La mascarilla "para muchos ha servido de introversión"

Europa Press
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María Campo, profesora del Máster en Orientación Familiar de la UNIR, habla del Síndrome de la cara vacía, que se da con la retirada de estas y sus consecuencias en adolescentes, que "les cuesta más estar seguros"

Ciudadanos pasean por las calles de Logroño el primer día sin la obligatoriedad de usar la mascarilla en exteriores - Foto: Ingrid

La profesora del Máster en Orientación Familiar de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), María Campo, ha señalado cómo la mascarilla, impuesta como medida para evitar contagios, "para muchos ha servido de introversión" y en algunos adolescentes para sentirse "protegidos".

El 21 de mayo de 2020, en el Boletín Oficial del Estado (BOE) se publicó una orden ministerial que establecía la obligatoriedad de las mascarillas. Ahora que se empiezan a retirar está empezando a aparecer lo que se ha denominado como 'Síndrome de la cara vacía'.

Campo ha advertido de que "está afectando a la sociedad más de lo que creemos y, sobre todo, hay una población más vulnerable, y sensible a esto, que son los adolescentes, o los niños que generan un cambio importante".

"Porque, igual entre ellos no se han podido ver apenas, y de pronto, ver los cambios generados en ese crecimiento y muchos se meten dentro de sí mismos", ha señalado.

Así, "la mascarilla para muchos ha servido de introversión, se sienten protegidos, y al quitársela les cuesta más estar seguros ante ciertas personas y, por eso, está costando más gestionar emocionalmente esta situación en la adolescencia por la situación en la que están".

El uso de la mascarilla y su posterior retirada es una situación "nueva" que esta experta ha encuadrado dentro de una "falta de gestión emocional". Y es que "en realidad", ha concretado, "estamos hablando más de un estado emocional".

Esto es así, ha dicho, porque "para denominarlo trastorno necesitaríamos datos científicos que indiquen que esta sintomatología está asociada a ello y que va a generar unas dificultades más patológicas".

Se trata de algo que no pertenece al ámbito del pudor porque la cara es una "exposición natural". Así que "nadie esperábamos esto porque tampoco esperábamos estar tanto tiempo con ellas".

También demuestra cómo el ser humano tiene una capacidad de adaptación "mayor de lo que creemos" y "una vez que hemos hecho el esfuerzo de adaptarnos entramos en una forma de confort"; así que hay personas que "aunque la mascarilla sea incómoda generan esa adaptación".

Entonces, ahora, "tener que hacer el esfuerzo de salir de esa zona de confort, sobre todo, si tengo inseguridades o defectos que no acabo de asumir es una manera de protegerme", por ejemplo, "del miedo a si gustaré".

Para detectar si hay algún problema cuando un joven no se quiere quitar la mascarilla hay que poner, primero, el foco de atención en detectar si es un exceso de responsabilidad adquirida.

Si no es así, y evitan quitársela en el grupo de iguales o cuando no están en un entorno cómodo, habría que prestarle apoyo emocional y tratar esas inseguridades y ese miedo.

En este caso, la mascarilla ha podido servir como herramienta para darnos cuenta de que "no está tan bien como pensábamos" porque "todo sucede por una causa determinada" y, en este caso, "ya tenía esa falta de seguridad interna" y la mascarilla le ha servido como barrera.