Ocupación inferior al 60% en la acogida logroñesa

Feli Agustín
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El Centro de Acogida y el Proyecto Alasca, con 85 plazas, disponen de vacantes todo el invierno. Ofrecden alojamiento nocturno y centro de día para sus usuarios, principalmente, hombres españoles

Ángel, usuario del Proyecto Alasca, que cuenta con nueve habitaciones y 36 literas. - Foto: Óscar Solozrano

La Agencia Estatal de Meteorología prevé que durante el fin de semana las temperaturas nocturnas no sobrepasarán los dos grados en Logroño -las máximas serán de seis-, lo que agudiza las dificultades para las personas sin hogar. Para prevenir situaciones de riesgo producidas por las bajas temperaturas, el Ayuntamiento de Logroño tiene en  marcha la campaña Ola de frío que, además de las 85 plazas que de manera permanente ofrecen el Centro Municipal de Acogida y el Proyecto Alasca, prevé ampliarse con alojamiento extraordinario en casos de urgencias sociales, una situación que, de momento, no ha producido. La ocupación ha oscilado entre el 50 y el 54% en el proyecto Alasca, que dispone de 36 plazas -en la noche del miércoles al jueves alojó a 20 personas-;  que ha sido algo más elevada en el Centro municipal de acogida, que con 49 plazas, registró en  noviembre una media de 26;que fueron 33 en diciembre y 37 en enero.

El concejal de Servicios Sociales. Iván Reinares, y el coordinador del Proyecto Alasca, Diego López, explican que estos recursos permanecen abiertos todos los días del año para personas sin hogar, aunque sus destinatarios muestran distintas tipologías.

Reinares explica que el  Centro municipal de acogida atiende a personas que necesitan un recurso habitacional, pero que están en las primeras fases de exclusión,  con las que se hace un plan individual de prevención;hay también un conjunto  de plazas de rotación para temporeros, donde se establece una estancia máxima de tres días,   ampliables en ola de frío, y con exigencias para sus usuarios más elevadas que el Proyecto Alasca.

Este recurso, acrónimo de 'alternativa a las calles', tiene como objetivo la atención a personas en exclusión residencial grave y extrema, «que viven en la calle de forma permanente», donde el servicio se articula a través de tres ejes, el trabajo de calle, «el menos visible, pero el principal motor de la intervención», alojamiento nocturno, que trabaja los 365 días al año, y un centro de día.

El coordinador del proyecto explica que el trabajo en la calle lo realizan dos educadores, que efectúan «prospecciones» y recorren los puntos de encuentro habituales de la gente que se encuentra en la calle, como la Glorieta, las inmediaciones de la estación de autobuses o Donantes de sangre para atraerlos al centro, ubicado en la calle Los Baños.

«Anoche [del miércoles al jueves] salieron dos educadores y encontraron solo tres personas en la calle», relata López, que explica que Alasca posee nueve habitaciones con dos literas y cuatro camas, de las que intentan dejar vacante al menos una por cuarto. «Hay mucha gente en la calle que suele tener problemas secundarios vinculados al consumo» de alcohol u otras sustancias, y «se mejora un poco el día a día, «es más digno y adecuado y se ofrece una atención de más calidad», razona el coordinador de Alasca.

El mes pasado dieron cobertura a 90 personas, aunque no todas viven en la calle, pero la frecuentan porque habitan en subarriendos, chabolas o fábricas abandonadas o son personas de perfil okupa.

Informa de que el 85% son hombres, cada vez más jóvenes y «muchos tienen problemas secundarios, vinculados al consumo de alcohol u otras sustancias», explica López, que añade que el 60% son españoles, «muchos de Logroño», y el 40%, de origen extranjero.

«El objetivo es ofrecer todos los servicios a la gente que está en situación de calle sin pedir cita», algo que no ha variado durante la pandemia, donde se ha permitido y se permite acceder al centro sin ningún tipo de limitación.

Centro de día. Funcionan también como centro de día, donde hay servicio de duchas, ropero y taquillas para los que viven fuera del centro;hay una trabajadora social que, en colaboración de las del Ayuntamiento, se afana en lograr la documentación -empadronamiento o tarjeta sanitaria- a quien carece de ella.

«Dispone de servicio de lavandería y la sala de estar, que es lo que mejor funciona, con la tele y una pequeña cocina, donde hay juegos de mesa, parchís y puzzles», explica el coordinador de Alasca, que emplea a 14 trabajadores.

Cuentan con talleres de manualidades y  «con la gente que vive aquí se tratan las habilidades convivenciales, que se encarguen de la lavandería de sus sábanas y su habitación, que se cambien de ropa y duerman con pijama», relata López, que señala que a lo largo de este invierno han tenido de media entre 18 y 22 personas, que viven de manera habitual en el centro, donde no hay límite de estancia.

«Cuando la gente necesita utilizar este servicio es porque no hay otra cosa, solo se exige respeto, no violencia y que no hay consumo de alcohol y drogas», destaca.