Feligreses del mercadillo

Cayetano G. Lavid
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El mercadillo de Las Norias se recupera de la crisis sanitaria siguiendo unas medidas de seguridad muy precisas y, al mismo tiempo, hace frente al encarecimiento de los precios para ofrecer un servicio «con los precios de siempre»

Uno de los puestos del mercadillo de Las Norias, con varias personas ojeando sus productos el pasado domingo. - Foto: Óscar Solorzano

Tras la pandemia sanitaria son muchas las cosas que cambiaron en el día a día de la población logroñesa. Mascarillas, gel hidroalcohólico, una nueva normalidad con un encarecimiento de precios y, sobre todo, una ciudad cambiada, comenzando con los negocios que no pudieron resistir.

Uno de los sectores fundamentales, pero no tan reconocidos, es el del comercio social. Los conocidos como mercadillos se mantuvieron pese a todo y, tras la pandemia, con la subida disparada de los precios, siguen ofertando sus productos a un sector de la población tan fiel como afín que se acerca a Las Norias en busca de buenos precios y caras conocidas.

El presidente de la Asociación Riojana de Comercio Social y responsable de este mercado, Enrique Jiménez Gabarri, explica que una cosa es estar, pero otra diferente es sobrellevar la situación, algo que está costando mucho esfuerzo a los 217 puestos que lo conforman.

«Cuando llegó la pandemia, hicimos un trabajo de estructuración, planteamiento y reorganización extraordinario y, junto con Santo Domingo de La Calzada, fuimos el único mercado que siguió funcionando. Ampliamos la distancia y la distribución de las casetas y eso fue el éxito que nos hizo poder seguir», asegura Jiménez.

Pero, lejos de recuperar la estabilidad previa al coronavirus, el mercado encontró un nuevo revés: el encarecimiento de los precios, que provoca un alza en las materias primas y, a su vez un aumento del producto final.

«El IPC está por las nubes y todo nos cuesta más, pero aquí, el 90% de los puestos están asumiendo el sobrecoste para que el precio no sea tan elevado», afirma el presidente de Comercio Social.

Además, Jiménez Gabarri dice ser consciente de lo que su clientela busca. «Es fiel y es la de siempre. Les gusta ir a los puestos donde han generado ya confianza. Y además, les gusta tener la seguridad de que encontrarán un producto a buen precio», confiesa.

En los puestos, distribuidos por la explanada de Las Norias, se observa una gran variedad de artículos a la venta. Neila vende zapatillas de deporte y confirma el problema que supone una economía al alza. «La cosa está mal porque es difícil recuperar la inversión. Vendes barato para no perder a los clientes, pero estás comprando muy caro», se queja.

Algo parecido le sucede a Antonio, que ofrece productos textiles para el hogar. «Tenía excedente de una compra anterior a esta situación y estoy manteniendo los precios», explica. Pero en el puesto contiguo, Ana anota que «esta situación no podrá prolongarse para siempre», por lo que desean que el abuso de la economía se detenga. «Podríamos pagar las consecuencias», se teme.

Por su parte, Cristina, una compradora habitual, está convencida de que eso no sucederá nunca. «He perdido la cuenta de los años que llevo comprando aquí. Siempre hay de todo, los precios son los mejores de La Rioja y, además, funcionan mejor que las grandes superficies, porque si algo que compras está mal o no te convence, vuelves la semana siguiente y se lo dices y no pasa nada», asegura.

Deseo de estabilidad.

Pese a haber sabido recomponerse de la crisis sanitaria, el mercadillo de Las Norias no termina de recuperar su buena salud financiera.

Sustentados por una organización unánime, cada uno de los puestos y familias que lo componen desean un nuevo periodo de bonanza económica.

«Somos una actividad de ocio y la gente viene aquí a pasar la mañana. Valoran la cercanía y el trato que reciben de nosotros, pero por muy valorados y agradecidos que nos sintamos, no podremos respirar si no mejora la renta global», reflexiona Enrique Jiménez, que desea esta vuelta a la 'normalidad'.