Romper la barrera del silencio

Víctor Zurrunero
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La Asociación de Personas Sordas de La Rioja apremia a las autoridades a homologar las mascarillas trasparentes y facilitar el acceso a los servicios y la información

De arriba a abajo, María Jesús Calavia (trabajadora social), Nieves González, Natalia Mejías e Íñigo de Loyola (socio). - Foto: Clara Larrea

Las medidas sanitarias para hacer frente al coronavirus, las restricciones y la implantación de los protocolos de seguridad han cambiado aspectos de nuestra manera de relacionarnos con el mundo y con los demás. Reducimos nuestros contactos sociales, cambiamos los abrazos por videoconferencias y escondemos la sonrisa tras las mascarillas. Un elemento que se ha convertido en una prenda más de nuestro vestuario cotidiano. Para la mayoría de las personas, la mascarilla supone poco más que un incordio o un molesto accesorio que te oprime la nariz o te roza la orejas. Molestias que merece la pena soportar por el bien de todos. 


Pero para una parte de la sociedad, la mascarilla supone, además, una importante barrera comunicativa, que no solo te aisla del virus, sino que te aísla de los demás. Se trata de las personas sordas. «Les genera cierta angustia porque no saben si les estás hablando o no, necesitan ver la expresividad del rostro de la otra persona», explica Natalia Mejías, agente de desarrollo de la comunidad sorda.  


Una manera de salvar esta barrera en la comunicación es el uso de mascarillas transparentes. En la actualidad, se puede acceder a ellas a través de internet, pero a día de hoy no están homologadas por el Ministerio de Sanidad. «Nos preguntan mucho por ellas, pero no tenemos certeza de si son seguras o no, si servirán para protegernos frente al virus», detalla Mejías. Por eso desde la asociación solicitan a las autoridades que actúen para que puedan comercializarse y usarse con todas las garantías. «Pedimos que las mascarillas trasparentes se homologuen cuanto antes», apunta Nieves González, presidenta de la Asociación de Personas Sordas de La Rioja. 


Una petición de la que dependen muchas personas que necesitan romper la barrera que provoca las mascarillas opacas, «estamos seguros de que una vez estén homologadas las llevarán mucha gente, sordos y oyentes», augura Mejías, quien considera que también deberían implantarse en los servicios de atención al público. 


Un mayor accesibilidad.

Las mascarillas, no es el único obstáculo al que se enfrentan las personas sordas. Por ejemplo, con la aplicación de los protocolos de seguridad y el fomento del teletrabajo, muchos servicios solo son accesibles vía telefónica, lo que supone otra barrera de acceso para este colectivo. «Necesitamos poder acceder a todos los servicios en igualdad, como las personas oyentes», reivindica González, que demanda el uso de medios telemáticos como el sistema S-Visual que ofrece un servicio de videollamada con intérprete en lengua de signos.


En la actualidad, la asociación cuenta con dos  intérpretes que en el año 2019 realizaron más de 2.300 servicios, una cifra que da idea del alto volumen de trabajo y la importante labor que realizan.  Desde el comienzo de la crisis sanitaria, adaptan a la lengua de signos la información diaria y acompañan, si se puede hacer de manera presencial, a las visitas médicas o trámites con la administración.


Durante  el confinamiento, realizaron junto al resto de los profesionales de la asociación, un ingente esfuerzo para paliar la soledad que sufrieron muchas personas sordas, ya que al cerrar las instalaciones por el estado de alarma, perdieron el nexo de unión. «Las personas sordas se han sentido muy inseguras», recuerda González.


La Asociación de Personas Sordas de La Rioja cuenta con unos 90 socios, aunque prestan servicio a todas las personas que requieran su ayuda. Detrás hay un equipo formado por cinco profesionales que atienden en diferentes áreas como el trabajo social, el servicio de empleo, actividades sociales y culturales o labores de intérprete en lengua de signos.


Desde el inicio de la crisis sanitaria, a principios de marzo, se han volcado en atender todas las necesidades del colectivo de personas sordas en la región. Para que pudieran acceder a toda la información posible acerca de lo que estaba ocurriendo y de las diferentes medidas, la asociación interpretaba las ruedas de prensa institucionales a través de las redes sociales. «Muchas personas se sentían solas, tenían inquietud, si enfermaban como iban a poder avisar al médico, la incertidumbre era enorme», detalla Mejías, quien explica que en esos casos «había que llamar al intérprete, este llamar al médico, realizar la consulta por videollamada; era un proceso laborioso»

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Por eso, desde la asociación insisten en la importancia de la atención presencial en muchos de estos servicios.