Vara de Rey exige su obra en plazo y sin contratiempos

Cayetano G. Lavid
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La obra del nudo de esta calle principal y de Duques de Nájera tendrá 10 meses de duración que pondrán punto y final a un extenso capítulo de la historia urbanística de Logroño

Estado actual previo a las obras de la rotonda de Belchite, junto a la entrada del parque Felipe VI. - Foto: INGRID

Los vecinos de Vara de Rey respiran hoy más aliviados después de que el alcalde de Logroño, Pablo Hermoso de Mendoza, anunciase ayer que se reanudarán las tan esperadas como demoradas obras del cruce con Duques de Nájera y los alrededores de la nueva estación de autobuses.

Las labores de urbanización se prolongarán durante diez meses, por lo que no terminarán antes de que finalice el año y supondrán un cambio notable en el que es uno de los puntos neurálgicos del tráfico rodado de la capital riojana.

Esta intervención, que comenzó en el año 2002 y que ha visto numerosos cambios en sus planos, pasando por varios equipos de gobierno, ejecuta finalmente «la mejor de las soluciones y, al mismo tiempo, la más ambiciosa», según declaró Hermoso, que clarificaba: «Se trata de una obra que replantea el sentido que le damos a nuestras calles y las aproxima al peatón». El alcalde, consciente del retraso y el malestar que provoca, se dirigía a los vecinos. «Pido disculpas por el parón. No queremos que la situación se prolongue más, pero hemos pensado en la mejor solución final, porque este consistorio sabe dónde invertir su dinero», y ha avisado: «Si no sentís que este es el modelo por el que hay que luchar, para los peatones y no para seguir metiendo más coches, existen más partidos».

Al igual que ha sucedido en la reciente intervención de República Argentina, la presente obra no ha estado libre de polémica, aunque en este caso la principal protesta tiene que ver directamente con ese plazo de ejecución tan dilatado en el tiempo, donde los comerciantes destacan diversos aspectos de la reforma.

Virginia, la encargada del bar Ciudad Jardín Food & Drink califica la obra que tiene delante de su establecimiento como un «show indescriptible» que le ha provocado perder numerosos clientes que ya no pueden aparcar en las inmediaciones. Además, lamenta que la obra haya provocado una sensación de gran suciedad. Sucede lo mismo en la carnicería Rossana, donde sus empleados añaden al problema de la suciedad la sensación de que el consistorio no piensa en el comercio, precisamente con la eliminación de las plazas de aparcamiento: «Esto no es Madrid, aquí la gente no necesita carriles bici por todas partes porque el transporte que utiliza es el coche». Desde este establecimiento, lamentan además la imagen que se está dando de Logroño como ciudad: «Cualquier persona que nos haya visitado y haya vuelto habrá visto este agujero sin terminar. Después de todo este tiempo es algo inadmisible».

Pese al descontento por la duración de las obras y los problemas de imagen y suciedad generados por las mismas, estos dos comercios sí que coinciden en que la obra es necesaria y que debe realizarse «cuanto antes» para recuperar la normalidad y reactivar el comercio en la zona.

Esta idea es también compartida por Juan José San Miguel, Presidente de la Asociación de Comerciantes de Vara de Rey y Adyacentes (Acovara). Las impresiones generales no son buenas, ya que recuerda cómo a lo largo de los años desde las instituciones «se han sucedido las buenas intenciones y las palabras bonitas» sin llegar a una solución definitiva y teme que este escenario  pueda repetirse nuevamente: «Esta mañana me he pasado y no he visto ninguna máquina trabajando». Se queja también de la demora, que ha contabilizado en mil días desde que se paralizó por última vez y tampoco se contenta con lo que sucederá a corto plazo: «Van a volver a tener que cortar las calles y cada vez que lo hacen supone un riesgo enorme para los comercios, porque nadie viene a comprar cuando está todo cortado». No obstante, San Miguel y el resto de comerciantes son partidarios de la obra, y es que, el sentir general de Acovara es ese, que la obra llegue a su fin «de una vez» para poder cerrar este capítulo de la historia del municipio y tratar de recuperar todo lo perdido durante el proceso.

 

Unanimidad.

Vecinos, comerciantes y consistorio tienen un mismo deseo: terminar las obras cuanto antes.

Estos primeros no dependen de los visitantes para sobrevivir, pero también manifiestan su gran preocupación por el estado de abandono en el que se ha encontrado la obra mientras ha estado paralizada, generando un ambiente más parecido al de un vertedero que al de un barrio urbano: «Esto es un lodazal. Aquí se han llegado a ver ratas», exclama un vecino que vive en el tramo de Duques de Nájera que se peatonalizará.

Teresa y Carmen, otras dos vecinas que están dando un paseo por su barrio, mantienen un debate acerca del estado actual de la calle y acerca de cómo creen que quedará. Sobre el presente, se quejan de que han sido abandonados por el consistorio: «Mira la calle, llena de plataformas de plástico de obra y vallas. Cada vez que hay un poco de viento se vienen encima y los vecinos y hasta los propios conductores tienen que bajarse a ponerlos otra vez en su sitio». Respecto al futuro que se proyecta con la obra, no se terminan de poner de acuerdo. Ninguna de las dos conduce. No obstante, Carmen critica que quiten plazas de aparcamiento y peatonalicen las calles, ya que cree que la medida perjudica a los habitantes de los pueblos cercanos, que tienen que venir en coche y tienen más dificultades. Por su parte, Teresa apoya la medida y defiende una postura contraria: apostar por instalar más plazas de aparcamiento alrededor de las ciudades y fomentar un estilo de vida más saludable: «Ojalá toda la Gran Vía para el peatón, sin coches. Paseando me siento cómoda y creo que se puede disfrutar igualmente de una experiencia comercial satisfactoria». Por delante, diez meses para ponerse de acuerdo y, entonces, analizar el resultado.

 

250 millones de euros es el coste en gasto público que el Ayuntamiento de Logroño ha tenido que invertir desde que esta obra comenzó a proyectarse hace veinte años, «que iba a durar poco y que ha generado unos problemas enormes y un sobrecoste que ha impedido actuar en otras partes de la ciudad», ha explicado el alcalde.

4.000 son los metros cuadrados que se ganarán en esta intervención para su uso y disfrute cmo zonas peatonales, la apuesta de este equipo de gobierno.

1.000 días de retraso. Es lo que ha transcurrido desde el último parón, según el Presidente de Acovara. Una cifra demasiado elevada para una obra que ha causado ya demasiadas pérdidas y molestias a Logroño.