Amenazas, hartazgo y miedo en Río Linares, 5

R. Muro
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La problemática inquilina fue detenida ayer, por segunda vez esta semana, tras protagonizar una nueva arremetida contra su principal víctima, a la que escribió en su puerta «llama y da la cara»

Vista del escrito con espuma realizado en la casa de la víctima - Foto: Óscar Solorzano

Engrandece su currículum delictivo a cada momento aunque  existe en el barrio de Entre Ríos de Lardero quien asegura haberla visto sentada tranquilamente en un banco de la zona. La inquilina del 3º B del número 5 de la calle Río Linares, inmueble tristemente conocido por su anterior residente, lleva ya cinco quebrantamientos de la orden de alejamiento de sus vecinos impuesta por el juez. También caen sobre ella delitos de atentado a la autoridad y por daños varios. Tanto es así, que la susodicha ya es habitual del puesto de la Guardia Civil de Villamediana y de las dependencias judiciales, en concreto de los calabozos donde reposan los detenidos antes de prestar declaración ante el magistrado correspondiente. 

El último episodio lo protagonizó en la mañana de ayer y en televisión. Mientras el portavoz del Instituto Armado en La Rioja, Miguel Ángel Sáez, realizaba declaraciones sobre el asunto a una cadena nacional, la mujer de 48 años salía del edificio en plena libertad tras  empecinarse, por enésima vez, con  la vecina de arriba. En la puerta de ésta última había escrito la problemática vecina «llama y da la cara» en letras casi ilegibles y con una espuma tipo aislante.

El caso es que mientras las cámaras grababan, el portavoz de la Benemérita y un compañero, arrestaban, por segunda vez esta semana, a la mujer que ningún vecino osa llamarla 'okupa' pero que saben que no paga la renta. Eso sí, fue detenida nuevamente no sin oponer la ya habitual resistencia a la autoridad.

Con anterioridad a la pintada,  en concreto durante la noche del miércoles al jueves, esparció excrementos por las zonas comunes del edificio, con especial atención a la vecina de arriba, a la que ha señalado en el mismo centro de su punto de mira. Ningún vecino conoce los motivos. De hecho, y a pesar de residir en el 3º B desde el pasado mes de septiembre, algunos vecinos ni han coincidido con ella por el vecindario. 

Un video remitido ayer por la Guardia Civil muestra a la alteradora del orden comunitario esparciendo los desechos fecales en la puerta del piso superior. Hechos que ocurrieron unas horas después de abandonar, una vez más, las dependencias judiciales tras ser detenida por el quebrantamiento de la orden de alojamiento. 

Un vecino, que prefiere quedar en el más absoluto anonimato, relataba ayer, tras la cuarta detención, que en alguna ocasión ha intentado hablar con ella. «La vi un día por aquí abajo y le dije que si intentábamos todos vivir en paz, pero no ha servido de nada».

 

«Welcome maggot».
Con todo, en las últimas horas se ha dedicado a esparcir excrementos e incluso a usarlos a modo de pintura por suelos y paredes varias del inmueble. No es la única arremetida de la intratable vecina. Tiempo atrás, en el mes de octubre y en una de sus primeras arremetidas, quemó el felpudo de la inquilina del piso superior llegando incluso a afectar a la puerta de acceso a la vivienda que aún refleja las negras secuelas que acostumbra a dejar el fuego. Un felpudo que por cierto recibe con un original «welcome maggot!!!», es decir, 'bienvenido gusano'. En esa misma denuncia, consta el sellado de la puerta de entrada a casa de la víctima con poliuretano y la inserción de amenazas en la puerta con un objeto contundente.

Mensajes de bienvenida al margen, nadie en el vecindario se explica tal despliegue de ira contra la vecina del cuarto. «Dice la mujer que le molesta con ruidos, pero por aquí nadie escucha nada raro», señala el mismo vecino que intentó dialogar, sin éxito, con ella. 

«La sensación es -argumenta este residente del número 5 de Río Linares de Lardero- que cada cierto tiempo se altera y la monta». 

Cuentan en la comunidad de propietarios que allá por el mes de septiembre llegó a la vivienda en compañía de un hombre, «suponemos que su pareja». Sin embargo, al poco tiempo «se quedó sola, se hartaría de ella», especula armándose con motivos de sobra. 

En cualquier caso, hartazgo y preocupación es precisamente lo que sienten los vecinos del número 5 de Entre Ríos. «Si es capaz de incendiar un felpudo, hasta dónde puede llegar», lamentan.

 

¿Y el propietario del 3ºb?
Desde hace meses no pueden vivir tranquilos. Primero Francisco Javier Almeida y ahora una mujer con evidentes carencias en el concepto en el más puro concepto de convivencia. 

¿Y el propietario del 3º B? Algún vecino ha hablado con él «y dice que hace todo lo que puede», detallan sin demasiada convicción refiriéndose a la puntería del titular de la escritura abriendo sus puertas a nuevos inquilinos.

En la calle, en medio de un barrio residencial y tranquilo, un joven residente de la zona que pasea a su perro se expresa en términos similares. «Cómo puede estar en la calle», exclama. Mientras tanto, un joven repartidor de una empresa de mensajería accede al edificio para salir minutos después ajeno al revuelo. 

Su detención ofrece, al menos de momento, unas cuantas horas de paz a un vecindario.