La ganadería es la gran castigada del campo

Feli Agustín
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Pierde granjas y cabezas; la mengua de pastos marca la evolución del campo riojano en una década y, al contrario que España, aumenta explotaciones, que dirigen agricultores de una media que roza los 60 años

Las ovejas son los animales cuya cifra más ha disminuido entre 2009 y 2020 - Foto: Óscar Solorzano

El pasado 26 de enero, una de las más grandes manifestaciones de agricultores y ganaderos a las que ha asistido La Rioja en este milenio, recorría las calles de Logroño en un ambiente festivo y reivindicativo. En la comitiva, 300 tractores, cientos de personas y presencia de ganado,  80 ovejas y dos vacas, con las que los hombres y mujeres del campo querían poner el foco en la ganadería, que se ha convertido en el principal motivo de conflicto entre las organizaciones agrarias y el Gobierno de La Rioja.

El Censo Agrario, correspondiente a cifras 2020, publicado recientemente por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y que se elabora cada diez años -once en esta ocasión-, muestra que la ganadería está siendo la gran perjudicada de la actividad agraria riojana y en la última década ha perdido superficie, explotaciones y cabezas.

De hecho,  ha desaparecido una de cada cuatro hectáreas destinadas a pastos,                   el 25,5%, -de 100.408 hectáreas se ha pasado a 74.760 - una circunstancia que marca todo el censo y, al contrario que en nuestro país, La Rioja pierde superficie  agraria utilizada en un porcentaje del 7,35, al pasar de  230.218  hectáreas de 2009 a 213.306, frente al crecimiento de un 0,7% que ha experimentado el campo español. 

Es más, esta comunidad se convierte en el territorio nacional que presenta mayor  reducción en la superficie media agraria utilizada por explotación, con un recorte del 12,4%, frente a una subida media del 7,4% o un incremento del 38,4% del País Vasco, al pasar de 23,03 hectáreas en 2009 a 20,18 en 2020.

Igor Fonseca, secretario general de ARAG, atribuye esta disminución a la gran superficie de pasto en relación a la agrícola en esta comunidad,  por lo que su reducción lleva también a una minoración en la superficie media de las explotaciones.

«¿Cómo no va a haber menos hectáreas si estamos acabando con los agricultores y ganaderos?», se pregunta Óscar Salazar, presidente de la Unión de Agricultores (UAGR), que se muestra muy disgustado con el Gobierno regional por el «seguidismo» que realiza de la línea ideológica que impera en Madrid. 

Sus críticas se centran en la reciente aprobación en el Parlamento de La Rioja de una proposición de ley que deja en suspenso la normativa aprobada a finales de 2021 que limita la construcción de grandes infraestructuras en terrenos de especial interés agrícola y, particularmente, la prohibición de cazar el lobo, circunstancia que supone un importante flanco de conflicto entre el Ejecutivo regional y a las organizaciones agrarias.

«No se pueden tener gobiernos tan débiles», destaca Salazar, que recuerda que La Rioja fue la única comunidad que se opuso a la declaración del lobo como especie no cinegética, que hay muchos ganaderos que abandonan y se pierden explotaciones y cabezas.

En concreto, y según el censo de 2020, en una década han dejado de funcionar un centenar de explotaciones, al pasar de 998 a 893, de todo tipo de animales, aunque las cabezas solo han disminuido en ovinos, conejas y aves de corral. No obstante, la reducción de estas últimas, del 6,4, no es comparable al número de granjas que se eliminan, el  55,1%, lo que demuestra la desaparición de pequeños ganaderos y la concentración en grandes productores o sociedades. Este aspecto es aún más relevante en ganado porcino, que ha visto descender el número de explotaciones en un 24,3%, mientras la cifra de cabezas ha experimentado un crecimiento superior al 55% en una década.

El dirigente de la UAGR culpa también a la PAC, «que no está priorizando el modelo más sostenible,  el de las pequeñas explotaciones» del castigo que está sufriendo la ganadería, pero también la agricultura, una crítica en la que también coincide Néstor Alcolea, secretario de Organización de UPA, que destaca que avanza el monte de utilidad pública en detrimento de los pastizales.

«La PAC favorece a las grandes multinacionales y empresas», señala Salazar, mientras Fonseca, por su parte, alerta de la desaparición de ganadería que mantiene población en parte del territorio donde no existe otra alternativa económica;además «de modelar el paisaje y  mantener el bosque».

Más tierra arable. Al contrario de lo que sucede con los pastos, que a pesar de su disminución siguen ocupando el 35% de la superficie agrícola riojano, Alcolea destaca que ha aumentado el porcentaje de tierra arable un 6,3%, casi tres puntos por encima de lo ocurrido en nuestro país, donde ha sido del 3,68%. «Es necesario tener explotaciones más grandes para obtener igual rentabilidad», coinciden  Alcolea y Fonseca, que  señala que en La Rioja «vamos poco a poco» a una primacía de cultivos leñosos, esto es, viña, almendro y frutales

En concreto, y según refleja el Censo Agrario, este tipo de cultivos han experimentado un crecimiento general, excepto el olivar, destacando el viñedo, que ha pasado de 41.621 a 44.640 hectáreas, o los frutales, que presentan un crecimiento porcentual aún mayor, del 10,7%, de 10.778 a 11.926 hectáreas.

Mujeres y mayores. Otra de las diferencias que refleja el censo riojano frente al nacional es el aumento del número de titulares, que han pasado de 10.234 a 10.802 [el responsable de UPA avisa de que hay que analizar las cifras con cautela, porque el número de agricultores profesionales es muy inferior], donde destaca la escasa presencia de mujeres titulares de explotación, que no alcanzan el 20%. 

Además el otro gran  elemento que define a los profesionales del campo riojano, y en esto sí coinciden con sus homólogos españoles,  es su envejecimiento. Con una media de edad que roza los 60 años, no llega al 18% el porcentaje de titulares de explotación que tienen menos de 45 años. 

El dirigente de ARAG-Asaja destaca que la falta de rentabilidad resta atractivo al sector, lo que lastra el relevo generacional en una tarea que exige una labor «sacrificada»,  inversión, riesgos «y una dedicación mayor de las ocho horas y librar sábados y domingos».

Es esta circunstancia la que debilita la lucha contra el reto demográfico, un combate que será estéril  sin una estrategia para el mantenimiento de la  actividad agraria. «Son los agricultores y ganaderos los que dinamizan el medio rural», destaca Igor Fonseca.

«Con gran parte de los agricultores en edad de jubilación o que van a hacerlo en diez años, si no somos capaces de hacer atractiva y rentable la actividad agraria, el abandono va a ir creciendo», argumenta Alcolea, que coincide con el dirigente de ARAGen que es esta, la principal actividad económica del campo, debe sustentarse con una estrategia decidida.

«Si no se mantiene la actividad agraria y ganaderas, los pueblos van a menos; favorecer el desarrollo rural y lucha contra el reto demográfico pasa por sostener la actividad económica que hay en los puebles», sentencia el secretario de organización de UPA.

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