Los supermercados de la solidaridad abren en Logroño

Cayetano G. Lavid
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La antigua nave de Aldi en Las Cañas y un local del centro comercial Berceo aglutinan la recogida de ayuda humanitaria a Ucrania

Las voluntarias del almacén, clasificando en cajas ropa y calzado que han sido donados desde distintos puntos de la región. - Foto: Óscar Solorzano

Cuando un establecimiento comercial deja de generar ingresos, sencillamente cierra. Los estantes donde se encontraban los productos y las ofertas desaparecen y los pasillos se quedan vacíos. Grandes naves industriales empiezan a servirle de almacén al polvo y sencillamente están, vacías pero listas, aguardando que una empresa quiera volver a hacer negocios entre esas paredes. 

Un edificio de estas características puede albergar muchos tipos de comercios. Hasta puede convertirse, de nuevo, en un supermercado, donde vuelvan a llegar palés repletos de comida, ropa, material escolar y medicamentos. Es lo que sucede en el Centro Comercial de Las Cañas. Lo que en su día fue un Aldi sirve ahora como centro logístico al Colectivo Ucrania-Rioja para la clasificación y el envío de ayuda humanitaria.

Los camiones vuelven a llegar y descargan en la puerta palés que contienen productos de primera necesidad, desde un par de calcetines a un bote de garbanzos, pasando también por una libreta escolar y una caja de Ibuprofeno. Estos son los artículos que mandan, de forma solidaria, cientos de miles de personas desde todos los puntos de La Rioja, sobre todo desde colegios. En el interior del almacén, no hay cargadores profesionales, no hay conductores de carretilla y, de hecho, no hay maquinaria. Sencillamente hay madres de estudiantes. Algunas vienen de dejar a sus hijos en Maristas y otras está a punto de ir a buscar a sus hijos a la salida de Escolapios. Aunque la solidaridad llega desde todos los centros educativos, pues la Federación de AMPAS de Centros Públicos de La Rioja (FAPA) ha hecho un llamamiento a todos los centros públicos para continuar con esta labor.

Una de las voluntarias dice que «para ser una iniciativa gratuita, está muy bien organizada» y es que, como deja ver señalando las cajas, «todo está organizado al milímetro y no hay nada que se deseche». Muestra, por ejemplo, las cajas llenas de ropa. «Lo separamos todo según el tipo de prenda, la talla, el género, el estado en el que llega», explica. Y sucede lo mismo con el resto de productos, que pueden ser de alimentación, medicamentos o, desde hace poco,  material escolar, que se ha empezado a recoger «porque algunos de estos refugiados han huido de su país pero, afortunadamente, la guerra no había llegado a sus hogares, por lo que sus colegios siguen abiertos y quieren estudiar desde aquí», aclara.

«Somos madres que aportamos nuestro tiempo para ayudar lo máximo posible»

Hasta este local comercial se desplazan furgonetas y camiones de todas partes de la geografía riojana. «Se están portando genial», agradece a las personas que realizan donaciones otra voluntaria, que además cuenta que, aunque la gran mayoría de los productos se envían a la frontera para ayudar a los ucranianos 'in situ', «hay algunos refugiados que ya se encuentran en Logroño que se acercan hasta aquí para obtener algún producto concreto», ya que cuenta que llega ropa de verano que no sirve en la zona del conflicto.

Otros productos alimenticios también se quedan aquí, en Logroño. Son excepciones muy concretas, tarros de vidrio que contienen legumbres o alimentos «que por su envase resultan muy delicados para el transporte». Lejos de rechazar estos productos, lo que hacen es continuar con esta labor altruista y, en este caso, son donados directamente a bancos de alimentos locales como la Cocina Económica o Cáritas, que se encargan de gestionarlos en sus centros.

Todas las personas que colaboran en este edificio tienen un motivo por el que ayudar, que va desde ponerse en el lugar de los ucranianos y esperar que alguien hiciese lo mismo por ellos a sentir la necesidad de ayudar por simple humanidad. Pero de estas historias, destaca por la implicación la de María Buqueras, una madre más, que se movilizó a nivel familiar para tratar de aportar el máximo a los desplazados. Cuando comenzó el conflicto armado, quiso movilizarse y pidió a los responsables políticos locales y regionales de la Comunidad poner a disposición de estas personas todos los recursos posibles para su alojamiento, pero no lo consiguió. Algo que la familia que esta logroñesa tiene en Tarragona sí pudo llevar a efecto.

Compromiso

«No se trata de llegar y olvidarse», comenta María Buqueras, que incide en la necesidad de que detrás de toda iniciativa de viaje humanitario para trasladar a ciudadanos ucranianos a territorio español tiene que haber previamente una previsión de alojamiento y atención a las personas desplazadas. En su opinión, es preciso solucionar aspectos muy esenciales como la atención sanitaria y la escolarización de niños y jóvenes, además del alojamiento, antes de tomar la decisión de completar las plazas de un autocar. Esto es lo que sí que consiguió María, mediante la Fundación Ítaka Escolapios, a través de la cual pudo materializarse el envío de medicamentos muy concretos, carentes en estas regiones en guerra.

«Al final todo se resumen en la cadena humana. Estamos pendientes y queremos hacer las cosas bien, pero es realmente importante que haya el mayor número de personas posibles para que se pueda conseguir este resultado de forma óptima», apunta Buqueras.

Y como toda ayuda siempre es poca, esta madre hace un llamamiento a todas las personas que quieran colaborar con la causa (www.ayuda-ucrania.es).

Recientemente, al espacio de Las Cañas se le ha sumado un local cedido por el Centro Comercial Berceo, para que esta agrupación pueda seguir sumando más recursos desde más lugares de La Rioja. Abiertos a «cualquier tipo de ayuda», recuerdan que «no somos una ONG, sino personas independientes a las que nos mueve el compromiso con las personas que sufren», por lo que hacen un llamamiento a la sociedad para incidir en su labor humanitaria.

La clave de la logística

La solidaridad de estas madres de colegios logroñeses que ayudan en las labores de logística de forma desinteresada parece no tener límites y estarán dispuestas a seguir trabajando hasta que no sea necesario el envío de más recursos a Ucrania.

No obstante, toda ayuda es poca, reconocen. «En un primer lugar llegó mucha ropa. Llegamos a estar desbordadas, ya que ocupa mucho espacio y tenemos que ir prenda por prenda clasificándola y lleva mucho tiempo», explica una voluntaria, que añade: «no es necesario en este momento que la gente envíe más, porque en una situación como la que están viviendo, no necesitan estar cambiando todos los días de atuendo».

Esta afirmación tiene aún más sentido cuando clarifica que lo que sí que es necesario y lo seguirá siendo es la comida, «ya que las personas comemos varias veces al día y esto sí que se nota», cuenta.

Pese a que cualquier persona puede colaborar en todo momento aportando una cantidad económica o directamente donando alimentos, medicinas o material escolar, desde el almacén de Las Cañas hacen un llamamiento a la población de Logroño: «No hace falta que pongan dinero de su bolsillo. Es aún más importante y necesario que más personas decidan ayudar aquí como voluntarios, aunque sea unas horas al día», sentencia.

Comida y ayuda, eso es lo que más hace falta ahora mismo