Blancos riojanos con ADN de frescura

Rubén Laparra
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El proyecto de la bodega Nivarius recupera variedades blancas autóctonas de La Rioja, como la maturana blanca, viura, garnacha blanca o tempranillo blanco, para la elaboración de grandes vinos de terruño y guarda

Con la altitud de las viñas y su localización en las proximidades de la Sierra de la Demanda se logra el carácter fresco de los vinos que elabora Nivarius. - Foto: El Día

A la hora de elaborar un vino, la elección de la variedad de uva supone una de las decisiones más importantes del proceso. Cada variedad cuenta con sus singularidades (necesidades concretas de cultivo, una determinada presencia de algunos nutrientes o la tolerancia a las adversidades climatológicas). De esta forma, el vino será un fiel reflejo de dichas características.

En 1925, el Reglamento marcado por el Consejo Regulador de la Denominación de Origen Calificada Rioja (DOCa Rioja) ya contempló la utilización exclusiva de siete variedades de uva en la elaboración de los vinos. Las variedades tradicionales tintas serían tempranillo, garnacha, mazuelo y graciano. En blancas se establecerían malvasía, viura y garnacha. En 2007 se incluyeron otras siete. Tres tintas (maturana tinta, maturana parda y monastel) y tres blancas (turruntés, maturana blanca y tempranillo blanco).

En la DOCa Rioja, Palacios Vinos de Finca (Nalda) es una de las bodegas que más empeño ha puesto desde sus orígenes en recuperar variedades de uva blanca que únicamente se encuentran en la comunidad. Su obsesión por el territorio se concreta en tres bodegas ubicadas en Ribera del Duero y Rioja, dos regiones donde la vocación por los vinos vinculados al origen es el centro de todo. 

Fincas localizadas en altitudes que oscilan entre los 750 metros en Albelda de Iregua y Nalda, los 650 en Badarán y los 550 en Briones y San Asensio conforman un mosaico de territorios que dan juego a la hora de elaborar los vinos. 

Nivarius es la primera bodega de La Rioja que elabora íntegramente vinos blancos recuperando variedades casi desaparecidas. Son variedades autóctonas como maturana blanca, viura, garnacha blanca o tempranillo blanco. 

Las fincas han sido seleccionadas en las cercanías de la Sierra de la Demanda para beneficiarse de una altitud de 700 a 800 metros con un clima extremo que propicia la frescura. Todo ello conforma un proyecto orientado a lograr grandes vinos de guarda.

En el caso de Proelio (batalla en latín) se trata de una bodega dedicada a mostrar vinos tintos que expresan territorios privilegiados. Una apuesta por preservar el viñedo viejo y en altitud de distintas zonas de Rioja. 

Viñas de alta gama. Las parcelas responden a variedades como garnacha tinta, tempranillo tinto o graciano. Tras un minucioso estudio, la bodega adapta cada labor agrícola a lo que requiere cada parcela. Son viñas propias de alta gama situadas en lugares frescos. Una materia prima que Proelio considera un tesoro y a la que trata como tal. «Son Riojas cargados de una tipicidad que marca la naturaleza y el hombre interpreta», señalan desde la bodega.

En cuanto a la elaboración y crianza de los vinos, en estas bodegas se pueden llevar a cabo hasta 20 vinificaciones distintas en un año. De esta forma, continúan en la búsqueda de la máxima expresión del terroir. Gran parte de los vinos se elaboran en fudres de roble de Normandía con capacidad para 3.500 litros con muy ligero tostado para que el carácter varietal y mineral de las variedades autóctonas respete los caldos permitiendo ensalzar su expresividad y complejidad.

 

VIÑAS EN TORNO A UNA ANTIGUA NEVERA

Nivarius es el nombre que recibe el vino de esta icónica parcela. Un caldo elaborado exclusivamente a partir de la variedad maturana blanca previamente seleccionada de antiguos clones del viñedo. Se trata de un terruño de 4,3 hectáreas situado en la zona alta del Valle del Iregua. Nivarius procede del latín, nevera, y es que la parcela la sigue manteniendo. Un agujero en la tierra de 12 metros de anchura y otros 12 de profundidad, que mantenía según cuenta la historia, la nieve del invierno hasta el verano e incluso abastecía de agua a parte de la capital riojana.