El lobo se enseñorea en la sierra

Gustavo Basurto
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Su nombre causa pavor entre los ganaderos y su aura salvaje fascina a los naturalistas. En La Rioja, 630 ovejas murieron por ataques de lobo en 2019. Ganaderos, ecologistas y administración buscan soluciones para la convivencia entre manadas y rebaño

Un joven ganadero de Ventrosa, con su rebaño en el monte. - Foto: Óscar Solorzano

El aullido del lobo causa pánico en las sierras riojanas y ha encendido el debate sobre la viabilidad o no de su coexistencia con la ganadería extensiva. Una discusión, se quejan los ganaderos, que se mantiene en las oficinas mientras en los pastos de alta montaña de Las 7 Villas o en las cumbres de Villoslada los ataques van en aumento. ¿Cuánto? Según datos del Gobierno de La Rioja, en 2019, el peor año desde 2005, se certificaron 630 ovejas muertas por las razias de los lobos; en 2020, las bajas alcanzaron los 430 animales, y en el presente año los partes de ataques han comenzado a llegar a los despachos de la Administración.  

El aumento de la presencia de manadas o de ejemplares solitarios del temido y admirado Canis lupus signatus en las sierras riojanas ya venía siendo advertido por las organizaciones ganaderas, pero la chispa que ha encendido el debate sobre el estatus que debe tener este animal saltaba el 4 de febrero, cuando la Comisión Estatal de Patrimonio Natural, del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico, aprobaba incluir todas las poblaciones de lobo de España en el listado de especies de especial protección, por lo que deja de ser considerada especie cinegética y su caza se declara ilegal al norte del Duero, el único territorio en donde hasta ahora se podía abatir. 

La medida, rechazada por las otras comunidades ‘loberas’, fue apoyada por el Gobierno de La Rioja, aunque con algunas reticencias en su Consejería de Agricultura, Ganadería, Mundo Rural, Territorio y Población. 

Para los ganaderos, la imposibilidad legal de recurrir a escopetas y rifles para controlar la población del gran cánido les deja inermes ante el aumento de ejemplares y de ataques. Ejecutivo regional y colectivos ecologistas ven posible la convivencia sin caza de lobos y fían ‘la paz’ entre manadas y rebaños a las compensaciones económicas a los productores por las bajas.

Pero la vieja rencilla entre lobos y ganado sigue ahí, en la montaña, y tiene a los ganaderos en un estado de ánimo que transita entre la indignación y la impotencia. El más joven de la comarca de Las 7 Villas, la zona más damnificada por el acoso del lobo, es Juan Manuel García, un chico de 24 años vecino de Ventrosa que optó hace unos años por seguir la tradición familiar y dedicarse a la cría del ovino. 

«Me incorporé hace cinco años y me gusta el oficio y seguir con la tradición de estos pueblos», comenta Juan Manuel, que defiende la ganadería extensiva, tanto para la supervivencia de los pequeños pueblos de la sierra, como para la propia calidad de la carne y los beneficios para el medio ambiente, porque el pasto de los rebaños limpia el monte y evita los incendios. 

 

Temor en las 7 villas / Juan manuel garcía, ganadero de Ventrosa

«El día que no cierro las ovejas estoy asustado; no sé lo que me encontraré por la mañana» 

Juan Manuel, como otros, se ha visto obligado a subir al monte con más frecuencia; y no por capricho. El último ataque que sufrió su rebaño, el pasado 2 de enero, se saldó con dos ovejas muertas y otra con mordeduras, que obligaron a sacrificarla. «El día que no puedo cerrar las ovejas estoy intranquilo, asustado, porque no sé lo que me encontraré por la mañana», comenta este joven productor, que, hoy por hoy, no ve claro su futuro en la ganadería.

 Más experiencia con el ovino tiene otro de los cuatro ganaderos que hay en Ventrosa, Ricardo Rueda, que se dedica al ovino desde hace 36 años, y que este año ha tenido más suerte que ‘Juanma’, aunque tiene un largo historial de ataques en años anteriores, el último en abril de 2020. Con parte del rebaño recogido en el establo, a las afueras del pueblo, relata con amargura cómo el lobo le mató una oveja el año pasado a cien metros del pabellón. 

No es extraño que los lobos se acerquen al pueblo. Ricardo afirma haber visto uno hace mes y medio merodeando por los alrededores de Ventrosa y en otras ocasiones han sido varios los ejemplares avistados no lejos del casco urbano. 

 

Toda la vida en el ovino /Ricardo Rueda, ganadero de Ventrosa

«Las subvenciones no nos interesan. La solución es un control sobre el lobo» 

Inevitablemente surge el tema de las subvenciones. ¿No resuelven el problema las ayudas de la administración para compensar las pérdidas por las ovejas muertas? «Las subvenciones no nos interesan; la solución es un control sobre el lobo. Los ganaderos queremos seguir aquí, porque si hemos elegido esto es porque nos gusta», comenta Rueda, que pronostica un oscuro futuro para sus colegas más jóvenes, si no se toman medidas.

Con las indemnizaciones que paga el Gobierno de La Rioja, los ganaderos reciben 93,76 euros por animal muerto, siempre que un guarda de medio ambiente certifique que la causa ha sido un ataque de lobo. Pero si la oveja no aparece o sufre un aborto por el estrés tras una acometida del depredador no hay ayuda y va a pérdidas.  

Además -tercia Juan Manuel García- los lobos tienen predilección por las ovejas más jóvenes, las que más corren, de manera que muchas veces las víctimas de sus colmillos son corderas de dos años, que es cuando la oveja empieza a criar, con lo cual la pérdida económica es mayor, porque hay que reponerla y volver a criar otra.

La impotencia ante el acoso del lobo ha hecho que la cabaña ganadera de Ricardo Rueda haya menguado de las 1.100 cabezas que llegó a tener, a poco más de 500 que cuida en la actualidad. «Cuando empecé, el lobo nos mataba alguna de vez en cuando, pero era esporádicamente; de 2010 a esta parte llevo muchas ovejas matadas por los lobos», asegura este productor de ovino, que, como la mayoría, incorporó perros mastines para cuidar el rebaño, que ayudan a reducir los ataques, pero no los evitan. 

En los momentos más duros, Ricardo llegó a perder casi 100 ovejas. El pasado año no fue de los peores, con seis o siete bajas, pero en 2019 el lobo le mató más de 40 animales. Desde 2010, calcula que ha perdido más de 400 cabezas.

todo el día en el monte. Otra queja de los criadores es la esclavitud a la que les somete el lobo, que obliga a estar todo el día pendiente de los rebaños. Ricardo Rueda tiene resguardado en un pabellón a las afueras del pueblo parte del rebaño, las ovejas que están a punto de parir y a las que tiene que atender, y el resto en el monte al cuidado de los mastines, aunque al final del día regresan a dormir al establo, hasta que el tiempo y mejore y el ganado pueda permanecer todo el día aprovechando el alimento de los pastos altos.

Al margen de las pérdidas por las ovejas muertas o desaparecidas, hay otros cuantos gastos que los ganaderos atribuyen al acoso del lobo. Desde el gasóleo de los todoterreno para subir por las pistas a diario a vigilar los rebaños a la compra y alimentación de los mastines, a pesar de que existen ayudas. Ricardo tiene seis mastines y Juan Manuel ocho. El joven ganadero ventrosino calcula que alimentar a los ocho canes que custodian sus ovejas se lleva casi diez euros al día.

los mastines ayudan pero... Los perros se han convertido en una ayuda inestimable, pero la astucia del lobo hace que en ocasiones burle la presencia de los mastines. «Habrá muchos días que los perros las libren, pero el lobo es muy astuto y algunas veces les engañan», explica Rueda. 

Tampoco el terreno ayuda a facilitar la defensa del ganado. Los pastos de alta montaña de las 7 Villas y de otras zonas ganaderas de las sierras riojanas impiden que el ganado vaya en rebaño, agrupado, como sí ocurre en las rastrojeras de Santo Domingo de la Calzada, en Valpierre o en la Rioja Baja.

Pese al recelo y el temor al gran cánido, los ganaderos no piden su exterminación. «Yo soy más animalista que muchos, entiendo que tiene que haber lobos, no pido que se extinga, pero tiene que haber una gestión, porque es un animal que mata sin control», asegura Juan Manuel, que pronostica que pueblos como Ventrosa se despoblarán si desaparece la ganadería. 

Como otros ganaderos, Juan Manuel considera que hay mucha gente que habla del lobo desde una visión urbana, sin pisar el monte para conocer de cerca el problema. «Nos llaman asesinos y dicen que vamos en contra de la naturaleza y no es cierto, porque lo que hacemos es gestionar los prados y el monte, como toda la vida».

La coexistencia de lobos y ganado es posible, pero si existe un control de la población lobera y de ejemplares especialmente dañinos, que se ceban con los rebaños, opina este joven ganadero, que en apenas dos meses y medio ha dado 29 partes de ovejas muertas. Cuando empezó hace cinco años tenía unas 520 cabezas, que hoy se reducen a 450. «Tenemos sentimientos y a mí no me vale que me paguen por cada oveja muerta, lo que quiero es que el lobo no las mate», apostilla.

¿Llega el lamento ganadero desde los pastos de alta montaña a los despachos oficiales? Políticos, organizaciones profesionales, con matices, y ecologistas ponen sus esperanzas en que la Mesa de la Ganadería Extensiva y del Lobo, recientemente creada a instancias del Gobierno de La Rioja, se convierta en foro de encuentro donde encontrar la clave para la convivencia entre lobos y ganaderos. Llegar a ese punto se antoja complicado, lo que ha llevado al Ejecutivo a incorporar como mediadora a la Fundación Entretantos.  

 

El gobierno regional / José Luis Rubio, director general de Biodiversidad

«En la Mesa del Lobo se dio un paso de gigante  de cara a la coexistencia»

Que la presencia del lobo en las sierras riojanas ha ido a más no lo discute nadie. Pero, ¿de cuántos hablamos? El censo de la Reserva Regional de Caza de  2019 habla de tres manadas estables. Una entre Villavelayo y Neila; otra, con cinco adultos, en el entorno de las Viniegras; y a la tercera entre esa zona y Ventrosa, con algún adulto ‘flotante’ que se desplaza a Villoslada y Montenegro. Las 7 Villas es la ‘zona cero’ de la actividad lobera, sin olvidar a Villoslada y ocasionales daños en Matute y Tobía, y restos detectados en Cornago, Igea y Cervera. 

El conteo oficial, apoyado con estudios genéticos, estima que la tres manadas suman 14 lobos adultos. El dato lo ofrece el director general de Biodiversidad de la Consejería de Sostenibilidad y Transición Ecológica, José Luis Rubio. «Creemos que ha ido incrementando su población y emplea el Sistema Ibérico para expandirse», comenta Rubio, que explica que los lobos cazan jabalíes y ciervos, pero en los últimos años sus presas en los rebaños de ovino han ido en aumento.

Cuando las víctimas son cabezas de ganado entra en marcha la maquinaria administrativa para el pago de indemnizaciones. Tras el parte del ganadero, un agente forestal comprueba que el ataque corresponde a un lobo y no a un perro. Por cada oveja muerta, el ganadero recibe 93,76 euros; un ternero se paga a 330,75 euros y un potro a 184,88. 

«La voluntad del Gobierno de La Rioja es mantener al lobo como especie protegida. Y hay disposición de todas las partes en ponernos a trabajar», apunta el director general, que considera que el pasado viernes, en la Mesa de la Ganadería Extensiva y el Lobo, se dio «un paso de gigante para la coexistencia».

La normativa aprobada en Madrid prohíbe cazar el lobo, pero deja abierta una puerta al control poblacional de ejemplares especialmente dañinos para el ganado. ¿Quiere decir que podría permitirse la caza selectiva de individuos que se ceban con un rebaño? Rubio sostiene que hay que evitar a toda costa el sacrificio de lobos y plantearse antes soluciones como la captura en vivo y traslado a otra zona. 

 

La voz de un histórico / Pedro Medel, presidente de la Asociación de Ganaderos de las 7 villas                    

«Hay que subir a la sierra, no se puede hablar desde las oficinas»

Una voz autorizada al hablar de ganado y de lobos es la de Pedro Medel, veterano en estas lides, y presidente de la Asociación de Ganaderos de las 7 Villas, que ve positivo que el consejero de Sostenibilidad, Álex Dorado, se comprometiera en la reunión de la Mesa del Lobo a efectuar un recuento de la población lobera real, y que los ecologistas reconocieran que la ganadería es necesaria en la sierra. 

«Hay que subir a la sierra para buscar soluciones, no se puede hablar desde las oficinas», sentencia este veterano ganadero, que opina que no pasaría nada por sacrificar un lobo, cuando haya ataques reiterados. «Que convivan, pero que dejan vivir al ganadero», apunta Medel, que recuerda que en su comarca llevan 30 años «toreando con los lobos», pero la situación se está desmadrando. «Si va a haber más lobos que ovejas, no pintamos nada aquí», apostilla.

Según sus datos, en poco más de una década se han cazado 11 lobos. Y pone en cuestión que solo haya tres manadas en La Rioja y estima que la realidad está más cercana a las cinco o seis. «Están colonizando la sierra desde que en 2005 empezaron a entrar desde Burgos y Soria y ahora están ya incluso en Piqueras, Lumbreras, Valvanera o Tobía», detalla Medel, que lleva desde los 12 años manejando ganado.

 

En defensa del lobo / Concha Hernani, portavoz de Ecologistas en Acción                    

«La PAC y los acuerdos de libre comercio son más peligrosos que el lobo»

Desde Ecologistas en Acción de La Rioja, Concha Hernani se felicita de que el lobo deje de ser especie cinegética. Eso no quiere decir que esta organización no apoye a la ganadería extensiva; Hernani la considera esencial para evitar el abandono del mundo rural y mantener los ecosistemas de montaña, y apunta a otros enemigos: «La PAC y los acuerdos de libre comercio son más peligrosos que el lobo».

La portavoz de Ecologistas en Acción defiende la necesidad de consensuar cómo deben ser las ayudas para compensar a los ganaderos por los ataques y adaptarlas al terreno, «porque no es lo mismo Zamora que las sierras riojanas», y estudiar medidas de prevención, como ayudas a la compra de perros, cerramientos y pastoreo, y que se agilice el pago de las indemnizaciones y que cubran también el lucro cesante por las ovejas que no aparecen o por los abortos. 

Lo que no ve lógico Concha Hernani es el control poblacional del lobo, porque es lo que venía haciéndose con las batidas, y la situación no ha mejorado. «Los ganaderos no son nuestros enemigos», enfatiza esta ecologista, que cree posible la convivencia de lobos y ganado e incluso sacarle partido a productos como la carne y el queso, vendiéndolos como procedentes de zonas con lobos.

 

Organizaciones profesionales

Roberto Rincón, técnico de UPA                    

«La única salida no puede ser coger la manta y estar 24 horas en el monte»

Roberto Rincón, miembro de los servicios técnicos de UPA, ve otra realidad. El viernes, mientras la Mesa se reunía, un joven ganadero de Canales perdía tres ovejas por un ataque de lobo. Y no es la primera vez. «El chico tiene que tomar pastillas para dormir ¿Esa es la coexistencia», se pregunta Rincón, que apunta un dato: solo en 2019 hubo más de 200 partes por ataques de lobos. La única salida no puede ser «echarse la manta al hombro» y estar 24 horas en el monte, dice Rincón, que señala que el sector no quiere el exterminio del lobo, pero sí un control poblacional. Y estima el coste por no poder dejar el ganado pastando en el monte: 30 céntimos el kilo de pienso, lo que come una oveja al día. 

 

Igor Fonsea, secretario general de Arag                   

«No pedimos exterminar al lobo, sino unos niveles tolerables para convivir»

Desde Arag-Asaja, su secretario general, Igor Fonseca, expone el «enfado e incomprensión» del sector al conocer que La Rioja fue la única comunidad ‘lobera’ que suscribió la protección del lobo. Arag considera innecesario aumentarla, porque su población va en aumento y los ejemplares abatidos en monterías son escasos. «No queremos el exterminio del lobo, pero la coexistencia tiene que ser dentro de niveles tolerables». Con respecto a soluciones planteadas en la Mesa, como ahuyentadores o cerramientos, Fonseca señala que pueden ser eficaces en prados de la cornisa cantábrica, pero no para el pastoreo de alta montaña de La Rioja. 

 

Leticia Olasolo, secretaria técnica de Uagr                   

«Tanto la ganadería extensiva como el lobo benefician al ecosistema»

En Uagr-Coag, destacan que los problemas con el lobo se suman a una crisis estructural en el sector. Su secretaria técnica, Leticia Olasolo señala que más que el cambio legal, la preocupación reside en  cómo gestionar la ganadería extensiva con la pervivencia del lobo. «Beneficios al ecosistema le proporcionan ambos». Eso sí, plantea que cuando todas las medidas para evitar ataques fallen y se detecte una población lobera superior a lo que la sierra puede soportar, no sería descabellado el control letal a cargo de la Administración, como en Asturias o al sur del Duero.