«Que este 8M sirva para que se fijen en nosotras»

Ana Torrecillas
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El servicio de ayuda a domicilio es un trabajo feminizado y precario pese a los últimos avances

Susana Ruiz, auxiliar ayuda a domicilio - Foto: Óscar Solorzano

Susana lleva 15 años trabajando como auxiliar del servicio de ayuda a domicilio en el municipio de Auto, donde reside.  Su jornada diaria es de 7 horas en las que visita siete domicilios en los que atiende a personas mayores dependientes. «Hacemos de todo desde la limpieza cotidiana de una casa hasta vestir y lavar a una persona, hacer compra o hacerle compañía». Como ella, las trabajadoras de este servicio cumplen una función social fundamental que sienten que no está reconocida. «Es un trabajo muy feminizado solo tenemos un compañero en la zona de Autol, pero el 99,9% somos mujeres», recuerda Susana, «feminizado y precarizado». 

Quizás por ello, no se ha sentido discriminada por su género, «al revés, siempre he sentido mucho afecto y reconocimiento por parte de los usuarios que me dicen que si no fuera por mi no sabrían qué hacer». Un reconocimiento, asegura, que no extiende a nivel social. «Deberían reconocernos como lo que somos: esenciales porque resolvemos muchas papeletas en las casas». Un servicio de primera necesidad que choca con unos salarios justos. «Hemos conseguido cobra el Salario Mínimo Interprofesional con la última subida, pero solo afecta a las personas que  están contratadas a jornada completa que son 39 horas a la semana. Si trabajas 35 o media jornada, no notas la subida», señala. 

A los sueldos escasos se suma el esfuerzo físico que entraña atender a personas dependientes y con movilidad reducida. 

«En una residencia hay de todo: sillas de ruedas, camas articuladas o grúas», apunta, «pero en las casas particulares a esas personas se les mueve solo con nuestro esfuerzo y fuerza física».

Pero no es el único inconveniente. «Yo tengo suerte porque trabajo en mi pueblo, pero muchas compañeras tienen que desplazarse de un municipio a otro sin que se les abone el tiempo de desplazamiento».

Por ello, en este Día Internacional de la Mujer Trabajadora, Susana realiza un llamamiento: «Que en este 8 de marzo se fijen en nosotras porque las trabajadoras de Ayuda a Domicilio estamos superabandonadas porque como hacemos nuestro trabajo sin dar guerra, no se nos tiene en cuenta». Quizás sea, como apunta Ruiz porque «a quién tenemos que dar la cara es a los abuelos y abuelas que son quienes nos necesitan y ellos no tienen la culpa».