Albelda,  Lardero, Nalda, Cerverano, Gracurris, Fuenamyor o Rioja Sala son clásicos del fútbol sala riojana. En la última década se sumó a esta reducida lista el Garnacha, que primero fue una peña de animación de la Unión Deportiva Logroñés, la más numerosa el año de su creación (2009) y, dos cursos después, una historia de éxito del modesto fútbol sala riojano. El jueves, el club nacido en 2011 disputó su último partido, siendo derrotado (5-2) en Baños. Atrás queda un título de campeón de la Tercera riojana, una fase de ascenso a Segunda B, un subcampeonato de Tercera, una Copa de La Rioja, dos subcampeonatos  y una liga sénior.

Sus éxitos pueden parecer modestos aunque quizás no lo sean dada la naturaleza de una formación totalmente amateur, sin pretensiones competitivas y que, durante diez años, han lucido con distensión y alegría su uniforme blanquirrojo. 

Los logroñeses se despidieron ayer con derrota aunque el tropiezo más duro llegó en la temporada precedente, en la 20-21, la primera campaña pospandémica en la que Garnacha no participó. Como otros clubes de la categoría, primaron la salud a la competición y la Federación Riojana de Fútbol, con el reglamento en la mano, les 'premió' con su descenso a Sénior y la imposibilidad de subir, a ellos y a otras cuatro entidades, este curso. La misma Federación, poco antes, había premiado a otros clubes con el ascenso a Tercera tras un litigio resuelto a favor de La Estrella.

Manu, Maza, Nacho, Virto, Rengel, Pablo, Manolo, Lasheras, Río y los hermanos Fernández Salinas, Raúl y Álvaro, así como Juanji y Jona, sin vestirse de corto, han sido los nombres propios de una modesta historia deportiva riojana que el jueves tocó a su fin.