La necesidad de liquidez obliga a contratar hipotecas inversas

Ana Torrecillas
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Los mayores de 65 años reciben un cantidad del banco en función del valor de la vivienda conservando el uso y la propiedad de la misma hasta el final de su vida

Un anciano cruza la calle hacia su vivienda - Foto: Ingrid

Cada vez vivimos más y tenemos menos capacidad adquisitiva. La falta de recursos o de alternativas  para sufragar los cuidados de las personas de edad avanzada está provocando que cada vez más, se suscriban la compraventa de viviendas en nuda propiedad. Esto es, las conocidas como hipoteca inversa. El informe anual del Colegio de Registradores de La Rioja recoge por primera vez, es figura. En La Rioja se suscribieron durante el año pasado 20 hipotecas inversas.  Se trata del mayor número de hipotecas inversas suscritas entre las regiones de su entorno. Navarra suscribió un total de 8 compraventas de nuda propiedad, el País Vasco, 16 y en Cantabria tuvieron lugar un total de 19. La nuda propiedad es el derecho de una persona sobre una cosa de la que es propietaria,  en este caso de la vivienda, con la limitación de no tener derecho a su uso y disfrute, que corresponden a aquel que disponga del usufructo, en este caso el del propietario de dicha vivienda.  

El aumento en el tiempo  de la esperanza de vida, con el correspondiente incremento de las necesidades de recursos económicos a partir de la finalización de la vida laboral activa, así como la probable reducción de la percepción económica a partir del fin de la misma, pueden exigir recurrir al activo que normalmente mayor valor tiene en el patrimonio familiar, que suele ser la vivienda.  Es una forma de conseguir liquidez manteniendo el uso de la vivienda a cambio de una cuantía económica que se entrega de una vez, o bien, en diferentes cantidades que se reciben  de forma mensual.
Este tipo de productos financieros es muy usual en Estados Unidos debido a su débil protección social de las personas mayores y a una mentalidad diferente a la europea menos apegada a la vivienda familiar o a la idea de dejar algún bien a los herederos. En España, la gran mayoría de las entidades bancarias y las compañías de seguros  ya ofrecen este tipo de servicios. De hecho, solo en 2022, en nuestro país se contrataron un total de 1.657 hipotecas inversas. 

Esta figura, como su nombre indica, no de ja de ser un contrato hipotecario más, sujeto a unos intereses y a unas condiciones que dependerán, fundamentalmente, de la edad del solicitante y del precio de la vivienda sobre la que recae el préstamo hipotecario.  Se trata de una forma de conseguir los recursos económicos necesarios, manteniendo el uso de la vivienda y también su propiedad.  Una vez que el solicitante de la hipoteca fallezca, la vivienda pasará a ser de sus herederos pero con cargas.
 Para poder hacer uso de la vivienda, los herederos deberán devolver el dinero prestado por la entidad bancaria o bien, venderla a dicha entidad por la cantidad restante que no se abonó.
ricos en ladrillo, pobres en ingresos. Los avances tecnológicos y sanitarios juegan a favor del aumento de la esperanza de vida que tanto en hombres y mujeres sobrepasan los 80 años. Pero ese aumento de la esperanza de vida está poniendo en jaque el sistema de protección social que se dedica a los mayores. Los cambios demográficos y la pérdida de poder adquisitivo obligan a nuevas formas de cuidados y estos implican uno ingresos que no todos los mayores tienen. A Saturnino Álvarez, presidente de la Unión de Pensionistas y Jubilados de La Rioja (UPD) no le resulta extraño el término de hipoteca inversa. En el ámbito en el que se mueve, el de las personas mayores, es algo que se conoce. 

«Me parece una buenísima opción. Todo lo que beneficie a la vida de los mayores, es bienvenido», sentencia Álvarez, «sobre todo porque hay gente con pensiones muy bajas y necesita de recursos para seguir viviendo y su único bien es su casa». El presidente de la UDP alude a esa mentalidad de ahorrar para los que vengan detrás.  «Los mayores siempre pensamos en dejarles algo a los hijos cuando nosotros no estemos, pero lo importante es centrarse en vivir bien». Algo que se está complicando con la subida de  precios. «Esto ha hecho que la subida de las pensiones quedara amortizada por el incremento del IPC», advierte, «las pensiones son nuestra manera de subsistir. Puede que el sistema no sea sostenible pero sí creemos que es justo».