El recibo de la luz apaga al Gaona

Ana Torrecillas
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Stefan Stoian baja la persiana para siempre de su establecimiento tras dos años de lucha contra lapandemia. Su último enemigo ha sido la inflación: un rival que, al final, ha ganado la batalla

Stefan Stoian posa frente al bar Gaona - Foto: Óscar Solorzano

El mostrado del bar cafetería Gaona, situado en la calle Capitán Gaona de Logroño, suele estar repleto de pinchos, emparedados y bocadillos. Ayer, sin embargo, estaba casi vacío. Algunos clientes languidecían leyendo el periódico sabiendo que iba a ser la última vez que se sentaran frente a la barra de un bar al que han acudido todos los días. El bar-cafetería El Gaona echa el cierre para siempre. Su propietario, Stefan Stoian ha colgado el delantal para siempre tras dos años de lucha en los que se ha batido con diversos enemigos. El primero, la pandemia; y el segundo: la inflación.

Estefan abrió hace dos años el Gaona «con toda las ganas y la ilusión del mundo», recuerda. Siempre se había dedicado a la hostelería, «desde que dejé el colegio», y decidió emprender un negocio propio.

Situado en pleno corazón de la ciudad, el Gaona ha pasado por diversas manos y siempre ha contado con una clientela fiel: gente del barrio y trabajadores de la zona. «Abrimos el 1 de octubre de 2020 y el 28 se decretó el cierre de la hostelería por el covid-19», recuerda con una sonrisa triste. Pero lejos de acobardarse, Stefan plantó cara la pandemia y cuando pudo reabrir su bar, lo hizo con todas las ganas. Aún así, fue un golpe duro del que tardó en recuperarse porque el Gaona no tuvo posibilidad de colocar terraza y las restricciones en el interior de los locales le pasaron factura.

Todo sube. Tras superar la etapa de las restricciones en la hostelería, varios cierres totales y parciales, limitación de aforos y horarios... etcétera, Stefan pudo respirar tranquilo: era el momento de remontar. Pero poco podía imaginarse este hostelero de Logroño que lo peor estaba por llegar. Una guerra en Europa que provocaría una subida de precios de la energía y de los productos básicos que complica la ya de por sí subsistencia del Gaona.

 «He llegado a pagar 1.500 euros de factura de luz en un mes. Si a esto le añades el precio del café que se ha multiplicado por tres o el de la pechuga de pollo y, además, pagar el alquiler del local, es imposible seguir adelante», apunta Stefan, «porque si subes los precios, la clientela deja de venir». La decisión no ha sido de un día para otro. Stefan llevaba barruntando el cierre desde antes del verano.

«¿Que qué voy a hacer ahora? Pues trabajar para otros, hacer 40 horas semanas y olvidarme de los dolores de cabeza. Y, sobre todo, dedicar más tiempo a mi pareja».