Adiós a la barra más veterana

Bruno Calleja Escalona
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El bar más antiguo de Logroño prepara el cierre. Por El Gurugú han pasado desde curas y militares a taurinos, anarquistas y famosos

Animada reunión de clientes en la terraza de El Gurugú, en las fiestas de San Mateo de 1945. - Foto: Bar El Gurugú

La barra de El Gurugú, el bar más antiguo de Logroño, está a punto de servir los últimos vinos y cerrar sus puertas después de 114 años de historia. Su nombre, de resonancias castrenses, da pistas acerca de su fundación en 1909 a cargo de un militar regular, procedente de Melilla, donde se encuentra el famoso monte Gurugú, escenario de confrontaciones bélicas entre españoles y rifeños.

Tras unos años al frente del establecimiento, aquel primer tabernero traspasó el bar a Isaac Fernández. El Gurugú permaneció abierto durante la Guerra Civil y se convirtió en un local muy frecuentado por los soldados acuartelados en Artillería. También, era un punto de reunión clásico en San Mateo de aficionados a los toros, que hacían parada en la ruta hacia la vieja plaza de La Manzanera, o de peñistas que animaban el café con sus cánticos festivos, antes de asistir a los festejos taurinos.

Por la barra y las sillas de El Gurugú pasaron insignes personales, como el cantante Pepe Blanco, asiduo del bar, o el torero Manolete. El local conoció las reuniones clandestinas de grupos anarquistas y la asistencia diaria de los miembros de distintas corporaciones municipales, dada la proximidad del Ayuntamiento. Por la cercanía de la Delegación de Misiones, la clientela eclesiástica también ha sido frecuente en El Gurugú, que en 2012 servía una consumición al padre de la actriz Angelina Jolie.

Un nuevo cambio en la propiedad del negocio dejó el bar en manos de Demetrio Garrido. Tiempo después su sobrino Demetrio, junto con Santiago Iturrioz, le dieron continuidad durante 37 años hasta hoy. Begoña, esposa de Santiago y alma mater de la cocina, ha hecho de los callos y las orejas de cerdo platos de referencia, que han desplazado a las tortillas de patata de chorizo.

En 1986, con el último traspaso y la consiguiente reforma, desaparecieron lámparas, botelleros y escayolas y se actualizaron la barra y los carteles. Durante la obra, los albañiles tiraron a la basura un viejo reloj, realizado por encargo para el bar, que un sacerdote de Calahorra devolvió a los dueños años después. Santiago Iturrioz y Begoña son los últimos habitantes de una casa también centenaria.

Este año, la trayectoria de El Gurugú ha sido distinguida con dos palillos. La próxima nochevieja marcará el ocaso del bar más antiguo de Logroño, con la jubilación de Santiago.