Viguera, el muro infranqueable para el coronavirus

M. A. G-S.
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Viguera, de 'far west' riojano a oasis más seguro. Su caso, sin un solo positivo entre sus casi 400 habitantes, contrasta con otros municipios de similar población en los que se ha infectado hasta un 6% de sus vecinos

Inma y Rufi departen en la Plaza de España. - Foto: Ingrid

El pasado 15 de junio, tirios y troyanos, populares y socialistas, se unieron para arrebatar, democráticamente, la alcaldía a Aitor Santibáñez, la lista más votada en las municipales. En Viguera se firmó un pacto contranatura con el único fin de devolver la paz perdida un pueblo que estaba en boca de todos. Amenazas, pinchazos, malversación de fondos públicos, falsedad documental,... Media tipología delictiva se concentraba en este pueblo de apenas 400 vecinos ubicado a las puertas de los Cameros y distante apenas veinte kilómetros de Logroño. 

En un año, Viguera ha pasado de ser lo más parecido al Far West que puede ofrecer La Rioja a convertirse en el oasis más seguro. Y eso que nuestra región es de las más castigadas por la pandemia, con 356 fallecidos -datos del viernes- por coronavirus, uno por cada  887 habitantes, desde el estallido de esta peste.

En Viguera el bicho ni está ni se le espera. Es una de las treinta localidades riojanas exentas de COVID-19, una lacra de la que no se han librado Nalda o Torrecilla, sus vecinos más cercanos. El censo viguereño registra 387 habitantes, con una pirámide demográfica envejecida -como toda la comunidad- pero casos no los ha habido. Y eso que el trasiego con la capital es constante.

Una viguereña accede a la Plaza de España.Una viguereña accede a la Plaza de España. - Foto: IngridNo existe un razonamiento lógico (ni epidemiológico)que explica la inexistencia de casos en este paraíso sanitario. Álvaro Manzano, alcalde viguereño,   tampoco tiene respuestas. No las hay. «El pueblo ha estado muy concienciado. Estoy muy orgulloso de lo bien que han llevado el confinamiento», presume. La «disciplina» y la «suerte» justifican que su municipio esté en el lado bueno de la estadística. 

A estos factores también hay que añadir la predisposición del Ayuntamiento y de los vecinos a colaborar desinteresadamente.  Las viguereñas elaboraron, de forma altruísta , mascarillas de tela que se repartieron entre los colectivos más necesitados. El Consistorio, igualmente, buzoneó cerca de un millar de máscaras facilitadas por el Gobierno regional al tiempo que distribuyó pantallas protectoras entre los trece escolares de la localidad.

En la Plaza de España, en el corazón de Viguera, la vida fluye tranquila. El magnolio que sustituyó a la fuente de cuatro caños (el penúltimo escándalo del pueblo) anda un poco mustio pero en nada recuperará su vigor. La primavera tardía ha explotado y ya no hay quien aguante en casa. Son poco más de las diez, los parroquianos comienzan a apoderarse de las terrazas y los viguereños comienzan a tomar la calle. Parece un día de mercado, aunque la emergencia se llevó por delante esta ancestral práctica comercial. 

Las peñas aíslan y protegen a Viguera.Las peñas aíslan y protegen a Viguera. - Foto: IngridPor la plaza pasean Toni, Rufi e Inma. No quieren revelar su nombre pero la indiscreción acaba con su anonimato. Se saben privilegiadas. Es mejor estar confinadas en Viguera que en Logroño. En estos meses, nada han echado de menos. El pueblo tiene «panadería, carnicería y farmacia». Cuando algo precisaban, se lo subían los hijos o, de lo contrario, la huerta les quedaba al lado.

El bicho les dejó sin San Marcos (25 de abril) y asumen que es muy probable que las fiestas de Santiago y Santa Ana, en julio, así como el Eccehomo, en agosto, estén en peligro. Pero las ganas de vivir continúan. Han estado dos meses confinadas y no se han sentido inseguras aunque ahora no las tienen todas consigo. Desde el jueves pasean por Viguera con «bozal», por imperativo legal, pero saben que con la entrada de la región en fase 1 las costumbres «se han relajado». «Suben muchos ciclistas y grupos en coche», lamentan. Disponen de un balcón privilegiado a los Cameros y nadie se lo quiere perder. «Ahora sí que tengo un poco de miedo», se despide Toni.

En plena plaza se encuentran los dos bares de Viguera: Huerto y El Refugio, los dos desplegaron su terraza el pasado once de mayo. El melillense Fernando Palomo gestiona el primero. Llegó a Viguera «por amor» hace cuatro años y aquí sigue. El coronavirus ha destrozado todas sus certezas económicas pero hay que capear el temporal. «Los números no cuadran pero para estar en casa es mejor trabajar», señala mientras alinea sus mesas.

Federico Martínez Roldán, en el mirador de Peñueco.Federico Martínez Roldán, en el mirador de Peñueco. - Foto: IngridTiene la suerte de que en estos dos meses no ha tenido que pagar alquiler pero el bicho ya le ha supuesto «cuatro o cinco mil euros en venta». Desde el viernes puede abrir dentro «pero son cuatro meses y sólo puedo funcionar al 40%», lamenta. Fernando no mira al pasado, mira al futuro. «En julio y agosto del año pasado facturé 23.000 euros. Este no sé que pasará. No sé si llegaré a los tres mil», se desespera.

En la otra esquina de la plaza se encuentra El Refugio, con trece mesas, muchas ocupadas. José Julián Cabezón junto con otros tres miembros de la familia llevan el negocio. Tienen a dos empleados en ERTE. La terraza da para cuatro bocas, no para seis. «Las cuentas no salen pero tenemos que abrir», informa. La ‘inauguración’ de la temporada «fue muy buena» pero el resto de días ha sido «apré», lo comido por lo servido. Puede abrir sus tres comedores, pero no lo tiene claro:«Se puede con 40% de las mesas. No sé si renta». Una mesa se acaba de liberar y tiene que desinfectarla.Así será la nueva normalidad para la hostelería.

A 500 metros del centro se encuentra Peñueco, el mirador más famoso de un pueblo plagado de vistas. Ahí toma el sol Federico Martínez Roldán. Presume de conocerse los 174 pueblos de La Rioja. «Viguera es el más bonito», afirma. Aunque si le aprietas no duda en reconocer que «Sajazarra» también lo es. Ha estado tres meses sin salir de Viguera hasta que la pasada semana bajó a Logroño «a cortarme el pelo».

Un vecino, a la entrada de Viguera.
Un vecino, a la entrada de Viguera. - Foto: Ingrid
Federico mirando al horizonte apunta una razón más para explicar la inmunidad virológica de Viguera: «Ahí estaba el castillo, en Valdemetria. Al fondo está Cerrolera, y en frente, Peña Los Yecos, Valdefrades, La Ladera Diego, Valdemediana, Peña Zayón y Albarillos». Este cordal de peñas que no llegan a los mil metros sirve de transición entre el Camero y el entorno metropolitano de Logroño. Este capricho orográfico aislaba a Viguera pero, al mismo tiempo, le ha servido de escudo protector. El bicho, por ahora, no ha podido con este farallón esculpido por el Iregua.