«Lo que más necesito es un trabajo que nos permita vivir»

J.A.
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Manolo perdió su carpintería en la crisis de 2008. Desde entonces ha tenido todo tipo de trabajos y un ictus. Ahora, a duras penas levanta cabeza y se ha visto obligado a pedir ayudas cuando ya no podía más

Caridad Garijo, responsable de Acción Social de Cáritas La Rioja conversa con Manolo en la sede de la entidad social en Logroño. - Foto: Ingrid

La situación de Manolo, logroñés de 58 años y que por privacidad prefiere no facilitar su apellido, es muy complicada. Su unidad familiar está compuesta por su mujer, enferma crónica respiratoria, y dos hijos, uno de 19, que busca empleo de lo que sea, y otro de 13, «que es muy buen estudiante, los dos son muy buenos». Él, además, tuvo un ictus que le dejó con un 16% de discapacidad. 

Con semejante situación, lamenta que nadie lo contrate porque asegura que «lo que más» necesita es «un trabajo que nos permita vivir a toda la familia, no tener ayudas», si bien apunta que «las necesita» mientras no encuentre un puesto de trabajo. Era carpintero con negocio propio, pero la crisis de 2008 se lo llevó por delante, como a tantos. Desde entonces ha hecho todo tipo de labores.

Ahora, en su hogar solo entra un subsidio por su parte de 243 euros, que finalizará en verano, y una ayuda de casi 500 euros del IMV para su mujer. Con unos ingresos de en torno a 750 euros deben vivir cuatro personas. Solo en el alquiler de su vivienda se les van 630, por lo que «hemos tenido que dejar de pagar los suministros, que las últimas facturas eran unos 80 de luz y unos 50 de gas, así que llevamos cinco recibos sin poder pagar y estamos esperando la ayuda de emergencia energética que nos han dicho que llega con bastantes meses de retraso». Dicha ayuda depende de los ayuntamientos y las compañías suministradoras, y tienen periodicidad semestral. 

La comida les llega del Banco de Alimentos, a través de Cáritas.  Reconoce que recurrió a las entidades sociales cuando ya se veía «con el agua al cuello». Hizo un curso de reorientación laboral con Cruz Roja que le ayudó a conseguir un trabajo de verano y gracias a Cáritas pudo trabajar unos meses limpiando en una residencia, pero después le ofrecieron trabajo en un pueblo que no pudo aceptar porque no tiene coche.

Garijo, por su parte, apunta que es «mejor» pedir ayuda «cuando se empieza a notar la dificultad que cuando la situación ya se puede catalogar de 'pobreza severa' porque algunas ayudas se demoran mucho en el tiempo». Apunta que entidades como la suya, Cáritas, prefieren «dar primero una ayuda básica y después adaptarla en función de lo que se necesite». 


Mal de muchos.
Manolo asegura que su situación no es la peor. «He hablado con algunos que ya venían de pasarlo mal, con pocos recursos y poco a poco están peor», aún recibiendo ayudas, «porque la vida cada día es más cara».

«Al no poder llevar dinero a casa para mantener a los tuyos, llega un momento que ya no te sientes ni persona», afirma angustiado, «porque si tendría un trabajo yo no tendría que venir a Cáritas y la ayuda iría para los que no pueden trabajar. Yo quiero trabajar, pero no me cogen en ningún sitio».