Más del 40% de riojanos que viven solos supera los 64 años

Víctor Zurrunero
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Casi 16.000 mayores residen sin compañía y la pandemia les ha mantenido más tiempo en sus hogares y reducido el contacto con familiares y amigos

Imagen de un hombre desayunando solo en la cocina de su casa. - Foto: Óscar Solorzano

La cifra de personas que viven solas en La Rioja subió en 2020 casi un 2%, llegando a las 37.800. De ellas, el 42% son mayores de 64 años, según los datos de la última Encuesta de Hogares que publica el Instituto Nacional de Estadística (INE). En los últimos años el número de riojanos que residen en sus domicilios sin compañía ha ido aumentando y supone un 5% más que en 2013, cuando había 35.900 personas.  

En la comunidad, aproximadamente el 12% de la población reside en un hogar unipersonal y casi una de cada 4 personas mayores vive sola en La Rioja.   Respecto al numero de riojanos a partir de 65 años que residen solos, la cifra bajó ligeramente en 2020 frente al año anterior, pasando de los 16.000 a los 15.900. Se trata del segundo año consecutivo en el que este dato desciende desde 2013, cuando había un total de 12.500 personas que vivan solas y tenía 65 o más años.

Si se observan los datos a nivel regional, diferenciados por género,  el 58% de las personas que viven solas son hombres, respecto al 42% de mujeres. Una relación que cambia sustancialmente si se analiza solamente el grupo de edad con 65 años o más. En ese tramo de población, las mujeres que residen solas suponen el 68% frente al 32% de hombres. 

Por estado civil también se observan diferencias en función de la edad. Así, entre los menores de 65 años, el 48% está soltero, mientras que en el grupo de personas mayores el más numeroso corresponde al estado de viudedad, con un 64%. Una situación que se hace más representativa si hablamos de las mujeres mayores, donde la cifra sube hasta el 70% frente a los hombres, donde el 51% es viudo y un 41% soltero. 

Ser mayor y vivir solo. Maruja tiene 74 años y es una de las 10.800 riojanas que viven solan. Lleva en esa situación casi 9 años, desde que murió su marido. «Lo llevo mal porque estábamos todo el día juntos. Cuando llega la noche es peor», explica mientras recuerda estos últimos años. 

 «La soledad es muy dura, sobre todo en invierno porque las horas pasan muy despacio», afirma y confiesa que le está «costando mucho sobrellevar esta situación». 

Con la pandemia, el sentimiento de soledad de Maruja se ha acentuado. «A veces pienso que nos vamos a morir de tristeza». Las medidas sanitarias han reducido al mínimo las opciones de ocio y las relaciones sociales de los más mayores. «Antes iba a gimnasia un par de veces a la semana y el resto de días acudía a los talleres de Cruz Roja», explica. Unas actividades que le ayudaban a que la mañana se pasara más rápidamente e incluso algunos días «los compañeros de Cruz Roja nos íbamos a tomar un café a la salida».

Maruja agradece la atención desde la entidad durante estos meses. «Están pendientes de nosotros y me mandan ‘deberes’ para hacer en casa». Aún así, recuerda lo duro que fueron los meses de confinamiento. «Estuve bien atendida por mis hijos pero solo teníamos contacto cuando venían a dejarme la compra en la puerta de casa».  

Su mayor compañía es su perro, con el que sale a pasear varios veces al día, casi las únicas salidas que realiza porque «mis hijas me siguen trayendo la compra, yo solo salgo para ir a la farmacia o comprar el pan». 

La rutina del día a día se rompe durante el fin de semana cuando recibe la visita de sus nietos. «Esos días estoy más entretenida».

La labor de voluntarios. El caso de Maruja es uno de los tantos que atienden desde Cruz Roja en la comunidad, con el objetivo de acompañar a las personas mayores que viven solas. Una labor que realizan voluntarios como Carmen Angulo. Tiene 69 años y desde hace más de tres colabora como voluntaria en la entidad. «Cuando me jubilé  quería dedicar  parte de mi tiempo a los demás», afirma y actualmente desempeña su labor  haciendo llamadas y acompañamientos a personas mayores. 

«Con la mayoría de los usuarios que contacto tienen conciencia de soledad, aunque también hay otras  personas que se sienten acompañados por gente cercana», apunta. 

Por su experiencia, Angulo considera que «la pandemia ha tenido unos efectos demoledores» ya que por la situación sanitaria «echan mucho de menos el contacto con sus familiares o amistades». Un hecho que se agrava porque muchas personas de edad avanzada no se manejan bien con las nuevas tecnologías, aunque «no es lo mismo hablar por teléfono que el contacto personal». 

Aún así, Angulo destaca la capacidad de una generación para afrontar las vicisitudes de la vida. «Los mayores de 80 y 90 años son personas muy fuertes y muy resilientes».