"Fueron 12 horas de batalla mía contra el tiempo y el frío"

R. Muro
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José Miguel Arambarri relata, tras ser localizado por la Guardia Civil, la experiencia que vivió al perderse en el Urbión y pasar la noche en un agujero en la nieve que él mismo realizó

Un momento del rescate por parte de la Guardia Civil - Foto: Guardia Civil

José Miguel Arambarri Pérez salía del punto de nieve de Santa Inés con sus esquís de travesía el domingo a las 10.30 en dirección al Castillo de Vinuesa. «Una ruta de no demasiada dificultad que se puede hacer en unas cuatro horas», relata el propio montañero tras pasar la noche en un agujero de nieve que él mismo preparó para refugiarse del frío.

Todo iba según lo previsto y guiándose con Wikiloc hasta que «alrededor de las 12.30 el teléfono empezó a hacer cosas raras. Ya había pasado por el Castillo de Vinuesa -relata- y me estaba costando encontrar el camino d vuelta por la Laguna Verde». Una hora después, recuerda Arambarri, «la niebla ya estaba bastante metida». Intentó retroceder sobre sus propios pasos pero «no veía referencias claras y era la primera vez que hacía esta ruta». Continuó dando vueltas en vano hasta las 17 horas que «veía que la noche se me echaba encima». El teléfono, tras reiniciarse unas cuantas veces «había 'muerto' dos horas antes», recuerda Arambarri.

Sobre las 17.30 «o un poco más, visto que no sabía hacia dónde ir y que no llevaba linterna, pensé en buscar cobijo y tratar de pasar la noche lo mejor posible». Desde la ladera en la que se encontraba, se dirigió a unos pinos «y junto a uno de ellos, empecé a cavar un agujero». Con un calma evidente en su relato, recuerda que «la nieve no tenía más de 40 centímetros de profundidad, pero aproveché la de al lado para construir una especie de cubículo en el cupiera bien y me protegiera del viento». Intentó también hacer ladrillos con la nieve «para cerrar el agujero tipo iglú pero no hubo forma, la nieve no tenía consistencia y no logré que compactara». Ahí pasó una noche «muy dura», tal y como el propio Arambarri relata. «Estaría a unos 7 o 10 grados bajo cero pero si desde el principio que la ropa me estaba protegiendo bien, como para que no me congelara». A pesar de la equipación, «lo pasé muy mal durante las más de doce horas que tuve que esperar hasta que salió el sol».

Tuvo claro en todo momento que tenía que mover las manos y los pies cada cierto tiempo y que «tenía que controlar la mente y lograr que pasara el tiempo. No sabes la cantidad de cosas que da para pensar en todo ese tiempo». No llevaba reloj y el móvil no funcionaba, con lo que «las horas son aproximadas».  En ningún momento se le pasó por la cabeza que esta experiencia pudiera acabar mal. «Tenía claro que no era mi momento. Cuando te enfrentas a algo así, hay que estar calmado y centrado en lo que toca». Arambarri tenía claro «lo que tenía que hacer y que era una batalla mía contra el frío hasta que amaneció. Si aguantaba esas 12 horas y media con la cabeza en su sitio, la mayoría del problema estaba solucionado», concluye enviando un sincero agradecimiento al equipo de rescate , a su hermano y amigos que acompañaron en las labores de búsqueda.

«Seguiré yendo a la montaña, pero llevaré GPS» 

Nadie piensa que una ruta de escasa dificultad pueda acabar como la del pasado domingo en la zona del Urbión. A José Miguel Arambarri le salvaron varios factores. Por un lado, ropa especial para fríos de esta magnitud. Su pericia al buscar y fabricar un cobijo que le protegiera del viento. También la calma que le permitió reaccionar y por último, la fortalece mental para no venirse abajo ante una situación así.

«Lo que más he sentido es el susto que he dado a mi familia. Al no disponer de móvil no podía decirles que estaba bien». Tras su experiencia, regresará a la montaña pero eso si, «llevaré siempre todo lo que haga falta en caso de que las cosas se pongan mal». A José Miguel Arambarri le faltó, por ejemplo, «llevar un GPS. A partir de ahora seré más minucioso», señala.