Vidas de paso

R. Muro
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Los temporeros siguen la ruta que marcan las campañas de la fruta. Llegan a La Rioja a vendimiar y en muchos casos sin alojamiento. Más de 30 se registraron ayer en el frontón Titín III. Otros prefieren buscar un lugar donde dormir

Vidas de paso - Foto: Óscar Solorzano

Antonio duda entre pasar la noche en el frontón Titín III o llamar a «Alberto a la pensión», donde se ha alojado en otras campañas de vendimia. Eso, o «me acuesto con el saco por algún lado». Natural de Zaragoza, cuenta con orgullo que dispone del título oficial de pastor. De hecho, días atrás «he estado en Galilea pastoreando y cuando acabe la vendimia iré a Burgos también con un rebaño». Antonio, con 57 años, habla con la experiencia que proporcionan los años de curtido en el campo. Sabe que el «jefe», como así se refieren a los propietarios de las viñas, debe proporcionar cobijo pero «si no tiene sitio para alojarme, qué va hacer», expresa en tono de condescendencia. Acordó su trabajo desde Zaragoza, como otros años, y mañana jueves empieza a vendimiar con un contrato de «entre 20 o 25 días».

Junto a él, un portugués irrumpe en la conversación para añadir que «todo está mal» mientras Antonio asiente con la cabeza. Protagoniza una de las paradojas actuales del campo. «Dicen que los españoles no quieren recoger uva pero los agricultores tampoco quieren españoles porque les tienen que pagar más». Según cuenta, «prefieren inmigrantes para pagarles 6 euros la hora o 30 euros al día por jornadas de 10 a 12 horas. A mi me pagan 8 euros la hora».

Siguen pensando si pasar la noche dentro o fuera del frontón, que habilita 150 camas, ducha, cena e incluso enchufes para cargar el teléfono.

Mientras los operarios ultiman todos los detalles del dispositivo especial momentos antes de las 18 horas de ayer, Iván Reinares, concejal de Servicios Sociales, comprueba que todo esté en orden para la apertura oficial. El alojamiento se abre en una época de mayor afluencia de trabajadores del campo y está dirigido a temporeros que aún no han firmado un contrato. Ahora bien, «es más un recurso humanitario», detalla Reinares por lo que «no se prohibe el acceso durante siete días a nadie que necesite un lugar donde dormir». Durante la pasada campaña se llenaron las instalaciones durante 4 o 5 días y la primera noche solo atrajo a ocho temporeros.

Lucian, natural de Rumanía «aprovecha la vendimia» en La Rioja para sacar un dinero antes de «ir a Córdoba y a Jaén a la aceituna». Viene de Zaragoza desde hace 7 años. «Me siento a gusto en La Rioja, es gente buena y respetuosa y además, es que hay que trabajar». Suele cobrar entre 8,5 y 9 euros la hora, depende del jefe, y encuentra viñas en las que emplearse gracias «a amigos con los que contacto». Lucian no cree que el trabajo del campo sea duro aunque «depende de la altura de la viña».

Irregularidades puntuales. Los temporeros suelen estar al tanto de las posibles irregularidades en la contratación. Una realidad mucho más frecuente hace una década aunque continúa detectándose alguna ilegalidad. El propio Ayuntamiento ha puesto casos aislados sobre la mesa de la Delegación del Gobierno, aunque sin aportar nombres, que fueron detectados en el alojamiento habilitado para la campaña de la uva. No son las mafias de portugueses que se instalaron hace años en La Rioja  y alrededores y que fueron desarticuladas por la Guardia Civil, «aunque algún caso sigue habiendo», detallan. Lucian sabe de qué va el tema y asegura que «siempre me han hecho contrato».

El tercer trabajador que accede a la consigna del dispositivo especial de atención a temporeros es natural de Argelia, aunque afincado en Castellón de la Plana. No se niega a hablar pero prefiero mantener su nombre en el anonimato. Llega cansado y con ganas de ducharse y descansar. «Esto está muy bien, pero está muy lejos», exclama entre una leve sonrisa. 

Lleva doce años acudiendo a La Rioja para trabajar unos días recogiendo uva. Hasta hace poco se empleaba con «un jefe» de Nájera, pero «eso ya se acabó. Ahora tengo que buscar trabajo». El dispositivo del Titín III permite la estancia de  temporeros durante un máximo de siete días, plazo en el que deben encontrar un trabajo. En ese momento, en base a la regulación autonómica, es el propietario de la explotación agraria el que debe proporcionar cobijo. 

La ruta del temporero. No se muestra preocupado este argelino por encontrar empleo. Los 'jefes' suelen acudir con su furgoneta a las afueras del propio frontón junto a las instalaciones deportivas de Pradoviejo o a la estación de autobuses a buscar mano de obra. 

Antes de llegar a La Rioja, estuvo en Lleida en la recogida de la fruta, y pasó después por Alfaro para la campaña de la pera. Una vez terminen las labores de vendimia irá al sur, en concreto a Jaén a recoger aceituna. Es la ruta que marca el devenir de muchos de los temporeros que pasan por La Rioja en base a las diferentes campañas de la materia prima. Cuando éstas terminan, el desempleo, como admite Lucian, les permite disponer de ingresos prácticamente durante todo el año. 

A las 20.30 horas cerró la consigna del dispositivo especial para temporeros. Hasta ese momento, y desde las 18 horas, hicieron su reserva hasta 32 trabajadores del campo, según los datos facilitados por el Ayuntamiento de Logroño. Una cifra muy por encima a la registrada durante la primera jornada del año pasado cuando no llegaron a diez. 

Antonio y su compañero portugués, sin embargo, cargaron sus mochilas y decidieron pasar la noche a otro lugar.