gobierno dentro del Gobierno -esta vez sin el ministro Garzón a la cabeza-, se plantean acciones de intervención vía topes a los precios o impuestos en la cadena a industria y distribución.

Tras la reducción del IVA a determinados productos, con escaso efecto frente a la permanente subida de los costes, desde el Ejecutivo se espera en este momento que la situación haya tocado techo. La esperanza es que se vaya ajustando por sí misma como consecuencia de una bajada de elementos como el gas y la energía en general y también de los precios de algunas materias primas en los mercados mundiales.

Desde la perspectiva del sector agrario, de acuerdo con los datos manejados por la Administración, se puede decir que el campo, por razones muy diferentes, ha sido el principal protagonista de las subidas de los precios en el marco de toda la cadena alimentaria desde el origen, pasando por la industria y la distribución. No obstante esos aumentos y la aplicación de la Ley de la Cadena, que obliga a pagar al menos el coste del producto, el campo ha sido también el pagano: los gastos reales fueron superiores a los ingresos y el sector registró el pasado año una caída de la renta media del 5,5% en cifras macroeconómicas.

Según los datos manejados por el sector, en el último año los precios medios en el campo se incrementaron en una media de casi un 40% por diversas razones. En unos casos, esa subida de las cotizaciones fue el resultado de una reducción de las cosechas por los efectos de la sequía y de la falta de agua para los riegos, como sucedió con el olivar, con la mayor parte de las superficies de secano o con el arroz. En otros casos ese recorte de las producciones en la agricultura fue fruto de la disminución voluntaria de las superficies de siembra o, en algunas producciones de invernadero, la respuesta ante el fundado temor a que los precios finales no compensaran los aumentos en los gastos de producción.

En los cereales, como efecto de esa merma de las producciones, los precios en origen registraron subidas elevadas, pasando de una media de 0,17 euros cada kilo a más de 0,30 euros, con frecuentes oscilaciones en función de la invasión de Ucrania.

En el aceite de oliva, en el mismo periodo y también por la reducción de oferta provocada por la sequía y la falta de agua para riegos, los precios saltaban de 3,4 a 5,5 euros por litro, con incrementos de más del 60%. De cara a la actual campaña, la sequía se mantiene como protagonista, lo que aventura que van a seguir las tensiones si no hay un profundo cambio en las precipitaciones durante la primavera en las zonas más productoras.

En las producciones de invernadero dominan igualmente los interrogantes y muchos agricultores han optado por reducir las siembras por temor al encarecimiento de los costes y la dificultad para vender con beneficios. En este subsector, el incremento de los precios del gas que utilizan los modernos invernaderos en los países comunitarios del norte ha supuesto el cierre de muchos de ellos por falta de rentabilidad, lo que podría suponer un factor positivo para la exportación española.

Ganadería.

En los subsectores ganaderos, con la subida de los piensos como protagonista y por las mismas reservas, muchos ganaderos optaron por eliminar o aligerar la entrada de animales en las explotaciones -caso del porcino o vacuno-, lo que se tradujo en menos oferta y subidas de los precios.

Entre los casos más significativos se halla el vacuno de leche. Tras varios años con precios de ruina, con una media de 0,34-0,36 euros por litro, en todos los casos por debajo de costes, los ganaderos, para no verse arrastrados por las pérdidas, optaron por una reducción de la cabaña de más de 70.000 animales sobre unos 940.000, con el consiguiente ajuste en la oferta y una drástica subida de los precios en el campo hasta unas cotizaciones, en la actualidad, en el entorno de los 0,60 euros por litro. Ante este nuevo escenario de precios altos, muchos ganaderos han incrementado sus cabañas con la compra de novillas a precios muy elevados cuya entrada en producción se espera para los próximos meses. Esto supone un aumento de la oferta que se sumaría a los mayores rendimientos de los animales en primavera, lo que se estima puede provocar bajadas en las cotizaciones.

En el vacuno de carne, las subidas de costes se tradujeron en una reducción en la entrada de animales en los cebaderos dando lugar a un incremento de los precios, como sucedió igualmente en el caso del porcino por razones similares. Los grandes grupos optaron por reducir las entradas de animales para engorde ante las mayores dificultades para exportar, optaron por un alto en el camino de crecimiento con el consiguiente impacto sobre los precios hasta llegar a cifras récord en origen; a este encarecimiento también se sumó la avicultura. Una situación similar se produjo en diferentes producciones de frutas y hortalizas, entre las que destacan cultivos como patata, pimiento, alcachofa o tomate.

Los mayores precios en origen de los productos agrarios en actividades claves como cereales, leche, carnes, aceite o frutas y hortalizas se reflejó en un aumento del valor de la producción final agraria, que alcanza la cifra provisional de 63.000 millones de euros. De este total, más de 35.000 millones corresponden a las producciones vegetales, con un incremento del 4%; y más de 25.000 millones son fruto de las producciones ganaderas, que subieron un 24%. Sin embargo, frente a esta evolución en positivo de los ingresos, los costes de producción se dispararon en una media del 30% en el mismo periodo hasta llegar a los 35.000 millones de euros, destacando el comportamiento en negativo fundamentalmente de piensos, energía-gas, luz y los fertilizantes, cuyos precios se multiplicaban por dos y por tres.

La consecuencia final fue que, a pesar de las subidas de los precios, la renta agraria global, aunque la situación pueda ser diferente en cada producción o cultivo, registró un descenso del 5,5% quedándose en los 27.860 millones de euros.