«Para mí, un reloj sin campanas es como un jardín sin flores»

Javier Alfaro
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José Luis Tomás San Román es relojero campanero. Con más de 30 años de vida profesional ha tenido en sus manos enormes mecanismos de forja aunque lo que más le enorgullece es la creación del exterior de su tienda.

José Luis Tomás San Román en el campanario de la torre de Ibercaja en el Espolón. - Foto: Óscar Solorzano

En el mundo actual coexisten dos tipos de relojeros: los finos, dedicados a los engranajes de los complementos de pulsera o de los aparatos domésticos, y los gruesos, maestros restauradores de grandes relojes y campanarios. Con más de 30 años de profesión a su espalda, José Luis Tomás San Román (Villamediana de Iregua, 1965) es uno de estos últimos.


Por sus manos han pasado relojes de toda clase de templos religiosos y edificios históricos, como el de Ibercaja en el Espolón logroñés. «Es un reloj de 7 campanas, que te avisa de la hora. Para mí, un reloj sin campanas es como un jardín sin flores».


Recuerda haber restaurado  campanarios con «enormes» relojes de forja. «Recuerdo uno en un pueblito de Burgos que el péndulo del reloj tenía 7 metros de longitud, tanto como la torre del campanario».

José Luis Tomás San Román junto al mecanismo del reloj de Ibercaja en el Espolón logroñés.José Luis Tomás San Román junto al mecanismo del reloj de Ibercaja en el Espolón logroñés. - Foto: Óscar Solorzano


De lo que más orgulloso está este profesional del tiempo es del reloj de la fachada de su establecimiento en Club Deportivo 82. Es una creación propia, «ideada en 2008 porque yo buscaba algo más creativo y trabajado». Se puso en marcha en 2011 y quedó paralizado en 2019 fruto del vandalismo. Entonces, tenía intención de ampliarla y tenía todos los elementos para hacer un cuentacuentos mecánico, sin embargo, la acción de los gamberros dejó su proyecto más ambicioso en un cajón. 


«Venían abuelos muy mayores todas las tardes a verlo, por eso pensé en ampliarlo con un cuentacuentos mecánico que cada tarde contara una historia diferente».


El sábado 26 volvió a ponerse en marcha el reloj. El pájarito volvió a aletear mientras daba de comer a su cría, el monje dió las campanadas y dos figuras logroñesas empezaron a bailar al ritmo de En La Rioja nací, bajo una recreación del Revellín. 

Más fotos:

Mecanismo interno del reloj de Ibercaja.
Mecanismo interno del reloj de Ibercaja. - Foto: Óscar Solorzano
Así se ve el mecanismo de la reconocible sirena del Espolón dentro de la torre de Ibercaja.
Así se ve el mecanismo de la reconocible sirena del Espolón dentro de la torre de Ibercaja. - Foto: Óscar Solorzano


El futuro se antoja muy complicado en este oficio. Con el avance de la tecnología, cada vez son menos los profesionales dedicados a ajustar la hora. «El cuarzo destrozó los principios de la relojería y esta se murió». Ni hablar de las pulseras digitales. «Aquí ya no quedan relojeros finos, así que reparar uno es muy difícil».