Descabalgado por Pegasus

Georgino Fernández (SPC)
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En su galopar desbocado, el caballo alado que simboliza al programa israelí que espía a políticos y gobiernos, ha desmontado a la cúpula del CNI convertida en cabeza de turco por el Ejecutivo de Pedro Sánchez

Descabalgado por Pegasus - Foto: Emilio Naranjo

El poder en la sombra vive horas de penumbra por Pegasus. Lo que muchos vaticinaron nada más salir a la luz el espionaje a los móviles de los políticos independentistas ha sucedido: el Ejecutivo de Pedro Sánchez optó por sacrificar a la directora del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban, con casi 40 años de servicio, para apaciguar el enfado siempre sobreactuado de los secesionistas con los que mantiene con alfileres su Gobierno. En definitiva, el viejo ritual del sacrificio a los dioses para calmar sus iras en versión actual.

Una decisión que le afearon desde casi todos los lados. PP, Ciudadanos, Vox e incluso sindicatos policiales echaron en cara al presidente del Gobierno su nueva cesión ante los soberanistas, socavando la firmeza que siempre debiera tener un Estado que se precie de tal. Y no fueron los únicos. Los insaciables de la bancada del independentismo y también los morados de Podemos -socios de coalición con Sánchez- salieron prestos a recalcar que esa única cabeza no les valía. Querían otra víctima en el altar de la inmolación, en clara alusión a la ministra de Defensa, Margarita Robles. «Las responsabilidades políticas no se delegan», advirtieron. «Hacen falta otras medidas valientes para que la crisis no se cierre en falso», avisaron. 

Margarita Robles también sale tocada del descabalgamiento de la cúpula del espionaje español. No aclaró los motivos del cese de Paz Esteban, que presentó como «sustitución» y no como «destitución». Esperanza Casteleiro fue la designada para tomar las riendas. Es significativo que todo esto ocurriese solo cinco días después de que la ministra apoyara «con firmeza» a la misma persona a la que luego destituyó, afirmando además «sentirse orgullosa» de ser ministra en el gabinete de Pedro Sánchez. 

El jefe del Ejecutivo concedió al día siguiente que Esteban fue laminada por los fallos de seguridad en las comunicaciones de los miembros del Gobierno socialista.

En todo caso, al margen de la clase política, hubo los más variados reproches hacia una decisión que señala con el dedo culpabilizador al CNI y en concreto a su directora, que en una comparecencia oficial previa había reconocido el espionaje legal y autorizado a 18 independentistas, incluido el actual presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.

 Fueron terminales pinchados por el Centro de Inteligencia con autorización del magistrado del Tribunal Supremo encargado de controlar las actividades del servicio secreto que vulneran derechos fundamentales. En resumen, ellos toman sus decisiones de forma autónoma, con autorización judicial y no por ideologías políticas. Yen este caso lo hizo cumpliendo lo que es su cometido. Su trabajo y para lo que fue creado.

Del rosario de reacciones alejadas del estricto guion político hubo tres que destacaron. Una fue la del escritor Pérez Reverte en su cuenta personal de Twitter nada más conocerse la destitución de Esteban. «Me fascina cómo mata Sánchez. Su frialdad de pistolero implacable. Uno tras otro van cayendo a su alrededor mientras se protege tras los cadáveres. Lo más grave será cuando ya no le queden víctimas o instituciones que interponer. Entonces estaremos desnudos y a la intemperie». A las pocas horas su escueto escrito tenía casi 35.000 likes. 

Otra fue la del exdirector del CNI Jorge Dezcallar entre 2002 y 2004. «Se han lanzado acusaciones sin pruebas que han encontrado eco en un Gobierno débil». Yacusó a Pedro Sánchez de no importarle el daño hecho a la institución. «Otra vez conveniente chivo expiatorio del sálvese quién pueda gubernamental».

Otro exresponsable del centro, Alberto Saiz, pidió que se deje de «zarandear» al CNI y apeló a que Esperanza Casteleiro «ponga orden e inteligencia en todo su mandato», tras la destitución de Paz Esteban.