España se la vuelve a jugar este domingo

Carlos Dávila
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Los socialistas se ponen la venda antes de la herida y ya propagan que lo que surja en las urnas en Andalucía no influirá en el porvenir de Sánchez

La ministra de Economía, Nadia Calviño, y el candidato a la Presidencia de la Junta y secretario general del PSOE de Andalucía, Juan Espadas. - Foto: Álex Zea (EP)

Casi se la empezó a jugar en febrero cuando Fernández Mañueco, con toda la marea izquierdista en contra y Vox horadándole el terreno, consiguió de nuevo, y esta vez con victoria, mandar a los socialistas al hule. Tras Galicia, Madrid, Castilla y León, regresan los domingos decisivos para la nueva Historia de España. En cuarenta y ocho horas los habitantes de Andalucía se enfrentarán, quizá, a las elecciones más decisivas de su democracia, parangonables a las que en 1982 llevó a la Presidencia de la Junta de Andalucía a Rafael Escuredo, aquel socialista, con facha de eritreo, que compareció en público como «socialdemócrata y nacionalista andaluz». Tantos años después, cuarenta, la bandera española, nuestra entrañable e histórica rojigualda, ha sustituido con gran ventaja al paisaje abrumador de enseñas verdiblancas que entonces cubría la reivindicación regionalista del Sur.  Dos días antes del domingo el panorama que se dibuja es éste: el triunfo del PP no se discute pero la proporción sí. A este respecto, les transmito la impresión que tiene muy mayoritariamente el gran empresariado de este país, uno de cuyos líderes señala, sin ambages, que «los inversores dan por descontada la victoria de Moreno Bonilla», y también -esto es lo más importante- la de Feijóo en las próximas elecciones generales.

Naturalmente que estos interlocutores juegan a favor de obra porque parecen hartos de la inseguridad jurídica y de la inestabilidad económica y política que generan los continuos desmanes de Sánchez y su cohorte de inanes paniaguados. Fíjense, sin más, lo que de forma chusca me refiere el citado empresario: «Este Gobierno con el único que parece entenderse es con el Papa Francisco». Habla de la muy reciente visita del abrasado ministro Bolaños el jefe de la Iglesia Católica, el argentino Bergoglio. Según las noticias de este cronista, Bolaños, el causante de tanto mal nacional, fue al Vaticano a cambiar cromos: «Le vendo que nosotros no nos pondremos muy pesados con las inmatriculaciones de la Iglesia en España, y Su Santidad nos ofrece apoyo silencioso, no hace falta que sea expreso, a nuestra gobernación». «Tomo nota», contestó el Pontífice. Como suena: éste fue el canje. Los inversores que trabajan en España hacen de la prudencia y de la cautela su mejor signo distintivo porque, según me reconocen, «No nos podemos tirar a la carótida de Sánchez denunciando sus desmanes porque el capital pondría los pies en polvorosa de este país».

Empresarios

Pero están que trinan y esperan, como una gran parte de los españoles, que, de nuevo, los votantes hagan acopio de cordura y se desprendan este domingo de la autocracia de Sánchez, no del pobre Espadas que no es más que un infortunado monaguillo al que ha designado Sánchez para abrasarse en su nombre. El enfado aumenta por momentos y por cuestiones que, casi todas, quedan incógnitas. Ese cronista recibía esta semana la queja sostenida de un enorme empresario de la CEOE que se expresaba así: «... y encima, el Gobierno de Sánchez la emprende contra todos nosotros, con las empresas del IBEX más concretamente, utilizando a una sociedad pública para, con su publicidad, pagada por todos los españoles, denigrar a los emprendedores que nos jugamos nuestro propio dinero». Diga por cierto lo que diga la depauperada vicepresidenta Calviño la situación económica y financiera de España es de UCI muy cercana. Calviño, cada vez más convertida en un fan, es un peón torpe de la brega de su presidente, que ni siquiera se ha atrevido en estos días de campaña andaluza a asomar la faz por aquella región. Y es que nadie le compra ya su optimismo impostado, sus promesas de bajada de la inflación y su compromiso con los débiles que ya no se cree ni su propio partido.

O el domingo se culmina otra fase de la estrepitosa caída de Sánchez, o volveremos, como ahora se dice, a la casilla de salida, y la posición de España en el mundo se agravará por momentos. Ofrezco un ejemplo de cómo la crisis desatada por Sánchez con la República de Argelia, está influyendo en nuestros negocios con ese país norteafricano. Hace cuatro años, cuando los social-leninistas llegaron al poder, España ocupaba el segundo lugar en la lista de países importadores y exportadores con Argelia, hoy estamos en el quinto puesto y… empeorando. España se la juega en horas en Andalucía donde el mayor enemigo ni es el corrupto PSOE, ni por supuesto la izquierda estalinista de la señora Rodríguez, a la que las festivas bandas de Cádiz apodan como La Kichi, ni siquiera la sobreactuada Olona que se ha equivocado de tierra, de tono y de ademanes. No: el gran obstáculo para el triunfo del centroderecha es el Sol que este domingo va a pasar por su horno a provincias como Córdoba y Sevilla muy próximas a los cuarenta y cinco grados. En el elenco de colaboradores que rodea a Feijóo en Madrid, se recuerdan con pavor aquellas elecciones en las que Javier Arenas se creyó ganador anticipado y el PSOE se alió con lo peor de la comunidad política andaluza, consiguió sostener a Griñán el poder, y así consintió que la Junta limpiara, con el escándalo de los ERES, las carteras de todos los andaluces. El PP no se esconde de aquella lección.

El interlocutor empresarial del que les vengo hablando en esta crónica semanal rememora con algún gracejo un anuncio del Atlético de Madrid, que con gran esperanza rezaba así: «... y ahora, un solo añito en el infierno». Fue cuando los rojiblancos descendieron a Segunda División. Pues bien, me dice mi interlocutor: «Ahora, después del domingo, un solo añito en el infierno de Sánchez». Un chascarrillo ingenioso que refleja, a las mil maravillas, lo que se espera de este domingo tórrido en el que se van a celebrar unas elecciones trascendentales. Los socialistas se ponen la venda antes que la herida y ya propagan que lo que ocurra este domingo en Andalucía no influirá para nada en el porvenir de Sánchez. Falso de toda falsedad: están aterrados. No es pedir mucho que sigan así.