El cierre de tiendas se ralentiza tras un 2021 muy negativo

R. Muro
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El último informe de la Cámara de Comercio computa solo 16 de enero a abril, frente a los 177 de 2021 y los 214 de 2018

La calle Calvo Sotelo, con varios locales sin actividad. - Foto: Ingrid

El sector comercial de Logroño lleva años soportando el imponente castigo impuesto por la apertura de grandes superficies, las compras online y los años de pandemia, con sus restricciones más o menos severas. La fotografía de algunas calles tradicionalmente comerciales ofrece actualmente una sinuosa y preocupante combinación de locales comerciales vacíos y ocupados que nada o poco tienen que ver con una ciudad que presumió y mucho de su sector comercial. Una imagen que corroboran los datos recogidos año a año, y calle a calle, por la Cámara de Comercio e Industria de La Rioja.

Logroño ha perdido 221 establecimientos comerciales de proximidad a lo largo de los últimos cinco años y hasta abril de 2022, y casi 100 de ellos solo en el pasado ejercicio 2021. En la actualidad hay 2.165. Consecuencias de la pandemia, de las compras online y de una planificación, como señala el presidente de la Comisión de Comercio de la Cámara, Fernando Cortezón, que «ha permitido más metros cuadrados de grandes superficies» de los que es capaz de absorber la capital riojana. Con todo, y siempre de acuerdo con los datos recogidos por la institución Cameral, en diciembre de 2017 había en Logroño 2.386 comercios.

En 2018 ya eran 2.315 tras el cierre de 214 locales a lo largo del año y la apertura de 143, es decir, un saldo negativo de 71 establecimientos. En 2019, año el que se dejó sentir con toda su fuerza la pandemia, había 2.275 comercios. Aun así, abrieron sus puertas 90 nuevos negocios aunque cerraron 130. El curso dejó un balance negativo de 40 comercios cerrados. Durante 2020, en un contexto de cierres y aperturas sucesivas y de limitaciones de aforo y horarios motivadas por las diferentes olas del covid-19, el sector comercial permaneció prácticamente invariable.

Según los datos recogidos a finales de diciembre, Logroño vio la apertura de 103 negocios y el cierre de 111. Es decir, un balance, de nuevo negativo, aunque, en este caso, de solo 8 locales comerciales. El reflejo vivo del panorama comercial de la capital riojana se acentúa, según los mismos datos, a finales del pasado ejercicio 2021. La Cámara de Comercio de La Rioja contabilizó 95 establecimientos activos menos con 82 altas y 177 bajas. Dicho de otra forma, bajaron la verja más del doble de locales comerciales de los que la subieron.

Quizá, y a la espera del comportamiento y posterior análisis que arroje el cierre del actual ejercicio, el inicio de 2022 parece haber ralentizado su sangría de años atrás, al menos hasta el mes de abril, últimos datos actualizados por la institución Cameral. En los cuatro primeros meses del presente ejercicio, el saldo negativo es de 7 comercios menos, con 9 aperturas y 16 cierres. Hay que tener en cuenta que la Cámara de Comercio e Industria reúne estos datos mediante un exhaustivo trabajo de campo contabilizando año a año, calle a calle y puerta a puerta el estado de actividad de los diferentes locales de la capital riojana.

Uno de los ejemplos representativos de este contexto comercial, lo constituye la calle Hermanos Moroy, en el casco antiguo de Logroño. En una de las manos, detalla Fernando Cortezón, hay hasta doce locales en disposición de albergar actividad comercial. Tan solo cuatro de ellos permanecen abiertos.

Avenida de Portugal y Vara de Rey, en alerta. La progresiva pérdida de establecimientos comerciales ha incidido a lo largo de los últimos años a diferentes zonas de la capital riojana. Para el recién reelegido presidente de FER Comercio y responsable de la Comisión de Comercio de la Cámara, empiezan a pasar, expresa popularmente, «cosas raras». Fernando Cortezón se refiere en concreto a Vara de Rey y avenida de Portugal, «donde hay hasta tres esquinas con locales comerciales cerrados». Esquinas que tradicionalmente adquirían un mayor valor gracias a su ubicación estratégica. Desde una perspectiva estratégica, señala Cortezón, «es necesario que el comercio de proximidad pueda ofrecer una buena experiencia de compra al cliente y, si no se puede ofrecer, el comercio seguirá perdiendo».

Una actividad con escaso o nulo relevo generacional. A pesar de que tanto la Federación de Empresas de La Rioja (FER) como la Cámara de Comercio e Industria de la Comunidad disponen de servicios específicos para el asesoramiento en el traspaso de negocios de generación a generación, el sector comercial presenta un escaso o nulo relevo, tal y como confirma el propio presidente de FER Comercio y de la Comisión de la Cámara. A diferencia de otras actividades, el sector comercial no ofrece a fecha de hoy los atractivos suficientes como para materializar este tipo de traspasos generacionales. Una realidad que no solo ocurre en el ámbito familiar, de padres a hijos, sino en el concepto más amplio del término, a diferencia de lo que ocurre en otro tipo de actividades como puede ser la hostelería.

Portales cede espacio comercial a la hostelería. El cierre del comercio de proximidad ha manifestado a lo largo de los años una evidente incidencia por zonas en el seno de la capital riojana. El cierre del colegio de los Hermanos Maristas, tal y como recuerda Fernando Cortezón, fue despoblando de actividad comercial al paseo de las Cien Tiendas que confía ahora en su recuperación gracias al proyecto municipal financiado con fondos europeos. Años antes le tocó el turno a la plaza del Mercado en cuyo entorno se ubicaban comercios como Osaba o Pancorbo y textiles como El Barato o Arrieta. Su cierre fue dando paso a negocios de hostelería como los que actualmente dominan la mayor parte de la céntrica plaza logroñesa y que la han convertido en una de las zonas preferidas del ocio de fin de semana. Algo similar está ocurriendo con la calle Portales. Según el presidente de la Comisión de Comercio de la institución Cameral, una de las vías principales de la zona antigua de la capital riojana, por la que circulaban vehículos hace décadas, está cediendo poco a poco espacio comercial a favor de locales dedicados a la gastronomía y al ocio. Quizá por su carácter peatonal, por haberse constituido en zona de paseo para los logroñeses, de obligado tránsito para turistas y visitantes, o como argumenta Cortezón, «porque alquilar a hostelería es más rentable», las terrazas y veladores de bares y restaurantes copan ya buena parte de la calle.