La asociación de empresa familar llega al 10% del PIB regional

Feli Agustín
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Unas 1.3500 compañías riojanas son de estas características, de las que 55 conforman AREF. La subida de las materias primas o ciertas normas han erosionado su cuenta de resultados

Mazapanes de Soto Segura es una empresa familiar riojana. - Foto: Óscar Solorzano

La empresa que más factura en La Rioja, Conservas El Cidacos -cerró el ejercicio 2021 con una cifra de negocio de 354 millones de euros- es una compañía familiar;el Grupo Arnedo, Barpimo, Muga, Ontañón,  Vivanco o Zabaleta, son compañías de estas características. Cerca del 90% de las 15.000 sociedades riojanas, alrededor de 13.500, tienen este carácter, una circunstancia que se replica en nuestro país. 

En el caso de esta comunidad, las 55 empresas que forman parte de la Asociación Riojana de Empresa Familiar (AREF) proporcionan el 9,5% del PIB regional, en 2020 emplearon a 3.362 personas de manera directa, además de los puestos indirectos que generaron;y facturaron 1.046 millones de euros. Realizaron inversiones en La Rioja de 1.306 millones y pagaron en impuestos de sociedades unos 16 millones. Para conocer el impacto real de las empresas familiares en la economía regional, la Cátedra de la Empresa Familiar de la Universidad de La Rioja elaborará este año un estudio pormenorizado, que estará concluido en otoño.  

Así lo avanza su director, Eduardo Rodríguez Osés que, con el fin de contextualizar su importancia, informa de que en España suponen el 60% del PIB y sustentan el 70% del empleo.

Afirma que las perspectivas son positivas para las empresas de AREF -de un tamaño relativamente importante y bien posicionadas en sus sectores, con el cambio generacional ya producido- porque muchas de ellas están ligadas al territorio «y algunas trabajan en actividades en las que cada vez hay menos empresas».

Cita compañías del calzado  cárnico, lácteo o de otros sectores, como electricidad o construcción, a los que augura unas perspectivas «relativamente buenas», a pesar de «las tormentas» que se ciernen sobre ellas, como la subida de las materias primas y con legislaciones «cada vez más exigentes» en materia medioambiental. Al respecto, menciona que algunas nuevas normativas -como el impuesto de los plásticos o la huella de carbono- han erosionado las cuentas de resultados, particularmente las firmas que son muy intensivas en el consumo de electricidad o de alto uso de plástico. «No han podido repercutir a sus clientes las subidas tan importantes que han sufrido», indica.

Soporte fuerte. Rodríguez Osés considera que las empresas familiares, independientemente de su tamaño, suelen  tener valores «muy fuertes», por lo que en su visión a largo plazo priman la prudencia a la hora de invertir y «el arraigo» con las personas que tienen a su cargo. «Todo eso hace que tengan un colchón de seguridad y la fidelidad de clientes y proveedores», una tupida red que, «mientras el empresario tenga fuerza o una familia que lo apoye la va a mantener». Al respecto, señala que es «bastante normal» que los casos exitosos de empresas familiares. como Palacios, Arisa o Garnica, atraigan el interés de grupos inversores extranjeros y apunta que se mantiene un marco «relativamente estable» a la hora de la transmisión del negocio.