"Tomar el camino más oscuro suele ser una gran equivocación"

María Albilla (SPC)
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"Tomar el camino más oscuro suele ser una gran equivocación" - Foto: JAVIER OCANA

Una banda de quinquis de San Blas a todo gas durante casi 700 páginas en las que siempre pasan cosas. Muchas cosas. Así es Los perseguidos, el último libro del escritor Fernando Benzo, Premio Azorín de Novela 2023, en el que los protagonistas derrapan por la vida moviéndose en todos sus grises. Delincuencia, asesinatos, tráfico de drogas, corrupción, traición, soledad... todos los males de la sociedad de las últimas décadas se reflejan en una historia que engancha y en unos personajes con los que parece imposible no empatizar.

En esta novela pasan cosas. Del pasado y del presente porque está contada en dos líneas temporales. ¿Cómo hila uno una pandilla de quinquis con un ministro del Interior, un poli corrupto y todo tipo de clanes de la droga de los últimos 50 años?

Yo quería escribir una historia sobre una banda de macarras de los años 70 y, a partir de ahí, fue creciendo hasta convertirse en la historia de esa banda durante 40 años. A la vez aparece una periodista que les investiga a ellos y a una serie de cómplices y acaba destapando toda una red de criminalidad... La trama fue creciendo a golpe de mucho esquema y documentación hasta que todo encajó.

A los lectores que hayan nacido entre los 60, 70, 80 les sonará mucho todo. A quienes lo hayan hecho con el cambio del milenio habrá una parte que les suene a novela histórica. ¿No cree que tiene algo muy generacional?

Bueno, habrá lectores que se sientan identificados con alguna etapa, otros con todas... Los 70 quedan lejos, sí, aquellas bandas de navajeros... Los 80 es la explosión del tráfico y el consumo de drogas en nuestro país, con todo lo que aquello acarreó; en los 90, el crimen organizado, la corrupción... Para mí todo es cercano porque los protagonistas son coetáneos. Hay mucho de memoria emocional y memoria propia en la construcción de esta historia. 

Empezando por el principio: Peyo, Dardo, Zanco nacen para ser los perseguidos. Su vida es la de una huida hacia adelante marcada por el lugar en el que han nacido y crecido. San Blas, años 70. ¿Fueron tiempos difíciles los de la Transición?

Todas las épocas tienen sus víctimas, sus olvidados, sus perseguidos. Efectivamente el destino natural para esos personajes nacidos en un barrio marginal hubiera sido la muerte, la droga o la cárcel. Les persigue un destino desde el que intentan escapar constantemente. Siempre hay una bolsa de marginados de la sociedad que tienen que salir adelante como buenamente pueden. 

Aunque suenen de fondo Los Chichos, a mí el arranque de este libro me suena a Pacto de caballeros, de Joaquín Sabina, que vive, por cierto en Tirso de Molina, escenario también importante en la novela.

¡Eso es pura casualidad! Hay un momento en el que Dardo hace constar que no son macarras de rumba, que son macarras de heavy metal. Para él es importante.

¿Por qué la figura del quinqui tiene tanto halo romántico?

Sí, se le ha rodeado de un halo romántico, por la música y el cine, pero no creo que en la realidad fuera así. Tuvo que ser tremendamente difícil salir adelante en esos barrios, pero esa figura resulta muy atractiva por la iconografía.

El trío de San Blas se dedica a importar y distribuir droga de Irán y Pakistán, primero; luego, de Medellín y Sinaloa y lo mueve por toda Europa. ¡Esto suena a globalización, incluso antes de que existiera el concepto!

La criminalidad va por delante de muchas cosas en la sociedad y, probablemente, también lo fue por delante de la globalización. 

Lealtad. Este me parece un tema crucial, más hablando de estos tres piezas y me suscita una duda: ¿Dónde están los límites de la lealtad? 

Pues te podría rebotar esa pregunta... El problema es que los personajes de esta novela juegan con dos cuestiones que tienen un equilibrio muy precario como son la ambición y el afán de supervivencia y la lealtad. Cuando la ambición se impone, la lealtad cae derrotada. Hay personajes en los que impera este sentimiento y su futuro será... digamos, para no desvelar nada, más dramático y hay en quienes se impone la ambición que, aunque acabarán solos, parece que tienen un recorrido más poderoso. La ambición ofrece más oportunidades que la lealtad.

Pienso que el enemigo de la lealtad es la traición, que de esto también hay…

Los personajes de la novela están en un constante juego de traiciones porque la ambición exige la traición.

¿Cómo es posible coger cariño a estos tres delincuentes? ¿Será porque sudan, en el fondo, humanidad?

Es que yo no he querido mitificarlos, he intentado huir de eso, pero no eres la primera persona que me dice que generan empatía, aunque no lo he hecho deliberadamente. Yo quería contar sus aventuras, sus crímenes, sus vidas privadas y las relaciones entre ellos. No les juzgo, no hay moraleja. Es solo una aventura... y cada lector saca sus conclusiones. Yo lo que quiero es que el lector se meta en mundo de Los perseguidos y que le apetezca conocer su mundo.

Lo que pasa también es que por muy malo que alguien sea, no es malo las 24 horas al día. Claro que son villanos, pero también demuestran cierta generosidad, solidaridad, aman, fracasan... tienen muchas dimensiones.

En paralelo a Peyo, Dardo y Zanco discurre la trama de Daniela, una periodista con valores que cree que puede cambiar el mundo. ¿Se necesita ese punto de arrojo e inconsciencia que tiene ella cuando aborda para chantajear a un ministro?

Absolutamente. Ella es el personaje más positivo de la novela. Tiene valores, convicciones, pero también una inexperiencia que le hace cometer errores en las investigaciones de riesgo. Ella se lanza, porque cree que merece la pena hacerlo, pero acaba poniendo en peligro su propia vida. No es la heroína perfecta.

¿Cree que en España se hace suficiente y buen periodismo de investigación como hace Daniela?

Supongo que se hace porque son muchas las ocasiones en las que aparecen escándalos e historias rocambolescas en las que colaboran los periodistas, así que supongo que sí hay periodistas con arrojo y valentía que sacan a la luz esas suciedades que tiene la sociedad. Es una labor que hay que reconocerles.

El chantaje de Daniela al ministro acaba descubriendo las cloacas del Estado. «Pasear por las cloacas te acaba ensuciando el alma», dice uno de los afines al poder. ¿Hay alguna ocasión en la que el fin justifique los medios?

El problema es que si empiezas a pringarte con la porquería, acabas hundiéndote en la porquería. El momento en el que abandonas el camino correcto, el de la legalidad, el de la limpieza... la porquería te invade y te acaba devorando. Tomar la decisión de coger el camino más oscuro para el fin que sea suele ser una gran equivocación.

¿Qué supone hablar de las cloacas y de corrupción política a una persona que trabaja, precisamente, en la política? ¿Cualquier parecido con la realidad es pura casualidad?

Trabajo en la administración, que no en la política. No es exactamente lo mismo. En todo caso, cualquier parecido del libro con la realidad es pura coincidencia. No conozco ninguna de las historias que cuento, solo los mecanismos de funcionamiento de la política, de la administración y de la Policía, lo que me ha sido útil para construir la ficción.

Lo cierto es que es fácil, por ejemplo, ver al excomisario Villarejo en el personaje de Cardoso.

Bueno, claro, hay muchos guiños a la realidad y no me importa que los lectores puedan ver en las situaciones o en los personajes de la novela alguna relación con la realidad porque me parece que forma parte del entretenimiento. Es un juego. En cuanto a Cardoso, me han mencionado varios comisarios con los que podría tener relación... Es parte de la intriga y no me disgusta que esto suceda. 

No evade lo que supuso el boom de la construcción y todos los escándalos que trajo posteriormente.

No esquivo ninguno de los fenómenos delictivos o de corrupción que se han dado en todas las décadas que abarca la novela, ya sea la construcción como el tráfico de drogas. Aquello marcó una época y por eso se cruza en la vida de los personajes.

También toca temas más sociales como «la nueva condena de muerte» que supuso el sida y que personifica en El Flecos.

Aquello fue determinante. Los 80 no fueron una época feliz y llena de luminosidad y diversión como se pinta muchas veces. También hubo algo terriblemente oscuro que quizá los lectores más jóvenes desconozcan como fue la aparición del sida. Fue algo muy doloroso que también se refleja en la novela. 

Daniela se repite como un mantra Apostar, arriesgar… Lo que pasa es que no siempre se gana y otras veces para ganar, hay que perderlo todo. A ella es lo que le sucede.

De alguna manera Daniela también forma parte de esos perseguidos del título de la novela. Hay algunos mantras a lo largo de la historia. Dardo siempre quiere crecer, siempre más porque quiere llegar adónde sea para huir de ese destino que le pisa los talones. Daniela también, pero a ella le persigue la sombra de su padre periodista. Para ella es importante apostar y arriesgar porque si le sale bien vencerá esa sombra. También es una huida.

Siempre crecer, siempre más es, por otro lado, el mantra de Dardo. Sorprende que siga vivo a los 30 con su historial. Lo cierto es que es un hombre hecho a sí mismo… solo que por el mal camino. ¿A qué podría haber llegado Dardo de usar bien sus cualidades?

Si hubiera sido un poco más legal, habría sido un poco más feliz. Al final del camino, como hablábamos antes, cuando te dejas llevar por la ambición y eres el ganador del juego de traiciones ¿cuál es premio que te encuentras? La soledad. Sí, has sobrevivido, pero estás solo. 

Dice El Trompos cuando reaparece en la línea argumental de la actualidad que en la vida hay dos motores: el amor y la venganza. ¿Es licencia literaria o lo piensa de verdad?

No estoy seguro. Puede que lo piense, puede que sea una licencia... No estoy seguro... Pero sí que pienso que son dos de los motores principales que nos mueven en la vida. Alguno más habrá... pero desde luego el amor impulsa muchas de las cosas que hacemos en la vida y, desgraciadamente, cuando nos invaden las sombras, la venganza también adquiere bastante protagonismo.

La historia de Los perseguidos encierra también críticas al periodismo precario y al servilismo tanto de esta profesión como de la política. Profesiones que son la mía y la suya… ¡Qué puede decir esto de nosotros!

Saliendo de lo estrictamente criminal, lo que quería era hacer una crítica. La parte negativa de la gestión pública, de la política, son aquellos poderosos que utilizan mal su poder, que lo usan en beneficio propio o para explotar a los demás. No creo que se pueda hacer una crítica de los que honestamente se intentan abrir camino en ninguna profesión, lo que ocurre es que los de arriba a veces les maltratan. En la novela hay un caso claro: cuando a los de arriba no les ha gustado lo que ha hecho Daniela y se la quitan de en medio sin pestañear. Esa es la crítica, la falta de lealtad, en todos los sentidos, de los poderosos a los de abajo.

Introduce ese concepto tan real que es el marketing criminal. En realidad hoy podríamos hablar del marketing de todas las cosas. ¿No estamos en realidad vendidos a todo lo que nos quieren vender? Me da igual en política, que en consumo, que, incluso, en literatura.

Sí, eso lo he exagerado un poco en la novela con Daniela, quien en 48 horas pasa de la loa a la calumnia por una noticia que ha publicado. Y esto ocurre. Alguien dispara, se produce ese marketing mediático y en nada cae, desaparece o incluso la interpretación de la misma noticia cae en un momento. Los procesos de todo esto se aceleran además ahora con todas las herramientas tecnológicas que tenemos y con las redes sociales. Hay unos cambios de opinión colectiva demasiado rápidos. Daniela pasa de heroína de la información a mentirosa en dos días.

Esto pasa también en la política. No hay más que pensar en el presidente del Gobierno...

Los procesos de todo van en la actualidad a una velocidad pasmosa...