«Ni para tener novia»

R. Muro
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Vecinos de Almarza lamentan que los pueblos están condenados a «desaparecer» e insinúan que el aumento poblacional tiene su origen en el censo de las últimas elecciones

Martín y Ángel descansan en un poyo en Pinillos - Foto: Ingrid

En una jornada más que primaveral en pleno otoño, Almarza de Cameros reúne en la calle Mayor a Martín, a Ángel, a Mari Carmen y a su hija. Se felicitan de la llegada al pueblo de una familia de seis miembros, el matrimonio y cuatro hijos. No están contemplados aún en las estadísticas del INE pero vienen a sumar a las alrededor de 20 personas que habitualmente viven en la localidad camerana, aunque la estadística diga que son 36. «El censo aumenta en los años de elecciones», comentan entre signos de aprobación recíprocos. El INE, efectivamente, ratifica que en 2018 Almarza tenía 28 censados y un año después, momento de las últimas elecciones municipales, la localidad sumaba ya 36, igual que en 2021. 

Evidentemente, el Instituto de Estadística no permite acreditar el motivo del incremento.

El pequeño grupo congregado en la calle Mayor lamenta que «los pueblos van a desaparecer todos»  mientras apuntan alguno de los problemas a los que se enfrenta el medio rural. «Este pueblo es ganadero pero no se habilitan pastos para ganaderías en condiciones», argumenta Martín, exalcalde del pueblo cuando todavía se contaba en pesetas. «Cuando llegué al Ayuntamiento no había agua y la luz estaba a 125 kilovatios» y sin embargo, «la cuenta corriente del Consistorio tenía 8 millones de pesetas». 

Otro de los problemas radica en la ausencia casi absoluta de gente joven, señalan. «No tienen dónde divertirse, ni siquiera para encontrar novia», señala Ángel mientras Mari Carmen cuenta que con la llegada de esta familia nueva «tienen que venir dos autobuses» cada mañana, «uno para el colegio de Ortigosa y otro para ir a la Laboral» en lardero. 

Sin bar, menos vida. También lamentan que el bar esté cerrado de forma habitual porque «da vida al pueblo, así nos tenemos que quedar cada uno en su casa», admite Ángel. Y eso, coinciden, que por Almarza pasa una de las rutas moteras de La Rioja y «paran a menudo a preguntar por el bar». Mari Carmen, que presume, y con razón, de disponer de una despensa «llena, porque aquí no vienen ni a traer pan», imagina un bar en el que incluso «pongan algún bocadillo» para la gente del pueblo y para los moteros. «Millonario no se haría nadie, pero para vivir...».

Cerca de Almarza, Pinillos recibe con un frontón que bien podría ocupar la décima parte del pueblo. José Luis Merino, alcalde del municipio, descansa a la sombra sentado en el pollo de su casa. Esboza un tajante «aún habemos» en referencia a que «llevo toda mi vida aquí y de aquí no me muevo». 

También ha llegado gente nueva al pueblo aunque en pleno dominio del recurso de la ironía, señala que «aquí hay que trabajar mucho para ganar poquito». No aporta más detalles. 

En la plaza, también a la sombra, aprovechan el buen tiempo Cayo y Jesús. Ambos lamentan el excesivo calor y, sobre todo, la falta de lluvia, y es que sin humedad, «no hay setas»