Makoki, la banda sonora de toda fiesta

M. A. G-S.
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El popular músico logroñés nos presenta sus 10 Lugares preferidos

Makoki, en la calle la Brava. - Foto: Óscar Solorzano

Julián Bretón (Logroño, 1956), más conocido como Makoki, nunca abandonará su trompeta, ni sus letras ni a su formación con la que llevaba décadas y décadas animando las fiestas y los principales eventos populares de La Rioja y de las comunidades limítrofes. La pandemia se llevó por delante toda su agenda. En marzo de 2020, en quintos de Fuenmayor, hizo su último bolo. Desde entonces, «más allá de un cumpleaños en Oyón», poca fiesta ha animado. «¡Yno por falta de ganas!», lamenta. Pero no se resigna, cuando pase este coronavirus, Makoki seguirá tocando. Nunca se jubilará. 

1. Viejo Las Gaunas. El viejo estadio es patrimonio logroñés, riojano y nacional. El fútbol de Primera no se puede concebir sin el viejo Las Gaunas.Del recinto donado por las hermanas Gaona sólo queda un parque, pero permanece latente en la memoria de los aficionados blanquirrojos. Makoki, con su charanga, fue un asiduo. Se ubicaba en General, junto al fondo sur. Llegó al ascenso contra el Valencia «de milagro porque estaba en las fiestas de San Juan del Monte y no me querían dejar marchar». Viajó con el Club Deportivo a «Gijón, Barcelona, y muchas otras ciudades». «Recuerdo haber tocado en Las Ramblas, rambla arriba, rambla abajo...», agrega. «Al principio tocábamos fuera del estadio y luego ya dentro. Yo era de los socios pero pagábamos la entrada, a escote. Sí que conseguíamos pases pero yo he sido socio siempre», rememora. Con la desaparición del CDL, cambió su afición por la Sociedad Deportiva Logroñés. Hasta la pandemia, era un habitual en el Mundial «aunque ahora llevamos tiempo sin ir». También acude, siempre que puede, a los encuentros del EDF Logroño en Las Gaunas.

2.Calle la Brava. Nació en Herrerías, en la casa de su tío, pero durante catorce años vivió en la Calle la Brava, «cuando la zona del Hospital era como un pueblo». «Había un ambiente muy sano, de meriendas, porrón, jotas y música», apunta. «¡Se pasaba hambre y no teníamos ni un duro pero echo de menos esos tiempos!», se lamenta. Su padre, albañil de profesión y jotero de vocación, alternaba por la vecina calle Herrerías. «Mi padre pasaba horas y horas cantando. Mi madre me mandaba a buscarle y como muchas veces me entretenía, al final era ella la que bajaba a por los dos», se ríe. 

3.Villamediana de Iregua. Julián, su padre, era villametrense y aquí traía, en tiempos de la mili, a toda cuadrilla que visitaba Logroño de paso. «Siempre ha sido un pueblo que me ha encantado y eso que el barrio de las bodegas lo han maltratado», critica. «Siempre me ha gustado tanto alternar como elaborar el vino de forma manual, porque teníamos bodega y era un placer el lago, la prensa, etc.», añade con nostalgia.

4.Viguera. El origen de la charanga Makoki el Can y el Grupo Vela se remonta a la puerta de los Cameros. Allá por los ochenta. «Llevaba el bombo y la trompeta militar en el coche. Teníamos amistad con gente de Viguera y solíamos ir. Nos invitaban al Entierro de la Cuba y llevábamos velas. Es de esa época de donde nos viene el nombre», bromea. «En Viguera había muy buen ambiente y muy grandes juergas», informa.

5.Santurdejo. Su mujer María Esther Rubio es de ahí y por eso elige esta villa del Valle del Oja. Él acudía de fiesta y aún se sorprende «del ambiente tremendo que había para un pueblo que, sinceramente, no tenía gran cosa».

6.Arnedo. Es una localidad que siempre le ha «sorprendido». «Por lo ajos asados, por la buena gente y por la programación de la sala Sendero, que siempre ha habido buenos conjuntos», señala. Ahora también le gusta porque «la Cueva de los Cien Pilares es maravillosa».

7.Nájera. Con la cuadrilla de Los Ángeles del Diablo visitó muchas veces Bobadilla, Baños del Río Tobía, Badarán y, por supuesto, Nájera. «Hemos ido muchas veces de fiesta. Es lo que tocaba. No había problemas para ir pero para volver no era tan fácil», se sincera.

8.Río Ebro. Su padre le inculcó la pasión por la pesca, afición que ha conservado de adulto. «Íbamos a merendar y a bañarnos al Pozo Cubillas pero, a pescar, me llevaba al Iregua, a Puente Madre, pero sobre todo al Soto Galo», puntualiza. «Pescábamos loínas y cangrejos cuando se podía», informa.

9.Calahorra. Siempre vuelve a la Ciudad de la Verdura. «Es una localidad en la que se disfrutaba mucho y en la que, por cierto, se come muy bien», asevera.

10.Alfaro.  De día iba a ver las cigüeñas, literal, sin doble sentido, y de noche a disfrutar de la Crepúsculo. «Bajábamos con el 600 y costaba, costaba», bromea. «No teníamos cassette pero cantábamos a Los Chichos, Los Bravos, Las Grecas...¡Qué tiempos!», se despide.