Al calor de las mantas de Ezcaray

Javier Alfaro
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El uso de fibras naturales exclusivas como el mohair han convertido este producto en un artículo de lujo, muy demandado por grandes firmas de moda, que no ha notado cambios con las crisis actuales

Ignacio Valgañón, responsable de Marketing y tercera generación familiar al frente de Mantas Ezcaray. - Foto: Óscar Solorzano

Son tradicionales, muy especiales y, en cierto modo, un producto premium. Hechas de lana mohair, procedente del pelo de cabras Angora, las mantas de Ezcaray no son la típica extensión de tejido que se pone uno para ver una película mientras come palomitas en casa. Así lo indica, Ignacio Valgañón, responsable de Marketing y tercera generación al frente de una compañía con más de 90 años de historia.

Esta fábrica, en plena Sierra de la Demanda, da trabajo a más de medio centenar de personas y factura oficialmente «más de 3 millones de euros al año», fiel a la filosofía de Cecilio Valgañón, creador en 1930 de la empresa. Entonces, decidió transformar la producción de paño y trajes militares en sus telares manuales, por la de pañuelos, bufandas, echarpes y mantas con lanas de la zona. 

Sería dos décadas después cuando la familia descubrió «el gran poder calorífico del mohair, que es el material que nos diferencia, una fibra natural, con muy poco peso, gran resistencia y excelente calidad, considerado para muchos de lujo», señala su nieto. Actualmente han optado por utilizar, únicamente, material procedente de Sudáfrica «que ofrece unas características muy especiales, con la mejor calidad, aunque cada vez es más complicado obtenerla por las dificultades de aprovisionamiento, abastecimiento y transportes, que han encarecido esta materia prima».

Una trabajadora teje con la ayuda de uno de los telares históricos de la fábrica artesana.Una trabajadora teje con la ayuda de uno de los telares históricos de la fábrica artesana. - Foto: Óscar SolorzanoEn algunos productos se combina también con lana merina, cashmere y otras fibras naturales. Los textiles que salen de aquí, además de bajo la marca Mantas Ezcaray, lo hacen con «diseños personalizados para grandes firmas» y otros «artículos que se venden exclusivamente en Ezcaray», un surtido muy amplio que también incluye «abrigos, bufandas o bolsos», apunta Valgañón.

Sobre las casas de moda que confían en esta fábrica para la elaboración de sus diseños apunta que hay muchas, de gran prestigio, pero que por acuerdos de confidencialidad no pueden desvelar para cuáles se fabrican mantas y chales en Ezcaray. Si bien, en algunos de los productos ya confeccionados se pueden apreciar las características etiquetas del principal grupo vendedor de textil de origen nacional, así como las enseñas de importantes marcas españolas y extranjeras. 

«Fabricamos productos de todos los estilos, de muchas gamas de precios, con diferentes acabados, pero siempre con la máxima dedicación y calidad, como podéis ver», subraya el fabricante, mostrando algunos productos hechos.

Una de las trabajadoras de Mantas Ezcaray durante el proceso de acabado de una de las prendas.Una de las trabajadoras de Mantas Ezcaray durante el proceso de acabado de una de las prendas. - Foto: Óscar SolorzanoEste tipo de mantas, hechas de forma prácticamente artesanal, no tienen «nada que ver» con las que se pueden encontrar en muchas hipermercados, tiendas o en internet. «Están más cerca de ser un producto de lujo, de venta en concept stores, grandes almacenes y tiendas exclusivas, dirigidos a un nicho de mercado de clase media-alta o más bien alta, que de consumo masivo», por lo que no han notado especialmente las crisis actuales. Ni un descenso de ventas por el encarecimiento de otros productos, que haya llevado a un menor gasto de mantas, ni un aumento por la situación energética, aunque no descartan que, cuando analicen la temporada al final del invierno, se haya producido algún incremento en las ventas.

Cómo se hacen

La elaboración de los tejidos para conseguir las famosas mantas sigue los mismos procesos específicos y artesanales, que comienzan con el  aireado y mojado de los tejidos vírgenes. En ese primer lavado y con ayuda química se retiran la grasa e impurezas. Tras aclararlo, llega el proceso de secado que comienza con el ahuecado y estiramiento de los hilos para que se sequen mejor.

Uno de los productos ya terminados y pendiente de embolsar en la fábrica de Mantas Ezcaray.Uno de los productos ya terminados y pendiente de embolsar en la fábrica de Mantas Ezcaray. - Foto: Óscar SolorzanoPara aplicar el color se utilizan tintes con pigmentos naturales entre «una variedad de 50 colores habitualmente en catálogo pero podemos variarlos en función de lo que nos pidan las importantes firmas que confían en nosotros la fabricación de sus productos», indica Valgañón.

Una vez aplicado el color, las madejas tintadas se meten en un secadero a unos 65 grados centígrados y posteriormente el proceso continua a temperatura ambiente en estantes donde conviven almacenados ovillos de diferentes tonalidades.

En los telares, lo principal es  mantener unas condiciones concretas de humedad a la hora de tratar los hilos porque «se nota mucho la humedad porque en condiciones óptimas no hay posibilidad de roturas en el manipulado y cosido, la sequedad del verano se nota mucho en la lana». 

El proceso de tejido en las máquinas, de funcionamiento mecánico y «algunas con más de cien años», son combinadas con algunas nuevas electrónicas y automáticas que están configuradas para que su trabajo sea lo más similar al tejido tradicional, por lo que «cada máquina está controlada por una persona, a diferencia de en la mayoría de industrias actuales en la que todo está automatizado y una misma persona supervisa una docena de máquinas, cosa que aquí preferimos descartar, porque nuestro material es muy sensible y de gran calidad».

Antes de empaquetar las piezas se etiquetan y se comprueban «manualmente, con una luz especial, se mira que toda la pieza está bien, sin roturas, sin hilos sueltos y al detalle».