La mascarilla no es solo para la salud

Feli Agustín
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El cese de uso del tapabocas en los transportes públicos cierra un ciclo en el que fue fundamental para los comercios de ropa

Mascarillas en venta en Carpe Diem, en República Argentina, en Logroño. - Foto: Óscar Solorzano

Era el 20 de mayo de 2020 cuando  el BOE publicaba la Orden que regulaba el uso obligatorio de mascarilla en interiores;dos meses después, la exigencia de su utilización se fue extendiendo paulatinamente por todo el país. En concreto, en La Rioja, un Consejo de Gobierno extraordinario aprobó el 13 de julio  la necesidad de su llevarla, tanto en la vía pública como en espacios al aire libre y cerrados, incluyendo cualquier medio de transporte, que se han convertido, a excepción de establecimientos sanitarios, en el último reducto.

Su eliminación progresiva conllevó el cese de su fabricación por parte de numerosas factoría en La  Rioja -en particular de calzado-, y su venta, aunque se sigue realizando, se limita también a ocasiones puntuales. «Las sigo teniendo en la tienda, pero apenas las vendo ya», informa Tere Pozo, que regenta Carpe Diem, un comercio de ropa y complementos en la calle República Argentina de Logroño, que mantiene un espacio donde las mascarillas siguen a la vista, algunas de vívidos colores y otras de tonalidades más discretas.

Tere, que comenta que el negocio se va recuperando lentamente, «poco a poco», relata que durante los tiempos de medidas estrictas debido a la pandemia vendió «muchísimas» provenientes de Arnedo, un producto cuya calidad alaba. 

Ahora, cuenta, «afortunadamente»,  se despachan «muy poquitas», y reconoce que fue un elemento que colaboró con el mantenimiento en marcha del negocio. «Tristemente, resultó un apoyo», cuenta la comerciante, que recuerda el éxito de mascarillas con motivos de estrella, «que hicieron furor entre los niños», además de por su «muy buena» calidad, al permitir mejor respiración; y por supuesto, los de colores vivos. La azul era la favorita entre los hombres.

Al respecto, explica que se solían adquirir en paquetes de tres ante la necesidad de lavarlas todos los días, aunque se pueden utilizar durante un mes  y medio si su uso es continuo, «y un periodo más largo si es esporádico». «Esperemos que no tengamos que volver a llevarlas», confía la comerciante, que solo tiene palabras de agradecimiento para sus clientas.

En términos similares se expresa Carmen López, deSol&Sol, ubicada en la calle San Antón, dedicada también a ropa y complementos. Informa de que también conserva en la tienda mascarillas, aunque confirma que «hace tiempo que ya no se compran», al contrario de lo sucedido durante el periodo más agudo de la pandemia, donde su comercialización era constante. 

«Había días en las que se vendían 50, y otros 10, pero sí tenían muy buena salida», rememora Elena, que coincide con su colega de Carpe Diem en que fue un producto que compensó la falta de ventas de otros;de hecho, apunta, «había días en los que solo se despachaban mascarillas».

Explica que son tapabocas de Arnedo, «que te protegen y con las que proteges» y  comenta que la variedad de diseños era muy amplia, «lisas, de colores o de dibujos animados para los niños, que se vendían muchísimo»;aunque las sigue habiendo para «cadetes, mayores... todas las tallas».