Guardia Civil concluye que Álex murió con "extrema violencia"

R. Muro
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El informe del Instituto Armado es tajante al afirmar que «no tuvo opción de defensa». Ya en prisión, Almeida aseguró que «soy el que ha matado al niño de Lardero»

Almeida agacha la cabeza antes de iniciarse la segunda sesión del juicio en la Audiencia Provincial - Foto: Ingrid

Todo en torno a Francisco Javier Almeida pesa como una losa. La justicia que dicta la calle, la que se escribe con minúsculas, no alberga duda alguna sobre su culpabilidad. La otra Justicia, la que eleva el concepto a mayúsculas, mantiene su protocolario tratamiento de señor y presunto a un acusado sobre elque se acumulan las pruebas y las evidencias. Fue grabado por las cámaras de seguridad cuando salía del número de 5 de la calle Río Linares de Lardero minutos antes del despiadado crimen del pequeño Álex. Fue visto sentado momentos después en un banco frente al parque infantil de Entre Ríos, quizá eligiendo su víctima. Lanzó su visceral proposición sobre una niña de cuatro años que respondió no. Después engañó a Álex, al que se llevó «agarrado del pecho», señaló el teniente de Policía Judicial responsable de la investigación practicada por la Guardia Civil.

Las cámaras de seguridad le volvieron a grabar minutos después accediendo al edificio ya en compañía del pequeño de nueve años. La Guardia Civil encontró «huellas de entrada» de ambos en el acceso a su vivienda en el tercer piso del número 5 de Río Linares. Allí empleó «extrema violencia» tanto para cometer la agresión sexual como para acabar después con la vida de Álex y en ambos se hallaron restos biológicos del otro, según recoge el atestado del Instituto Armado. 

Y por último, fue «sorprendido» dando la espalda» a la Policía, como queriendo ocultar, en el rellano del segundo piso del número 5, con el pequeño ya fallecido, según coinciden los policías locales de Lardero, y uno de Arnedo fuera de servicio, que acudieron a socorrer, sin éxito, en un primer momento al pequeño. Tal es así que, como quedó patente durante la segunda jornada del juicio celebrada ayer en la Audiencia Provincial, el desfibrilador con el que intentaron reanimar a Álex y que facilitó un agente de Lardero, «no pudo funcionar porque necesita de un pequeño pulso y Álex ya no lo tenía». Es decir, como coindieron los agentes que testificaron ayer en la sala 13 de la Audiencia Provincial, «no había ningún signo de vida» en el niño de 9 años.

Todo ello fue minando la tímida defensa de un Almeida que incluso pudo presenciar cómo sus ansias de alegar estado de embriaguez se iban desmoronando, no solo porque todos los agentes niegan tal situación, sino porque, como también detalló la letrada de las acusaciones particular y popular, las botellas de cerveza que descansaban en la mesa de la cocina de Almeida «parecen estar llenas» tras el visionado ampliado de la imagen.

El teniente de Policía Judicial de la Benemérita realizó a preguntas de las partes y ante los miembros del jurado popular un exhaustivo y concluyente resumen de las pruebas y evidencias recogidas durante la investigación y que en gran medida minaron las opciones de defensa de Almeida.

Durante la vista, se expusieron imágenes del propio Álex, ya fallecido, con el cuello visiblemente dañado. Mientras el teniente de Policía Judicial relataba cómo, a su juicio y en base a los datos recogidos durante todo el proceso de investigación, se habría producido el estrangulamiento del pequeño, Almeida giró su cabeza hasta en tres ocasiones para visualizar la imagen del pequeño. Ni un gesto, ni un ademán, ni una mínima expresión de sentimiento, nada. De nuevo impasible. En otras tres ocasiones se incorporó el acusado para comentar algún detalle con su abogado y realizó algún gesto con el que mostró que no escuchaba correctamente. Nada más.

El guardia civil que lideró la investigación se mostró tajante a preguntas de la acusación particular. «Álex no tuvo ninguna posibilidad de defenderse» ni Almeida «mostró ningún tipo de arrepetimiento».

Carta al capellán. El 3 de diciembre de 2021, algo más de un mes después de los hechos, Almeida entregó una instancia dirigida al capellán de la prisión de Logroño. En ella, escribió de su puño y letra «soy el que ha matado al niño de Lardero, sé que no tengo perdón y siento el daño que he hecho a la familia». También significaba en la misiva que «por estos hechos he perdido a mi hermana». La carta, que fue reflejada en la sesión celebrada ayer en la Audiencia reflejaba también la situación del propio acusado: «Aquí no me dan nada y todos me desprecian. No tengo quién me asista y me ayude», se lamentaba el propio Almeida. 

«Un señor se ha llevado a Álex agarrado del pecho»

Todo trascurría con absoluta normalidad la tarde del 28 de octubre de 2021 en el parque infantil del barrio de Entre Ríos de Lardero donde pequeños y mayores disfrutaban de una fiesta de Halloween. Alrededor de las 20.30 horas una niña de cuatro años llegaba apresurada al merendero de sus padres, situado en frente del parque, alertando de que «un señor se ha llevado a Álex». De forma inmediata, tanto los padres de la niña, como los del pequeño de nueve años salieron, sin éxito, en su búsqueda. La pequeña condujo a los progenitores hasta el pasaje que lleva al edificio de la vivienda de Almeida, punto a partir del cual la pequeña, tal y como testificó su padre, «tiene prohibido pasar». Unos minutos después, al no hallar rastro de Álex, los propios progenitores daban aviso a las Fuerzas de Seguridad.

En su declaración en la sala 13 de la Audiencia Provincial, el padre de la niña de cuatro años relató ayer que «mi hija pudo ser la primera opción» de Francisco Javier Almeida. De hecho, la niña contó a sus padres que aquel hombre se había dirigido a ella proponiéndole acompañarle, a lo que la propia pequeña respondió que no y entonces debío ir a por Álex. «Mi hija me dijo que se lo llevó agarrado del pecho», coincidiendo con el testimonio recogido también en la investigación practicada por la Guardia Civil. El padre había visto con anterioridad a un hombre sentado en un banco frente al parque infantil de Entre Ríos. Cuando se hija le indicó quién se había llevado a Álex se percató de que era el mismo. «No pude distinguirlo bien» ya que pasadas las 20 horas en octubre es ya de noche.

llamadas a la policía. Los policías locales de la localidad de Lardero que han ido testificando hasta el momento en la sala 13 de la Audiencia Provincial coinciden en que la semana anterior al 28 de octubre de 2021 se recibieron llamadas alertando de que un hombre había intentado engañar a otros menores con la escusa de ir a ver «unos pajaritos». 

De hecho, Francisco Javier Almeida había dejado de ser un desconocido en el barrio de Lardero e incluso hubo quien le fotografió desde la calle mientras miraba por la ventana de su casa. Algunos testimonios de vecinos de la zona coinciden en que en los días previos a los hechos había sido visto en el mismo banco frente al parque infantil del que se llevó al pequeño de nueve años.