San Mateo 2022 es ya historia, así es que... ¡Viva San Mateo 2023! Pero la quema de la cuba, que este viernes retaba a la lluvia para reducir a cenizas la barrica que finiquita la 'añada' festiva de los Sanmateos, cerraba una edición especial, la de la ansiada normalidad recuperada. Tras un chupinazo especialmente exultante y el himno de Logroño convertido en grito de guerra de miles de jóvenes gargantas, la ciudad recobraba la alegría perdida por culpa del covid y ha disfrutado de más de 300 actos a caballo entre la tradición más castizamente logroñesa y destellos de innovación. Ni siquiera el empeño del santo por recordar in extremis su mote de 'meón' lograba aguarle la fiesta a nadie. La cuba ardió y el himno, con trompetas, saxos, trombones y tambores dándolo todo, resonó en la plaza del Ayuntamiento, donde el alcalde tuvo que escuchar alguna pitada.
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No es una celebración cuyo fuerte sea un presupuesto que permita conciertos de campanillas como hacen otras ciudades. Si el San Mateo logroñés traspasa fronteras es por su merecida fama del callejeo, del disfrute de las degustaciones, de las calderetas y las chuletillas sobre el adoquín, del chunda chunda de las charangas, del zurracapote en porrón, de los toros y la pelota, del pisar uvas con los pies descalzos, de los almuerzos en chamizos, la movilización a la ribera del Ebro para extasiarse con los fuegos o del mero deambular por las peatonales del casco antiguo. Atrás queda el disfrute, toca la sana 'resaca'.