"La prioridad es la transformación del tejido empresarial"

R. Briongos
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Su discurso es tan discreto como contundente; un fiel reflejo de la imagen que él mismo representa. José Luis Bonet (Barcelona 1941) preside desde hace ocho años la Cámara de Comercio de España, a la que trasladó toda la experiencia en la gestión que adquirió en su empresa, Freixenet. Conoce perfectamente la economía catalana y no duda en destacar los «efectos perniciosos» que el procés ha generado. De su etapa docente, fue profesor titular de Economía Política y Hacienda Pública en la Universidad de Barcelona, le ha quedado un afán didáctico y una total ausencia de ambigüedad en sus palabras. Es claro y conciso.

Mientras usted y yo estamos haciendo esta entrevista, los diputados están debatiendo sobre el plan de medidas urgentes por las consecuencias de la guerra de Ucrania. ¿Qué le parece ese plan?

Es positivo que vaya a tramitarse como proyecto de Ley porque mejorará el texto inicial. Ese plan llegó un poco tarde, pero una vez que se planteó, me pareció que debía fortalecerse, y ahora hay una oportunidad para ello. Porque es necesario un plan de choque ante las dificultades que está planteando la guerra de Ucrania.

El PP planteaba que fuera un paso más allá, con una bajada del IVA de los carburantes y una rebaja fiscal para las rentas bajas y medias. ¿Cree que este es el camino?

La línea del ámbito fiscal deber ser especialmente fortalecida. Entiendo que el presupuesto del Estado esté tensionado, y esto frene la aplicación de este tipo de medidas, pero debe considerarse, porque las empresas son la célula básica del dinamismo de nuestra sociedad, y ahora están afectadas. Al menos, ciertos sectores. 

De todas las amenazas que se ciernen sobre las empresas, ¿cuál cree que es más prioritario atajar?

Va por sectores, pero alguno está muy afectado por el alza de la energía y ciertas materias primas. Hasta el punto de que se está estrangulando la cadena de oferta. Llegan al punto de no poder trabajar, y por eso es necesario que se tranquilice un poco la inflación. 

El IPC de marzo se ha situado en el 8,4% ¿Lo esperaba o confiaba en que las medidas aplicadas comenzaran ya a notarse?

Yo esperaba que fuera menos, la verdad. Pero estas cifras tan alarmantes no son las debieran mirarse con atención, sino la inflación subyacente y esa es más asequible, pues se sitúa en el 4,4. Esa es la cifra que debe ponerse encima de la mesa a la hora de abordar los convenios.

El Gobierno auspició un Pacto de Rentas entre empresarios y trabajadores…

Sería lo deseable. Hay sectores y también empresas que no pueden aplicar esas subidas y otras que sí. Por eso se tiene que discutir caso por caso. Hay más cooperación en el ámbito de las empresas que conflicto. Si un empresario habla con sus trabajadores y les explica cómo van las cosas es fácil que se entiendan.

¿Por qué se frenó ese Pacto de Rentas?

Unas cifras de IPC tan alarmantes provocan que la gente no quiera jugársela, pero yo no veo razón para no intentarlo.

¿Cuál es el pronóstico que hacen los analistas de Cámara España con respecto a la inflación para lo que queda de este año?

La inflación va a ir poniéndose en su sitio, pero va a depender mucho de la dinámica de la guerra de Ucrania y del confinamiento extremo que están llevando a cabo en China. Todo esto influye y se hace difícil hacer pronósticos, pero creo que iremos recuperando poco a poco la normalidad. Por otro lado hay signos de que ya está creciendo el ánimo entre las empresas. Lo he podido ver en Alimentaria, la feria de Barcelona, que terminó con unos números ya de normalidad. El ánimo es vital, pero no se le da la importancia que tiene.

Había muchas ganas de celebrar un evento de esas características ya sin restricciones.

Pues sí. Pero además hay ánimo para la transformación. El empresario debe entender que la pandemia ha sido disruptiva, que la guerra de Ucrania lo ha acabado de empeorar y ya no se puede seguir como antes. Ahora hay que hacer un esfuerzo para recuperarse, mejorar y transformarse. El negocio tiene que reflotarse sobre la base de lo que ya existía. Esto es posible por ese ánimo y por los fondos europeos que se plantearon como reacción a la pandemia: los Next Generation y el Plan Nacional de Recuperación, Transformación y Resiliencia. En España hay que avanzar en la internacionalización y el emprendimiento como algo relacionado con este ánimo transformador. 

El presidente de CEOE, Antonio Garamendi, se ha quejado de que esos fondos apenas han llegado a las empresas. ¿Comparte la crítica?

No comparto esa opinión. En primer lugar, porque entiendo que ese es un plan plurianual y no podemos fijarnos solo en lo que suceda en este ejercicio. Además en una experiencia concreta en la que nosotros participamos, en el Kit Digital, los números dicen que está siendo un éxito. En la primera convocatoria para pymes de 10 a 50 trabajadores, las cifras son espectaculares. De 117.000 empresas, han respondido más de 53.000. Eso a mí me anima. Es posible que haya casos en los que no haya funcionado tan bien, pero en este de las pymes ha sido fantástico. Las grandes empresas lo van a hacer muy bien, porque tienen los medios para ello pero, no nos engañemos, España es un país de pymes y el éxito o fracaso de estos planes va a medirse en función de su incidencia en las pymes.

Estamos viendo los efectos inmediatos de la guerra de Ucrania pero ¿cuáles cree que pueden ser los efectos a medio o largo plazo si el conflicto se mantiene?

En lo político nos traería una especie de nueva guerra fría, en el que va a haber dos bloques, uno el democrático, donde se reafirma el liderazgo de Estados Unidos y donde Europa va a tener que dar un paso más en materia de Defensa, con más gasto en este apartado, al igual que la pandemia va a obligar a destinar más dinero a Sanidad. En el otro bloque estarán los países autocráticos, donde sin duda el liderazgo le corresponde a China, porque se está viendo en la guerra la debilidad de Rusia. Muchos pensábamos que iba a ser una guerra rápida, pero resulta que no. España va a jugar un papel crucial porque va a haber una pugna en Iberoamérica y en África y ahí va a ser protagonista.

¿Y en lo económico?

Lo que se está viendo es que no hay una recesión sino una ralentización como consecuencia de la guerra y de las dificultades de las que hemos hablado. España tiene que tener muy claro que su prioridad ahora es la transformación de su tejido empresarial. Y ahí tendrían que estar muy atentos los políticos que nos gobiernan, pero también los que no nos gobiernan. Han de entender que lo deseable sería un gran pacto de Estado. ¿Cuándo España ha dado pasos importantes hacia el progreso? Cuando ha habido pactos de Estado. Ya en la dictadura, el Plan de Estabilización de 1959, y después en democracia los Pactos de la Moncloa, con el Rey como impulsor y con figuras de la talla de Suárez, Felipe González, Fraga o Carrillo. O cuando entramos en Europa.

La guerra ha puesto de manifiesto los problemas que provoca nuestra dependencia energética. ¿Cómo cree que se puede combatir? ¿Son partidarios de construir nuevas centrales nucleares o de retomar la investigación sobre el fracking?

Al menos, debe estudiarse a fondo y no hay que tener especiales complejos. Sobre todo cuando ves que Macron está apostando por eso y veremos qué hace Alemania, que tiene una dependencia del gas ruso que no le conviene en absoluto. Es evidente que las energía renovables tienen que potenciarse, pero ¿por qué no la nuclear? Exactamente lo mismo con el fracking. Evidentemente si tiene efectos nocivos hay que rechazarlo de plano, pero si no existen no veo razón para no apostar por ello.

El Gobierno se aviene por fin a revisar por fin sus perspectivas sobre el crecimiento de España en este 2022. ¿Qué cálculos hacen desde Cámara España sobre el aumento del PIB para este año?

En la línea que hablábamos, nuestro servicio de estudios había considerado rebajarlo del 5,4 inicial al 4,2. Esto no supone una recesión sino una desaceleración. 

La reforma laboral causó un terremoto político por la forma en la que fue aprobada pero qué efectos está teniendo en las empresas?

Creo que Garamendi negoció bien la reforma laboral, frente a lo que algunos opinan y pactó algo que puede ser razonable. La EPA demuestra que se ha dado un impulso a los contratos indefinidos y se han mantenido bases importantes de la reforma de Fátima Báñez que era necesario defender. Ha sido una buena gestión política.

¿Lo ven como un mal menor?

Bueno, un mal menor pero también con alguna ventaja porque si la temporalidad puede ser menor, mejor.

Usted que es empresario, ¿ve normales las comisiones que Luceño y Medina cobraron por ser intermediarios en una operación de compra de mascarillas?

A mí no me gusta. Eso no tiene nada que ver con el mundo de la empresa, es otra cosa. Pero hay que ponerse en el momento aquel. Con la gente muriéndose porque falta material es muy difícil que no se salten los controles. Yo recuerdo llamadas desesperadas de médicos pidiendo ayuda. Aquello fue tremendo y comprendo que se corrieran riesgos excesivos porque era cuestión de vida o muerte.

Usted es catalán, dirige una empresa catalana que sufrió hostigamiento por parte de los independentistas. ¿Qué efectos ha dejado el procés en la economía catalana?

Ha dejado unos efectos perniciosos. No tanto como para que la economía catalana colapse, porque su potencia es extraordinaria, pero sí ha habido una pérdida de fuelle y de la posición de liderazgo se ha pasado a la de medianía. Ya no estamos a la cabeza, estamos en el pelotón. Es evidente que esto podrá recuperarse cuando pase toda esta fiebre política y nos pongamos a trabajar en lo que hay que trabajar. Durante muchos años, la política catalana ha estado extraviada.

¿Tienen algún cálculo de cuántas empresas han podido irse de Cataluña ha consecuencia del procés?

La idea que tenemos es que se han marchado unas seis o siete mil empresas. Además se han ido las más importantes y esto no es nada bueno. Algún independentista ha dicho que eso no tiene importancia, pero yo creo que sí que la tiene. Y mucha. Otra cosa muy perniciosa del procés es que ha provocado una situación de dominio de los territorios sobre Barcelona. Pero tampoco creo que tengamos que dramatizar. El potencial de esa ciudad es enorme, lo acabo de ver presidiendo Alimentaria y también en Semana Santa, con el turismo extranjero que ha comenzado a venir de nuevo.

El asunto del presunto espionaje ha vuelto a agitar algunos fantasmas.

Bueno, la retórica tiene más importancia ahora en la política de la que debiera y eso tiene que solucionarse.

Como contrapartida, ERC y Bildu van a entrar en la comisión de secretos oficiales. ¿Lo ven con temor desde Cámara España?

Si realmente queremos que sea una comisión eficaz, creo que los partidos antisistema tienen poco que hacer ahí. Si por el contrario lo que se persigue es tener un mero formalismo, pues bueno.

La desaparición del comercio tradicional está afectando ya a la propia fisonomía de las ciudades. ¿Ven necesario un plan de apoyo para evitar el cierre de tantos establecimientos?

El Plan ya existe. Se llama Next Generation y Plan de Resiliencia, que están pensados para transformar el mundo empresarial. Y los comercios son empresas y por lo tanto tienen que seguir las pautas que siguen esos planes, que se basan en la digitalización, la sostenibilidad y la formación. Y añadir otras dos cosas que hacen mucha falta: la internacionalización y el emprendimiento. Esa transformación no es fácil, pero el sector se ha dado cuenta de que o la hace o desaparecerá. El problema, como dice Cristalina Georgieva, gerente del FMI, es que nos ha venido una crisis encima de otra. Pero es el momento de la transformación de las personas de las empresas y del país. La oportunidad está en la internacionalización que otros países de Europa ya tienen hecha desde hace años pero que aquí está empezando y hay recorrido.

¿Qué consejo le daría a alguien que quiere instalar un pequeño  negocio en su ciudad?

De entrada, que abogue por las tres tes: talento, trabajo y tenacidad. La segunda que apueste por la internacionalización y el emprendimiento. El empresario debe tener ese perfil que le lleve al afán de logro, pero que también sea consciente de que la empresa tiene una función social. Hemos visto esa función social en la pandemia, cuando junto con el Estado y la Unión Europea ha sido el principal escudo social que ha minimizado los daños.

Pero los pequeños comerciantes se quejan de que pese a cumplir con esos requisitos no tienen nada que hacer ante la potencia de Amazon.

Ah no. Uno tiene que hacer lo que tiene que hacer y sin ningún complejo. Tienen que buscar el camino que les lleven al logro y eso requiere sobre todo esfuerzo y actitud. Vuelvo al ejemplo del sector agroalimentario. Allí España parte con ventaja pero ¿está donde tiene que estar en el mundo? No, que va, todavía falta mucho y eso depende de los empresarios.

¿Cuál es el estado de salud actual de las Cámaras de Comercio?

Las Cámaras de Comercio tuvieron un momento muy difícil en 2010, cuando de manera equivocada el Gobierno las abocó al desastre. Fue un ataque en toda regla que las despojó de su identidad como corporación de derecho público y las quitaron por tanto su representatividad y sus ingresos. Se puede discutir si las Cámaras necesitaban en aquel momento algún ajuste, pero desde luego ese no, porque las llevaba a la desaparición. Pero también demostraron su importancia, cuando las grandes empresas dejaron de estar representadas, y por tanto de pagar, y esas cantidades fueron compensadas con las cuotas de las pymes, que empezaron a pagar porque necesitaban esos servicios que prestábamos. La segunda prueba del nueve es que el Parlamento defendió su utilidad aprobando la Ley de 2014 por mayoría abrumadora.

¿Qué supuso ese cambio?

Recuperó la identidad de corporación de derecho público y la adscripción universal de empresas. Hizo que la tutela de las Cámaras pasara a las Comunidades Autónomas y se crea la Cámara España como un ente coordinador, impulsor y de representación. Lo que no le devuelve por la crisis es la financiación pública. Ahora vivimos de las aportaciones empresariales. Aquí en Cámara España están ahora los principales empresarios del país y las grandes Cámaras territoriales, junto con grandes funcionarios del Gobierno y una representación de los autónomos y las Cámara del exterior.

¿Se siente con ganas de seguir presidiendo Cámara España durante los próximos años?

Esto depende de cómo esté cuando se plantee. Si los que tienen que decidir quieren que siga y yo me veo con fuerzas seguiré. En esta vida, si eres mínimamente útil tienes que aportar y servir.