"Aunque facturemos como en 2019, los beneficios han caído"

Gustavo Basurto
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Los hosteleros han entregado a Francisco Martínez-Berges el timón de la patronal del sector por otros 4 años. El reelegido presidente reclama a los políticos más promoción y mejores comunicaciones

Francisco Martínez-Berges, en la barra de su cafetería. - Foto: Óscar Solorzano

A Paco Martínez-Berges le gusta decir que su gremio, el hostelero, vende alegría. Bares y restaurantes parecen haberla recobrado, pero el presidente de la asociación Hostelería Riojana matiza: no es oro todo lo que reluce.

Cuatro años más al frente de Hostelería Riojana. ¿Le ha cogido gusto al cargo?
No, en absoluto. Este es un cargo que no tienen ninguna remuneración y que me obliga a pasar al menos dos veces por semana por la FER y a asistir a reuniones y asambleas, un tiempo que no dedico ni a mi trabajo ni a mi familia. Tengo que reconocer que defender a mis compañeros me agrada y los defenderé hasta el último día. Mi mandato iba a finalizar en febrero de 2024, pero después de todo lo que hemos pasado con la pandemia, comenté en la FER que quizá pensábamos que lo estábamos haciendo bien y sin embargo hubiera gente que pensaba lo contrario. Por eso puse mi puesto a disposición de la asociación, por si había alguien que quisiera formar otro equipo, pero nadie se presentó. 

Hace dos años y medio le entrevistábamos en El Día en un momento en el que el panorama para su sector era desolador por la pandemia. ¿Los hosteleros viven hoy un momento dulce?
Comparando con aquello, por supuesto que sí; la diferencia es que estamos abiertos y podemos trabajar. Pero si lo comparamos con 2019, estamos más o menos apré; yo diría que la hostelería es el único gremio que ha crecido en número de trabajadores con respecto a 2019, pese a que tenemos fama de pagar mal, de explotar y de no sé qué. Lo que sí sé es que en este país tenemos 23.000 trabajadores más en hostelería que en 2019, con todo lo que hemos pasado. 

¿Y su sensación es que La Rioja va en esa misma dirección?
Mi sensación es que hemos recuperado todo el trabajo de 2019, pero no los beneficios de ese año. Es verdad que parece que hay alegría en la calle y que hemos recuperado la facturación de 2019, pero a costa de unos gastos desmesurados. Les he dicho a mis compañeros que calculen muy bien los costos del producto y que hagan escandallos para determinar los precios.  

¿Y han repercutido ese incremento de costes en los precios?
Hemos subido un 7,1 por ciento los precios este año, cuando hasta el mes pasado teníamos el IPC al 7,6 y la media de encarecimiento de los productos que compramos nosotros es de un 15 por ciento y algunos hasta un 50 por ciento. Los huevos, las patatas, el aceite...; y no digo nada de la subida de la electricidad y del gas. Aunque facturemos lo mismo que en 2019, los beneficios se han recortado sobre un 15 o un 20 por ciento. 

Pero la inflación y los costes de la energía afectan a todos los sectores y no todos han ganado empleo y recuperado facturación. ¿Son ustedes especialmente dados a quejarse?
No, no, los motivos están ahí. Yo no digo que negocios de otras ramas no lo estén pasando mal; al revés, hay gente que no sé cómo siguen abiertos. Por ejemplo, las panaderías con hornos eléctricos, que están sufriendo tal vez más que nosotros. Pero yo hablo de mi gremio. Estamos intentando aguantar, porque si las cosas fuesen tan bien, ¿cómo es posible que un 12 por ciento de los locales de hostelería de Logroño estén cerrados o en traspaso? Ya nadie quiere pagar por un traspaso, porque con números reales en la mano, esto no da para más. Por ejemplo, el pinchopote es inviable a los precios de 2019. En la calle Laurel había unos bonos para los turistas que ha habido que retirar y hacerlos con otros precios, porque eran inviables.

Para ustedes, ¿el covid de hoy es la inflación?
Totalmente. Y el problema es que no vemos el final. Oímos a especialistas de los bancos y demás y seguimos sin entenderlo...nosotros somos pequeños empresarios, trabajadores, autónomos y lo que hacemos es meter todas las horas del mundo para ganar un 20 un 25 por ciento. Si hiciéramos el cálculo de a cuánto le sale la hora al típico autónomo que tiene un bar con su mujer, muchas veces no llega ni a tres euros la hora.

La energía es uno de los sobrecostes que más sufre su sector. ¿Cuánto paga hoy de media de luz un bar o un restaurante en Logroño y cuánto pagaba hace dos años?
Un local medio de hostelería, una cafetería de 100 metros que abre por la mañana y cierra por la noche, o un bar de las calles Laurel, San Juan o María Teresa Gil de Gárate, que tiene planchas, estaba en unos 1.000 euros al mes y ahora está entre 3.000 y 3.500 euros por electricidad y gas, dependiendo con qué compañía esté. Si están en la FER, un poco menos, porque compramos energía en el libre mercado unidos a otras 3.000 empresas de todo el norte. 

Recientemente hicieron un apagón simbólico por los precios de la energía. ¿Habrá más protestas?
Yo protestaría todos los días, aunque luego la gente me diga que no hacemos otra cosa que protestar. No entiendo que cada día haya más impuestos y menos gente trabajando, con lo cual hay que mantener a más gente sin trabajar, y estemos aquí pendientes del Mundial de Fútbol sin hablar de nuestros grandes problemas.

¿De qué deberían hablar los políticos?
Todos ellos están hablando de cuál es su puesto para las siguientes elecciones. Pero los problemas del día a día están sin solucionar. 

En los momentos duros de la pandemia, ustedes temieron que la gente se acostumbrase a quedarse en casa y perdiera el hábito de salir bares, de copas o a cenar a un restaurante. ¿Han perdido clientela por el camino o siguen siendo el gran referente social de este país?
Somos los que vendemos alegría y quienes hacemos olvidar a la gente los malos ratos. Es cierto que los clientes han vuelto a nuestros locales, pero ni mucho menos como en 2019. Hemos cambiado las formas de trabajar y de divertirnos. El ocio nocturno lo está pasando mal; los restaurantes antes estaban casi al 50 por ciento en las comidas y en las cenas tenían casi lleno y ahora en las comidas hay movimiento pero las cenas han caído muchísimo. Los fines de semana se trabaja bastante bien, pero entre semana se sufre muchísimo. Hay gente que ha decidido cerrar día y medio o dos días, porque no le es rentable. Y vemos restaurantes que cierran sábados por la noche y domingos, porque los costes del personal en festivo son mayores.

¿Ha cambiado la forma de salir?
Mucha de la gente que antes salía de copas se ha pasado al tardeo, pero no con lo que había antes. La gente dice de los locales: '¡estaba lleno!'; pero la facturación no es tal, porque si antes se comían cuatro pinchos, ahora lo hacen con tres, antes nos tomábamos dos copas y ahora con una libramos, vemos terrazas que pueden parecer llenas, pero los clientes se están hora y media en el asiento. Según está la cosa, no nos quejamos, pero una cosa es lo que parece y otra el dinero que entra en la caja. Si a eso le sumamos el 6,5 por ciento de subida de sueldos de este años...igual los autónomos tienen que decirle al Gobierno que quieren cobrar como sus empleados, porque nos llevaríamos sorpresas al ver que hay muchos que firmarían el sueldo y las horas y derechos de sus empleados.

¿Siguen faltando camareros?
Falta mano de obra en muchos gremios y en el nuestro también, pero mano de obra que sepa; si yo tengo que enseñar a un empleado y a la vez pagarle 1.186 euros limpios al mes, no es llevadero. Me hacen mucha gracia los que salen por ahí hablando de las horas que trabajan y que con contratos de cuatro horas les hacen trabajar diez. Pues no entiendo por qué lo aguantan, con todos los puestos que hay libres; todo el mundo está buscando trabajadores. 

¿Y esas situaciones de explotación laboral son habituales?
En todos los sitios cuecen habas y en algunos calderadas. En la asociación Hostelería Riojana la gente es seria, paga a sus empleados y les trata con educación y conforme a los contratos. Puede ser que haya gente por ahí que no se comporte así, no lo voy a negar, pero en la hostelería seria no ocurre. Y repito, que esos camareros que dicen que les explotan, que se vayan a otro local, porque hay muchos sitios donde poder trabajar con total legalidad. 

Las terrazas salvaron a la hostelería cuando se prohibió consumir en interiores o se fijaron aforos. ¿Se han consolidado como la gran baza de rentabilidad para los negocios?
En su momento, fueron parte de la salvación de bastantes negocios. Tengo que dejar claro que aunque el Ayuntamiento de Logroño nos echó una mano, al permitir ampliarlas, hemos pagado por ellas como en años anteriores. Y esas ampliaciones obedecían también a que nos obligaban a tener mesas separadas a mayor distancia, con lo cual aunque parecieran el doble, las sillas y mesas eran prácticamente las mismas que teníamos antes del covid. Y por las que pagamos lo mismo que se pagaba en 2019. Nadie nos ha regalado nada, porque hemos pagado impuesto, agua, basuras y de todo, mientras que en algunas ciudades, como Zaragoza, llevan sin pagar por las terrazas desde que empezó el covid. 

Se está redactando una ordenanza de terrazas. ¿Qué les parece?
No sabemos cómo está. Hemos intentado por activa y por pasiva reunirnos con el Ayuntamiento para regular las terrazas con acuerdo, pero a los políticos en general, y no hablo de alguien en particular, que les puedas decir cómo hacer las cosas con el menor daño posible para vecinos, comerciantes y hosteleros no les gusta;lo tienen que hacer ellos de la manera que quieren. Tenemos información de que hay un estudio sobre las terrazas más o menos preparado, pero con nosotros no han contado ni nos han escuchado. Habrá que ver cómo lo sacan, pero creo que, por el borrador que se ha filtrado, de lo que les dijimos han hecho poco caso. Siempre hemos dicho que las terrazas tienen que ser acordes a los servicios y a los frentes de fachada de los locales y creo que de eso hay poco. 

¿Hay alguna ciudad de la que tomar ejemplo en cuanto a terrazas?
Cada una tiene sus cosas buenas y malas. Pero veo las terrazas de Zaragoza y el coste de los cierres es mucho menor que los de los que se exigían aquí;y vemos Madrid, donde han dado permiso a todo el mundo para que tenga por lo menos cuatro o seis mesas. Se habló aquí de poder quitar dos o tres plazas de aparcamiento en las calles para dar un poco más de espacio a las terrazas;todo eso está en 'veremos'. 

En teoría, la política del Ayuntamiento de recortar espacio a los coches y hacer aceras más anchas iría bien para tener terrazas más espaciadas y agradables, ¿no?
Usted puede tener una terraza grande y bonita, pero si no tiene comercios, oficinas y vehículos alrededor no tendrá clientela. Ahora que está San Antón de actualidad, resulta que ni vecinos, ni comerciantes ni dueños de lonjas y pisos quieren una calle semipeatonal; porque Logroño es como un barrio de una ciudad grande y la hostelería y el comercio no pueden vivir solo de los logroñeses, necesitan a los de los pueblos de los alrededores, que tienen que poder entrar en Logroño y llegar a las calles. No hay ninguna calle de Logroño que se haya peatonalizado o semipeatonalizado en la que no haya caído el comercio. Pongo ejemplos: Portales, Bretón de los Herreros, Guardia Civil-Saturnino Ulargui y María Teresa Gil de Gárate; en todas ellas solo queda hostelería. Además, los datos de las inmobiliarias indican que en las calles peatonales las lonjas y los pisos pierden un 30 por ciento de su valor. En la última reunión le llevamos al Ayuntamiento un estudio sobre siete ciudades similares en las que se han hecho peatonalizaciones y en la que menos, el comercio ha caído un 40 por ciento. 

¿Qué opina de la idea del Ayuntamiento de ordenar el reparto de mercancías en el centro con puntos de distribución y vehículos limpios, para evitar el trasiego de furgonetas?
El reparto nos afectará a todos. Me pregunto cómo se van a repartir en el casco antiguo semanalmente más de mil barriles de cerveza; ¿con bicicletas? Hace cuatro días éramos la ciudad más verde y con el aire más limpio de España y ahora parece que tenemos que forzarlo todo a costa de la economía y del empresariado. Y además, para qué queremos vehículos eléctricos si no hay puntos de recarga en la ciudad. También hay una ley que dice que los ayuntamientos tenían que poner baños públicos y fuentes y yo me pregunto dónde están. 

La alta cocina riojana no para de ganar estrellas Michelin. ¿Eso ayuda al resto del sector?
Todos nos necesitamos. ¿Quién trae más gente, los estrellas Michelin o la calle Laurel? Unos, para unos clientes, y otros para los de otro tipo, pero todos tenemos que ir de la mano. Sin el bar pequeño de barrio, sin las discotecas, sin los pub de copas y los hoteles no vendrá nadie. 

¿La esencia y el encanto de la Laurel y la San Juan están asegurados de cara al futuro?
Es nuestra forma de vida y tenemos que mantenerla de cara a la economía y al prestigio de Logroño. Hace poco hemos visto un acuerdo de unión de la Laurel con el Tubo de Zaragoza y se hará con otras calles emblemáticas de pinchos de toda España. Hay que seguir potenciando Laurel y San Juan, igual que María Teresa Gil de Gárate y algunas otras.

Las obras en las Cien Tiendas y el Mercado de Abastos, con fondos europeos que ha recibido el Ayuntamiento para mejora comercial, ¿beneficiarán también a la hostelería?

Si esas reformas se hicieran de acuerdo con comerciantes y vecinos podríamos decir que van bien a todos, pero hacerlo sin consultar no es la mejor manera. Que llegue dinero de fuera es bueno, pero para hacer lo que necesita la ciudad, no para hacer lo que diga Europa que hay que hacer, porque tal vez lo que hace es perjudicarla.  

Valle de la Lengua tiene una parte importante de atracción de turismo, al que está ligado la hostelería. ¿Cómo ven ese proyecto?
Siempre hemos pedido a los responsables políticos del turismo que el dinero que haya se destine a promoción. Pero lo primero que tenemos que hacer es resolver el problema de comunicaciones que tiene La Rioja para que la gente llegue aquí, porque estamos muy atrasados. Estas otras acciones, como Valle de la Lengua o la Ciudad del Envase, si se hacen, claro que van a mejorar. Todo lo que llegue es bienvenido, pero hay que empezar la casa por los cimientos y eso es facilitar la llegada de la gente, con buenas carreteras, con tren, avión...Y a partir de ahí, el dinero que haya, para promoción, promoción y promoción.