«Gracias a unas fotos mías se declaró una planta en extinción»

Javier Alfaro P.
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Agradecido del aprecio de sus colegas, el fotógrafo logroñés Jesús Rocandio no piensa en retirarse todavía y sigue centrado en sus proyectos pendientes

El fotógrafo logroñés Jesús Rocandio conserva varias cámaras de juguete de sus viajes por todo el mundo. - Foto: Óscar Solorzano

A un año de cumplir la edad legal de jubilación, el fotógrafo Jesús Rocandio (Logroño, 1958) no plantea retirarse porque todavía tiene «muchas fotos pendientes». Una de ellas un cerro en la frontera entre Colombia y Venezuela «que no he podido hacer porque es una zona de conflicto y los indígenas, además, consideran el monte sagrado».

Precisamente, en sus viajes como fotógrafo documental de naturaleza, en lo que está últimamente, ha conseguido gran relación con las personas autóctonas. Eso le hizo hijo adoptivo de un pueblo de Bolivia y un reconocimiento en Chile de ecología, «que le ilusionaron especialmente, porque gracias a unas fotos mías y al trabajo de unos botánicos las araucarias fueron declaradas en peligro de extinción». 

Reconocido con el Galardón de las Artes de La Rioja 2013, lamenta que al resto de artistas ganadores desde el museo del Torreón les hayan comprado obras y a él, «como era de fotografía, pasaron, y solo querían pagar el marco, por lo que a la imagen y a mi trabajo no les dieron valor». Así, destaca que otros premios le gustan más, «como el que me dieron los Informadores Gráficos de La Rioja, porque los premios que llegan de los colegas son los mejores, por sentido y por querido, y también el Paulino Masip del Ateneo Riojano». También ha ganado concursos y recientemente recibió la A de Actual, por su ejemplar trayectoria como fotógrafo y cuatro décadas al frente de la Casa de la Imagen y Cámara Oscura, sus proyectos profesionales.

El objetivo de una cámara técnica o de banco óptico muestra a Jesús Rocandio en las instalaciones de la Casa de la Imagen en Logroño. | Aclaración del fotógrafo: Este tipo de cámaras reflejan la imagen 180º respecto de la vista humana.El objetivo de una cámara técnica o de banco óptico muestra a Jesús Rocandio en las instalaciones de la Casa de la Imagen en Logroño. | Aclaración del fotógrafo: Este tipo de cámaras reflejan la imagen 180º respecto de la vista humana. - Foto: Óscar Solorzano

Sus inicios empezaron con una galería y escuela de fotografía, siempre vinculado a la faceta más cultural. Sin embargo, para poder ganarse la vida también llegó el momento de cubrir partidos de fútbol o realizar imágenes publicitarias, algo lucrativo, pero que no le llenaba.

Para él, lo mejor de su vida es la gente que le rodea. «Teo (ilustre fotógrafo logroñés) me decía que hay fotos que 'aparentemente son malas técnicamente, un poco movidas, algo desenfocadas, pero tienen tal interés que son maravillosas', qué muestran y cómo lo muestran es muy importante», reseña. Otros amigos, como Eduardo Momeñe y Javier Vallhonrat, le asesoran en lo cultural. «Lo más complicado de esto es elegir las fotos, yo me puedo pasar horas para elegir una y por eso envidio a los editores de los periódicos por la facilidad que tienen». Le cuesta tanto que le llegaron a decir «'¿en serio has elegido esta foto para exponer, en qué estabas pensando? Si tienes mejores' y yo la había escogido por todo el tiempo que me había costado hacerla». Con el paso del tiempo y gracias a estos colegas se dio cuenta que lo importante a la hora de exponer es «que sean fotos que a la gente le apetezca robarlas, si no, no merece la pena». 

Quizá una de esas pudo ser Chavela Vargas, una fotografía que tuvo que rechazar porque sus compromisos publicitarios se le impidieron. Sí accedió a Rafael Azcona, «que no se dejaba retratar y no iba a recoger premios, yo fui el primero para un libro, y él fue encantador pero solo me dejó dos disparos, porque para él posar era vanidad».