«Mi vida ha sido investigar, impartir y servir a los demás»

Francisco Martín Losa
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Ana Ponce de León, presidenta de la Red de Investigación Internacional "OcioGune", profesora por vocación y en 2017 nominada nacional a Mejor Docente de la Universidad, participa en Encuentros, en El Día de La Rioja

«Mi vida ha sido investigar, impartir y servir a los demás» - Foto: Ingrid Fernández

Personajes son todos los que pasan por esta ventana del periódico cada quince días y tienen cabida en estos relatos. Son encuentros que se asumen en cuerpo y alma por unos ciudadanos y cuidadanas que no andan detrás de los focos mediáticos, ni están en la carrera de arrebatar un flash a la cámara, pero su actividad profesional ha dejado huella en la sociedad riojana. Aquí está con voz y talento Ana Ponce de León, que podía haberse jubilado como docente hace cuatro años, a los 60, pero que sigue todavía, sin haber perdido curiosidad ni atención por las cosas. Ganadora y reconocida con todos los premios del mundo, empujando a su equipo, gente muy válida, que trabaja en la Educación social, contribuyendo a una Rioja más solidaria. Esto quiero decirlo como introducción al relato que sigue sobre una riojana que, al contar su vida, pone concepto y alegría en sus palabras, porque está disfrutando de una etapa muy feliz.

Cinco hermanas. A fin de cuentas, Ana ha hecho más cosas en la vida, seguro, pero, por encima de todo, enseñar, investigar, impartir conocimientos y un voluntariado por los demás. Y eso explica lo que, en la singladura de su vocación, cuenta como primera asignatura: «Los años de escolaridad primaria fueron en Alberite, mi pueblo, en el colegio público hasta que, a los once, comienzo el Bachiller en Logroño. Esta etapa estuvo caracterizada por una educación diferenciada, aulas de chicas, separadas de aulas de chicos, lo mismo que el Bachiller, en Agustinas, que entonces era privado. Durante ese tiempo, de 6 a 11 años, solo era de niñas y comía en el colegio, lo que se conocía como 'mediopensionista', con clases mañana y tarde y me desplazaba en al autobús desde Alberite. Mi padre era labrador y le hubiera gustado tener un hijo, pero le salieron cinco hijas. La mala suerte que tuve es que mis padres fallecieron en siete meses de muerte natural cuando yo tenía 26 años, la pequeña, aunque nunca me he sentidos sola y mis hermanas siempre me arroparon. El COU lo hice en el Instituto Sagasta y Magisterio en Logroño que dependía de Zaragoza.

La verdad es que los veranos de entonces, que recuerda Ana, tenían una autenticidad que no se puede desconocer ni olvidar: «En el pueblo, los veranos eran maravillosos. Llegaban familias de veraneantes, en su mayoría bilbaínos, y se disfrutaba mucho de esa población nueva que venía con aires vascos. La gente del Norte buscaba los pueblos de La Rioja por el sol y el clima. En la adolescencia y juventud, fui muy deportista, siempre se me veía jugando a pala en el frontón o a cualquier deporte y en bicicleta, íbamos a los municipios de alrededor. También me dio por el balonmano, que había mucha afición en Alberite, y jugué en el equipo de mi pueblo».

«Mi vida ha sido investigar, impartir y servir a los demás»«Mi vida ha sido investigar, impartir y servir a los demás» - Foto: Ingrid FernándezMagisterio sí o sí. A  Ana no se le ha puesto nada por delante y ha podido con todo. Sus planes, tuvieran el rumbo que tuvieran, le llevaban a la educación y a la enseñanza: «La verdad es que yo iba por Químicas porque, en quinto de bachiller, la profesora Velasco, que recuerdo con mucho cariño, nos dio una química que me ha servido para toda mi vida, incluso para Magisterio. Y nos metió tanto el gusanillo que mi primera opción era hacer Químicas, pero entonces en Logroño no había esos estudios y solo teníamos, entre las poquitas cosas, Magisterio. Hoy es una suerte que se puede elegir entre tantas titulaciones universitarias».

Los primeros cursos estudiantiles saltan de corrida y sin tiempos muertos hacia su profesión: «Haciendo COU y los tres siguientes de Magisterio, trabajaba los fines de semana y, en verano, curraba en la colonia de Albelda, que era de la Caja de Ahorros de Bilbao. En el curso estaban, en régimen de internado, niños del País Vasco, a estudiar EGB, algunos con problemas de respiración y con un nivel socioeconómico medio bajo y, en verano, las instalaciones se convertían en colonia y pasaban niños y niñas, en períodos de 15 a 20 días. Estoy recordando que sería entre los años 1975 a 1978».

Número 1 de La Rioja. El secreto de la enseñanza es convertir en cosa humana y genérica lo que dirige a cada persona. Nuestra protagonista todavía no se ve realizada y, con el título de maestra, atrapa la posibilidad de hacer sustituciones en Agustinas por cinco años. Al tiempo, estudia Pedagogía a distancia y le animan en su casa a opositar al Cuerpo de Maestros, tanto que aquel julio de 1983, las aprueba con el número uno de La Rioja en la rama de Matemáticas y Ciencias. Pasó entonces por las aulas de Lardero, Albelda y Santo Domingo de la Calzada y otros seis cursos en los colegios de Logroño, San Millán y Gonzalo de Berceo. Son años duros: «Compaginar el trabajo, sobre todo cuando eres una profesora novel, al alimón con los estudios universitarios, fue difícil, pero me sirvieron mucho para mi quehacer docente, para mejorar y fortalecer mi pedagogía. A mí me gustaba la formación del profesorado y mi sueño era alcanzar un puesto en la universidad».

«Mi vida ha sido investigar, impartir y servir a los demás»«Mi vida ha sido investigar, impartir y servir a los demás» - Foto: Ingrid FernándezLogra una plaza de profesora asociada, acaba la tesis doctoral y consigue ser titular, después, profesora de universidad y, por fin, catedrática.

Formando maestros. El espíritu no entra en el tiempo que es, Einstein dixit, y se ha formado en los tiempos que corren: «No es que me gusten los niños: es una tarea de servicio y estoy ilusionada con mi trabajo. Yo vengo de la cantera, dicho en el argot del fútbol. Vengo de abajo, he estado quince años ahí y doy lo mejor a mis futuros maestros porque me dedico a formar maestros, les expongo las situaciones reales que se les pueden plantear y cómo se pueden resolver. Y eso, los demás lo ven y lo valoran positivamente».

Todo docente ha de ser investigador y transferir esos conocimientos al mundo social, afirma: «Mi tema es el ocio como formación de la persona. Desde mis primeros años de la escuela me interesó la investigación acerca del ocio, ese espacio que no es escolar, tremendamente útil para el desarrollo de la persona, para el desarrollo de la ciudadanía, el ocio, como formación de la persona, dependiendo de cómo se utilice ese tiempo libre. En torno a ese campo, como espacio educativo, he generado un grupo de trabajo en los años noventa y a raíz de mi tesis doctoral y de otras que he dirigido, hemos creado un equipo, con seis profesoras de la Universidad de La Rioja, implicados en el ocio intergeneracional, en cómo se pueden beneficiar tanto el abuelo como el niño, en ese espacio en que conviven y participan conjuntamente. Hay muchos hábitos del ocio: el ocio cultural, el ocio deportivo, el ocio del lector y el ocio del voluntariado. Todo se encarama a  la construcción de la persona porque la personalidad de una persona se forma a la largo de toda la vida y toda la vida es formativa», relata

Servicio a los demás. Todo ser humano debe tener un lado no solo laboral, sino también de servicio, en este caso, positivo: «En los años 90 llamó a mi puerta Julio Gil, un sacerdote de la Sagrada Familia por esta iniciativa: ¿Por qué no abrimos una escuela para formar a los monitores de la parroquia con los que anualmente hacemos campamentos? Y desde tiempo, estamos ahí en una escuela de tiempo libre, Ayuco, donde todo el voluntariado lo hacemos desinteresadamente y es una actividad que no la dejaría por nada del mundo. Entra gente joven y soy la mayor, pero esa tarea construye mucho a la persona, hacer algo que no tenga una remuneración económica, hacer todo por servicio a los demás».

A pesar del tiempo, está animosa y participa echando en la mochila los tantos que ha marcado, sacando tiempo de debajo de las piedras: «Esto va en las personas, soy sencilla, tremendamente trabajadora, inquieta, una persona del mundo con la suerte de contar con unas compañeras que han participado conmigo de estas ideas, formando un equipo extraordinario».

Vicerrectora y nominaciones. Hay en ella una personalidad fuerte, valiente, que fundamenta la personalidad de la mujer para afrontar cualquier meta: «Hace poquito, en el 2017, me nominaron Mejor Docente de la Universidad, a nivel de España y fui finalista con otros 60 profesores de toda España. No quería ser la mejor: quería ser una de las mejores y me hizo gran ilusión, un buen espaldarazo como docente e investigadora».

Con la Universidad llegó toda clase de experiencias: «La tercera pata de la Universidad es la gestión y he formado parte con todos los equipos rectores de la Universidad de La Rioja y fui vicerrectora de Innovación Docente del  2001 al 2004, con Carmen Ortiz cuando entra la innovación en los centros universitarias. Carmen me invitó a participar en la Universidad en los años en que se construía el proyecto de Europa, la convergencia de las titulares europeas y una medida de créditos. Es una etapa de mucho sacrificio, no hay horarios de comienzo ni fin, de grandes satisfacciones porque estoy configurando un equipo de personas, muy válidas y con ilusión, el Grupo Afydo, en su primer nombre y luego toma el de Desafío, ya a nivel nacional. Fruto del trabajo en equipo son las múltiples investigaciones realizadas y las numerosas publicaciones en revistas de impacto, en total 79, destacando una serie de libros vinculados a la docencia y a la preparación de oposición al Cuerpo de Maestros, hasta 28. Siempre he tratado de acercar la escuela a la Universidad y la Universidad a la escuela. Ejerciendo como vicerrectora de Innovación, me distinguieron con el Premio del Consejo de Coordinación Universitaria al Plan de Innovación Docente».

Intercambio de experiencias. En el trabajo, como en la vida, lo difícil es acertar en el cuándo y en el cómo y Ana anda siempre con la puerta abierta de par en par: «Antes no se daba formación a los gestores y fue una etapa de gran dedicación y esfuerzo. Con el rector Urbano Espinosa fui directora de Magisterio y desde 1998 me ha tocado coordinar a los chicos cuando van a las prácticas. Yo vengo de la escuela pero la Universidad y la escuela eran mundos separados y puse mi empeño en vincular a ambas, sobre todo, a los maestros riojanos que los conozco en su totalidad y pueden aportar muchísimo por su enorme experiencia. Aquí configuramos unos años en los que los maestros venían a aprender y ofrecer sus experiencias a los alumnos de la Universidad».

Ana lleva sus años en lo que dice y ni carga las tintas ni pierde el tono coloquial, convincente, a la hora de definir la escuela rural: «Se está poniendo mucho énfasis y es verdad que la escuela rural sufre de muchas carencias pero tiene muchas oportunidades con buenos maestros vinculados al mundo rural. Precisamente, con un compañero, vamos a embarcarnos en la escuela rural porque la escuela rural y la familia es un engranaje que sirva de modelo a todas las escuelas urbanas y a otras escuelas rurales. La familia y la escuela rural, en un pueblo de menos de 500 habitantes, se funden en una unidad extraordinaria».

Familia- Escuela, buen binomio. Tirando del hilo, llegamos al trágico fenómeno del fracaso escolar: "Es un tema interesante y debiéramos ponerle más énfasis. El desarrollo de la persona y los aprendizajes no se producen sólo en la escuela: se producen también en la familia. Cuando yo estudiaba, el único foco era la escuela pero se dan muchos contextos para formar y deformar y la familia es un ámbito de máxima importancia en la formación de la persona, delegando a la escuela muchas cosas que son de la familia. El ámbito del ocio hay que cuidarlo más: cuando un niño ve a sus padres leyendo en casa, ese hábito permanece y cuando sale con su padre a hacer deporte, va creando una cultura del deporte. Los maestros, en su gran mayoría, hacen más de lo que pueden con aulas de 25 escolares y de tanta diversidad que es para volverse locos. Si no asiste la familia a ese desarrollo, es difícil que el maestro pueda llegar a su diversidad».

Y del fracaso escolar uno salta, como un autómata mental, al Informe PISA, que lleva a maltraer a educadores, a la Administración, a los padres y a los mismos políticos. ¿Sirve o no sirve, o es un arma arrojadiza de la oposición contra el Gobierno de turno?  «Claro que sirve para saber dónde estamos. A los españoles nos caracteriza que ponemos muchos proyectos y no los evaluamos. PISA es una evaluación general que sirve para mejorar, ver dónde está España como país y el propio centro».

Desarrollo y nuevos retos. Metidos en la actualidad, topamos con la nueva Ley de Educación y el espinoso capítulo de pasar curso con suspensos. Me da en la nariz que no es santo de su devoción aunque desvía la respuesta a un principio muy respetable: «Hay que conocer qué hay detrás de cada alumno: si es un resbalón esporádico o es un escolar en que su estado de ánimo es repetir y pasar. Tenemos que ver a cada niño lo que necesita y no me olvido de los superdotados, de altas capacidades. En toda mi investigación hablamos de desarrollo humano, desde una perspectiva humanística, donde tratamos todo el ámbito del ocio. Los profesores universitarios nos apoyamos en tres patas: la docencia, me gusta ser docente; la investigación, que llevo adelante en un proyecto nacional con fondos traídos del Ministerio, y la gestión. Y hay una cuarta, que es la transferencia y estoy haciendo a la Dirección General de Cultura el censo de los espacios culturales y un plan de deportes a la Dirección General de Deportes. Estos son mis dos grandes retos que me tienen muy ocupada». Pero no le causa un inconveniente dar clases: «Todos los años, los profesores somos tutores de prácticas y soy una de las que va a las clases y aprendo un montón. Concretamente, el curso pasado me tocó el colegio Corazón de María, Escolapias, y asistí a una clase de Infantil. Fue una verdadera gozada».

Así se habla en Alberite y alrededores. De su pueblo, posiblemente, ha heredado un afán por investigar y sus metas son tan fecundas como completas e innovadoras: «Todos mis libros tratan de educación, pero hay uno del que estoy enamoradísima y te lo voy a regalar. Se trata del léxico típico de Alberite. No exclusivo, por eso es específico, editado con mi compañero Javier Mangado, que es el gran experto. Es un estudio de cerca de 700 páginas, muy profundo, de las palabras de mi pueblo y también de otras localidades de La Rioja, que las compartimos todos, sin darnos cuenta. De cada una se hace un estudio, comparándolo con los diccionarios de Navarra o de Aragón y habrá palabras que son más exclusivas de Alberite. Bueno, es nuestra cultura, cómo han ido evolucionando las palabras de la sierra al valle. Es importante tener palabras propias, que son exclusivas de nuestra tierra. Por ejemplo, ¿tú sabes lo que es remostrico? Pues son ciertas frutas que no tienen hueso, como la manzana o la pera, que se desecha por no ser comestible, constituída por el rabo y por el corazón o parte central en la que se encuentra la semilla. O, por ejemplo, maitinear, que se decía para ir a hacer las tareas del campo. Nos tiramos tres veranos hablando con la gente y en el invierno trabajábamos en el despacho. Tengo la esperanza de que llegue a la Real Academia de la Lengua. En suma, forma parte de nuestra historia y no se puede perder».

A todas partes en Vespa. Por cientos, por miles, se cuentan los alumnos, y también maestros, que han pasado por las clases de Ana, en sus 15 años de maestra, 28, como profesora de Universidad y 31, ejerciendo el voluntariado, ponencias en congresos, tribunales de tesis, oposiciones por media España, artículos que ni te cuento y más premios. Es patrona de la Fundación Proyecto Hombre-La Rioja y se desplaza en moto de aquí para allí: «Siempre me verás en mi Scooter 125, que me lleva a todas partes». Seguramente la única catedrática universitaria.

La vida de Ana Ponce de León es la entrega por vocación a la enseñanza y la educación, no se le ha puesto por delante nada imposible y no está pensando en la reserva. Es el nuevo prototipo de mujer ante la vida, una de las más profundas mutaciones que registra la historia contemporánea de nuestro tiempo.