El calor castiga al olivo y merma producción en un 60%

R. Muro
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Las altas temperaturas influyeron en la floración en mayo y junio en plantaciones que se ven afectadas ahora por otra ola de calor en plena formación del hueso

Una plantación de olivo en La Rioja - Foto: El Día

La ola de calor que azotó La Rioja el pasado mes de junio supuso una «escabechina» para el olivo riojano de secano, mayoritario actualmente en el ámbito de la Comunidad autónoma. Incluso las elevadas temperaturas que se produjeron ya en el mes de mayo contribuyeron a  frenar la floración y provocaron «que cayera bastante flor». Los datos se presentan con una rotundidad alarmante, según Manuel Catalán, responsable de la Almazara Ecológica de Alfaro y expresidente del Consejo Regulador que protege el aceite riojano. «En secano se ha podido perder hasta el 60% de la cosecha», augura. Pérdidas que afectan en líneas generales a las 5.651 hectáreas de olivar distribuidas fundamentalmente por La Rioja Baja y La Rioja Media y con una posición testimonial en La Rioja Alta. Ahora bien, «en regadío ha afectado mucho menos ya que se puede regar antes  y después de la floración», detalla el expresidente del Consejo. 

En cualquier caso, el olivar riojano se encuentra dentro de lo que el propio Catalán define como la tormenta perfecta. A los calores de junio hay que sumar que en el mes de julio «se produce el endurecimiento del hueso y el estrés hídrico resiente al olivo y puede generar que caiga la oliva». Otro problema más para una cosecha, fundamentalmente la de secano, que se enfrentaba de por sí a un año complicado. Durante las pasadas campañas el sector riojano recogió 12.684 toneladas de oliva, lo que aproximadamente se traduce en unas 2.000 toneladas de aceite, según los datos recogidos por el responsable de la almazara de Alfaro de las estadísticas que maneja la consejería de Agricultura.

Sin embargo, dentro de esta tormenta perfecta a la que se refiere Catalán, surge un dato que si bien no adquiere el tono positivo necesario, si minimiza el daño. Poco a poco el olivo de regadío (2.709 hectáreas) va aproximando el número de hectáreas y de árboles al de secano (2.942). Es decir, un reparto actual prácticamente similar entre las variedades tradicionales en La Rioja de secano como la redondal o la royuelo y la arbequina en las nuevas plantaciones en regadío. 

Todo ello gracias a una reconversión que en La Rioja arrancó hace unos años sin buscar precisamente una mayor resistencia del olivo a los extremos climatológicos, sino más bien porque estas plantaciones se presentan «más rentables, fundamentalmente en súperintensivo». Un factor clave al que hay que sumar el hecho de que el 90% admite la mecanización para la recogida de la oliva. «Muy importante -aporta Catalán- ante la escasez de mano de obra actual.

«mala» campaña. En cualquier caso habrá que esperar al próximo mes de septiembre para comprobar la evolución del olivo con la mirada puesta ya en los últimos días de octubre, y en los meses de noviembre y diciembre, cuando se materializa la recogida. Momento para concretar las pérdidas de una campaña que «ya de por sí, y al margen de la climatología, ya venía mal», concluye el expresidente del Consejo Regulador.