Este manillar lleva mi nombre

Cayetano G. Lavid
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La Comisaría muestra bicis recuperadas en los últimos años procedentes de robos, que esperan la identificación de sus dueños

Un hombre muestra interés en la que podría ser su bici desaparecida. - Foto: Ingrid

El camino que recorre una bici robada puede ser diverso. Según su estado, marca, valor o exclusividad, puede ser despiezada y vendida como chatarra. Desgraciadamente, esto significa que será imposible recuperarla. Pero, en otros casos, la Policía Nacional localiza al ladrón con las manos en la cizalla y con la bicicleta intacta.

En estos casos, los agentes se encargan tanto del malhechor como del vehículo, que se llevan a la comisaría para guardarlo en perfecto estado hasta que su dueño acuda a formular la denuncia por su desaparición de la vía pública.

Si no se realiza la denuncia del robo o la bicicleta sustraída no tiene número de serie, los agentes no pueden comunicar al denunciante que se ha recuperado. Pero estas bicis no se subastan, ni se donan. Se almacenan en las dependencias de la Jefatura Superior de Policía hasta que alguien acuda a reclamarlas. Pero con 35 bicicletas en su haber, los agentes han decidido que ha llegado el momento de persuadir a sus dueños, por lo que han organizado una exposición.

«No es la primera vez que hacemos algo así», explica el Jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta, Alberto Caballero, que se muestra esperanzado, ya que «mucha gente suele acercarse y encuentra su bici», afirma.

Desgraciadamente, no es el caso de Roberto y de Carlos, que observan una bici «igual que la mía, pero hay que ser sinceros y no lo es», confiesa uno de ellos.

Las bicis estarán expuestas hasta el próximo 27 de mayo en la Jefatura Superior de Policía, en la calle Serradero, de lunes a viernes y en horario de 12.30 a 14.00 horas por la mañana y de 18.30 a 20.00 horas por la tarde.

Papeles del vehículo. Como sucede en un control de tráfico, los agentes solicitan a las personas que reclamen una bici que demuestren esa posesión. La prueba óptima: la factura de compra, con el número de serie del cuadro. En los modelos más baratos, donde no existe este valor, puede ser determinante aportar imágenes en las que se demuestre esa propiedad.

Los agentes desean que con la exposición «aparezcan, si es posible, todos sus dueños y la historia tenga un final feliz».