La fe no entiende de género

Pilar Mazo Gil (Efe)
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Una veintena de mujeres de la Cofradía de la Santa Cruz, de los Hermanos Maristas de Logroño, portan a hombros con «entusiasmo e ilusión» el paso de Nuestra Señora del Rosario

Las integrantes de la Cofradía de la Santa Cruz se disponen a salir con el paso en la procesión del Martes Santo. - Foto: Óscar Solorzano

Una veintena de mujeres de la Cofradía de la Santa Cruz, de los Hermanos Maristas de Logroño, vivieron este martes momentos de «entusiasmo e ilusión» al portar a hombros sobre andas el paso de Nuestra Señora del Rosario, en la procesión del Martes Santo, que se celebró por última vez en 2019, debido a la pandemia.

La responsable de este grupo de portadoras, Paz Lasanta, explicó a Efe «el orgullo» que sintieron esta veintena de mujeres, una de ellas residente en Valencia, por portar la imagen, después de dos años sin sacarla en procesión. Entre ellas, figuran la hija y nieta de una mujer perteneciente a la Cofradía del Descendimiento, que falleció el pasado año y que siempre venía a portar este paso.

El paso, junto al Sabat Mater, salió desde la plaza de San Bartolomé en la procesión del Santo Rosario del Dolor, y recorrió el Casco Antiguo de la capital riojana. Esta imagen salió por primera vez en procesión en 2008 a cargo de un grupo de mujeres, a las que «el orgullo» de portar esta talla y su «sentimiento religioso, de fe, amistad y compañerismo» les mantiene unidas todo el año, precisó Lasanta.

La talla es obra del escultor andaluz Manuel Madroñal Isorna y es una imagen de vestir, realizada en madera de cedro policromada y pintada al óleo, en la que, según Lasanta, destaca la suavidad del «trazo y la dulzura que desprende su rostro junto a los ricos ropajes y joyería que la adornan».

El manto que viste cambia según la época litúrgica del año, pero el que se salió este Martes Santo es «el más valioso», al estar bordado en hilo de oro, obra de unas religiosas de la localidad sevillana de Coria del Río, que lo hicieron con «muchísimo cariño».

La incorporación de este nuevo paso en 2008 supone para la Cofradía de la Santa Cruz cumplir el deseo de contar con uno dedicado en exclusiva a la Virgen por «nuestro carácter marista», detalló a Efe su hermano mayor, Enrique Guerrero. Destacó la relevancia de la Virgen en la vida colegial, el hecho de que María también figura en otros pasos de esta cofradía, como El Encuentro, cedido en 1991 por el Ayuntamiento de Logroño y que procesiona el Viernes Santo; y el Stabat Mater y el rezo del Santo Rosario en la procesión del Martes Santo.

Son razones por las que «la advocación de la imagen no podía ser otra que la de la Virgen del Rosario en sus Misterios Dolorosos», explicó el hermano mayor.

Tras la procesión del Martes Santo, esta imagen volverá a procesionarse en octubre, en el domingo más cercano a la festividad del Rosario.

La razón de que este paso lo porten exclusivamente mujeres se remonta al momento en el que el Ayuntamiento de Logroño cedió a la cofradía el paso del Encuentro, que es «muy pesado» y que portan exclusivamente unos cincuenta varones cofrades, indicó Lasanta.

Un paso de 500 kilos. Coincide con el hermano mayor al destacar la devoción que el colegio de Maristas tiene a la Virgen y su deseo de contar con esta talla, al ser una cofradía «relativamente nueva», que integran unos 200 cofrades y cuyo origen se remonta a 1991. «La fe no entiende de género», recalcó Lasanta, quien agregó que tanto ella como sus compañeras titulares de llevar el paso están «orgullosas de sacarlo y regresar con él en procesión», con independencia del peso, que oscila entre 420 y 500 kilos, a razón de entre 20 y 25 por cofrade.

Además, calificó de «incuestionable» la presencia femenina en las cofradías logroñesas de Semana Santa, lo que en la de la Santa Cruz se traduce en que una tercera parte de sus miembros son mujeres.

El paso de Nuestra Señora del Rosario protagonizó uno de los momentos más emotivos que se vivieron el Lunes Santo, en Logroño, durante el vía crucis procesional de Nuestro Padre Jesús Cautivo, a cargo de la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén. Cuando el Cautivo llegó a la altura de la iglesia de San Bartolomé, se encontró, en la parte exterior del templo, con el paso de la Virgen del Rosario, hacia la que se giró al son de la banda de tambores y cornetas que le acompañaban y entre el aplauso del numeroso público congregado.